Ya embarcado en la aventura
¿Qué ocurre, me nacen alas?
de echarme a volar, de triunfar
por la Red, por aire, por mar,
venga quien venga tras mía
unos pocos escogidos
o la gran masa (¡y qué importa!)
nos hundamos juntos o salvemos
en el triunfo o en la derrota:
el poso de Verdad (eterna)
del oráculo insidioso
de la culpabilización perpetua,
de una época funesta
(y de la derrota total)
Todos juntos y reunidos
aunque nos cueste, aunque duela
superar las divisiones,
las fobias y resquemores
sin ceder ni abdicar en nada
ni en los cuerpos ni en las mentes
cuando nos llegue la hora
de afrontar solos la suerte
que se nos ensanche el alma
-¡y el mundo!- en el pecho ardiente
con la Vision (victoriosa):
la sucesión cadenciosa
una y otra vez, melódica,
de carros y camiones sin parar (...)
y el paso gentil de las tropas,
victoriosas, limpias, alegres,
por calles engalanadas
abriéndose paso estelares
entre gente en delirio y cantos
y sonrisas de mujer y flores
cuando la pesadilla acabe
del tiempo que nos tocó vivr
de deshonra, y de desastre
de tener que bajar los ojos
a cada trance, a cada instante-
-¡peor que la muerte misma!-
de amenazas y desplantes.
Todo lo que me viene al cerebro
(y a la tecla) a borbotones
del reencuentro con un himno
que levantó mi alma a las nubes
en lo más hondo del túnel
de aquellos años tan negros,
entre aquellas viejas canciones
de amor, del frente de guerra
de viejos soldados, "de aquello
-escribió antes de eclipsarse
el viejo escritor "maldito"
(¡y es que se les hizo tarde!) (...)-
-¡lo que me pude reír,
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