domingo, noviembre 10, 2013

Himno a la Victoria Total (poesía en domingo)


Ya embarcado en la aventura
¿Qué ocurre, me nacen alas?
¿Por qué ese ímpetu, esas ganas
de echarme a volar, de triunfar
mil banderas desplegadas,
por la Red, por aire, por mar,
venga quien venga tras mía
unos pocos escogidos
o la gran masa (¡y qué importa!)
nos hundamos juntos o salvemos
en el triunfo o en la derrota:
el poso de Verdad (eterna)
del oráculo insidioso
de la culpabilización perpetua,
de una época funesta
(y de la derrota total)

Todos juntos y reunidos
aunque nos cueste, aunque duela
superar las divisiones,
las fobias y resquemores
sin ceder  ni abdicar
en nada 
ni en los cuerpos ni en las mentes
cuando nos llegue la hora
de afrontar solos la suerte
que se nos ensanche el alma
 -¡y el mundo!- en el pecho ardiente

con la Vision (victoriosa):
la sucesión cadenciosa
una y otra vez, melódica,
de carros y camiones sin parar (...)
y el paso gentil de las tropas,
victoriosas, limpias, alegres,

por calles engalanadas
abriéndose paso estelares
entre gente en delirio y cantos
y sonrisas de mujer y flores
y entre rechiflas marciales
cuando la pesadilla acabe
del tiempo que nos tocó vivr
de deshonra, y de desastre
de tener que bajar los ojos
a cada trance, a cada instante-
-¡peor que la muerte misma!-

de amenazas y desplantes.

Todo lo que me viene al cerebro
(y a la tecla) a borbotones
del reencuentro con un himno
que levantó mi alma a las nubes
en lo más hondo del túnel
de aquellos años tan negros,
entre aquellas viejas canciones
de amor, del frente de guerra
de viejos soldados, "de aquello
-escribió antes de eclipsarse
el viejo escritor "maldito"

(¡y es que se les hizo tarde!) (...)-
que ha muerto según nos dicen
y no volverá nunca más"
Y me despierta de nuevo ahora
la imagen que supieron dar
aquellos soldados (vencidos)
antes de su derrota/total,
de belleza...y de victoria
¡Como nadie la supo dar!
¡Y me pongo a esperar y a soñar
con otro mundo bello, ideal
cuando llegue por fin el día
de la Victoria Total!
Todo lo que me inspira
-¿por qué lo deberé negar
si soy así y siempre lo fui? (...)-
la marcha "del Bosque Occidental"

(¡O du schôner Westerwald!)



Allá al fondo entre la gente
-o en el espacio digital-
te imagino, te apercibo (¿me ves?)
sonriéndome femenina,
cómplice, fiel, maternal
contemplándome tú al pasar
yo, joven como los jóvenes,
marchando como uno más
¡Toda una Nación en marcha
o una Nación de naciones
(de Europa)! ¡Y qué más me da!
Tras haberte rescatado
de la expatriación (¿forzosa?),
del anonimato en soledad
tan injustos y contigo más
(¡Tú, Blancaflor, Cenicienta,
Gran Diosa de gracia y majestad!)
Hasta que al final comprendí
lo que en fondo te oscurecía
-¡lo que me pude reír,
qué idiotez, qué nimiedad!-
que no era más que eso
(¡lo que a los dos nos unía!)
como un toque (injusto) de infamia
¡Por culpa de un apellido alemán!

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