Doriot. La figura sin duda más grande de la Colaboración en Francia. Había sido comunista (leninista) hasta que rompió con Stalin y con el PC francés. Tomó partido por la España de Franco. Más tarde (en la foto), combatiente en el frente del Este al mando de la Legión Carlomagno. El escritor (francés) -de la Academia Francesa- Dominique Fernández, hijo del igualmente escritor Ramón Fernández, recoge en unos párrafos sorprendentes de una de sus novelas de gran calidad literaria y en una escena de gran impacto y fuerza expresiva lo que fueron los últimos momentos en la vida de Doriot, circulando cerca de Sigmaringen en Alemania donde se había refugiado. Ametrallado por la aviacion aliada en el auto en el que viajaba del que acertó ya herido de muerte a salir "in extremis" arrancando -de su fuerza ciclópea- la puerta delantera de la que llevaba agarrado fuertemente el manillar a su mano ensagrentada en el momento que le encontraron, ya cadáver. ¿Menos francés él que el oriundo Valls o que los indignados españoles del 15-M, émulos arrobados de la Resistencia (francesa)? Si el ridiculo mataseManuel Valls, oriundo (de Barcelona) y ministro francés (socialista) del Interior, tiene la lengua un poco larga, como se vio ya bastante antes de que le nombraran ministro en el caso de Strauss-Kahn, cuando el entonces candidato socialista a la presidencia francesa se vio envuelto en un escándalo de (presunta) violación y el futuro ministro del interior francés salió (objetivamente) en su defensa arremetiendo furioso contra los detractores de aquél con un lenguaje malsonante (en francés) que no se está ciertamente habituado a oir en la política francesa y que a mí me chocó desde luego. ¿Como un sello o una marca de origen (del oriundo)?
Dejemos la fiesta en paz, el caso es que en el tiempo que lleva de ministro se habrá destacado por su lenguaje sin tapujos (y sin medida a veces) ¿Tiene dos caras como el escudo de Cantabria? No lo sé lo que sí que consta es que ofrece dos caras a los medios a menudo en cambio. Tolerante y rconciliador incluso con sus propios orígenes (españoles) -ver para creer como santo tomas- como cuando se dejó fotografiar sonriente en una visita a Madrid con su paisano y homologo el ministro del interior del gobierno de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, toda una provocación para separatistas -sus apellidos (bien castellanos) me refiero,- o declaraciones suyas nada más verse nombrado evocando su ascendencia española en los que trataba de poner sordina o cubrir de un tupido velo esa faceta innegablemente guerracivilista de sus orígenes -hijo de un refugiado politico catalán en Francia de los tiempos de la guerra civil-, las garras o colmillos de su verdadera personalidad pendenciera, arogante, y por supuesto (irreconciliablemente) guerracivilista de oriundo, hijo de exilados, saldrían a relucir hace poco con ocasión del caso Leonarda -la adolescente gitana (oriunda de los Balcanes) que se vio objeto de una medida de expulsión con toda su familia y que provocaría un gran revuelo de protestas y de polémica en Francia (y no sólo)
Y es que en una de las manifestaciones de solidaridad en favor de la joven gitana expulsada en las que Valls se vería invariablemente puesto en la picota de directo responsable de la medida, uno de los jovenes manifestantes se permitió -colmo de la infamia para un oriundo catalán (socialista además)- el compararle con Franco a lo cual reaccionó de inmediato hablando de alusiones "indecentes" Lo de siempre, a creerle, la zona roja -y no digamos en Cataluña- dio ejemplo de decencia en todos los acepciones del término (...) El fanatismo -y una memoria guerracivilista y beligerante en extremo- le habrá llevado lejos, eso hay que reconocérselo.
El presidente francés Hollande, blanco de silbidos, gritos hostiles (de ¡dimisión!) y abucheos ayer con motivo del aniversario del Armisticio que puso fin a la primera guerra mundial. Su ministro del interior, el oriundo Valls, le salió el quite acusando -en falta flagrante de objetividad- a "la extrema derecha" de instigadora de los incidentes. El antifascista (o antifeixista) virulento -y violento llegado el caso- que este hijo de separatista catalán lleva dentro a todas luces, sale a relucir en él a las primeras de cambioY ahora se vuelve a destapar de nuevo con ocasión de los incidentes (serios) de ayer, aniversario del armisticio que puso fin a la primera guerra mundial, en el Arco del Triunfo en París y otros sitios de la geografia francesa donde el presidente francés, Hollande, en unos trances bastante insólitos y raros en la historia de la república francesa en las últimas décadas por lo menos, se vio blanco de abucheos y de gritos hotiles pidiendo su dimisión por jovenes de filiación imprecisa, de la que no dieron muestra visible por lo menos en el momento de los autos, y ante lo que el oriundo catalán saltó como leche hervida (y con perdón) acusando a la extrema derecha (sic) de los incidentes.
"La extrema derecha no quiere a Francia", declaró mientras evocaba a los soldados de la trincheras del 14 -"poilus" en lenguaje popular francés. Si el ridículo matase, reza el refrán (...) En un país, un pueblo como el francés además, tan ducho en ese arte de la ironía. ¿Donde estaban los suyos en la guerra del catorce? En las trincheras no desde luego, donde si estarían tal vez -aunque sólo un poco más tarde- fue recibiendo al mariscal Joffre francés de origen catalán (del Rosellón) y otros generales franceses desfilando en triunfo por las calles de Barcelona en los Juegos Florales (1920), donde los catalanistas -que jugaban entonces, como tres siglos atrás la carta francesa (aunque no sea el caso ya ahora)- les garantizaron una acogida triufnal (como en tierra conquistada)
La Gran Guerra nos pilló de espectadores a los españoles. A lo sumo, de contendientes de salón, de batallitas dialécticas o en apuestas (o juego de los barquitos) entre aliadófilos y germanófilos, en las tertulias de cafés y bares sobre todo. Umbral da a entender en uno de sus libros ambientado en aquella época ("Las señoritas de Aviñón") que el escenario y el clima en la opinión reinante cambió drásticmente en el Madrid de entonces ya hacia el final de la guerra cuando las lanzas empezaron a tornarse en cañas par Alemania (léase la Prusia imperial) y los imperios centrales, y los madrileños -como la veleta- se pusieron a cambiar con el viento (cambiante).
Maurras en cambio, en el libro que escribió tras su visita a España durante la guerra civil -"A travers de l'Espagne de Franco"- ensayaba (fuera de toda sospecha) una explicacion de la neutralidad española en la guerra del catorce, no como algo conjuntural o accidental sino que la parecía responder a lo más profundo de la idiosincracia y del ser histórico de los españoles. "Abarrancadero" ("cul de sac") de germanismo -o de germanidad- en el Sur de Eiuropa", eramos para él, España y los españoles , lo que dejaba escapar (como francés nacionalista, beligerante en la guerra del catorce) un poco a regañadientes y no sin un deje melancólico de resignación y de fatalidad ineluctable.
Maurras en sus últimos años de vida. En su libro "A travers l'Espagne de Franco" escrito tras un viaje a la zona nacional durante la guera civil española, ensayaba una explicación de la neutralidad española en la Gran Guerra por el sello germánico que creía reconocer en nuestra idiosincracia y nuestra personalidad colectiva. Maurras, que excomulgué (otra vez) por mi cuenta de joven (en el seminario de Econe) por un reflejo sin duda de legítima defensa tal vez viéndome rodeado por todas partes de maurrasianos fervientes (dentro de un orden), me influye hoy bastante, lo confieso. ¿Se nota? Es curioso, si se entra su nombre en ciertos buscadores de internet (en versión española) aparecen invariablemente las fotos de mis articulos en primer plano y sin necesidad de nombrarle en ellos tan siquiera. Como si algunos vieran en mí su principal corifeo en lengua española. Al final de su vida le asediaban los curas -como las águilas maléficas y antropófagas de las novelas de Umbral (es broma)- para confesarle y comlgarle (y darle penitencia) Creo que no lo conseguiríanY esa sea hoy tal vez hoy nuestro baza (preciosa) por esos vientos que soplan entre núcleos cada vez mas importantes y significativos de jovenes en los distintos paises europeos de exaltacion nacional y a la vez de reivindicación de nuestra identidad europea. No vivimos la primera guerra mundial -"sucidio de Europa" la calificó José Antonio Primo de Rivera- como sí que la vivieron, en plan beligerante quiero decir, los franceses, los belgas, los italianos, los ingleses y los portugueses incluso y eso nos permite una visión mas libre y distanciada de aquella época a modo de puente de unión entre los unos y los otros, entre los vencedores de entonces y los vencidos, Alemania sobre todo que volveríaa a serlo más tarde, o a consumar en el 45 -si se prefiere- su derrota final y total en la guerra civil europea, o como dicen en Francia ahora, en la (nueva) guerra de los Treinta Años.
Y por eso desentona más si cabe la memoria triunfalista (de prestado) del oriiundo catalán ahora como desentonaba -a mis oídos por lo menos (y eso fue sin duda alguna, ahora apenas acabando dandome cuenta, lo que hizo cristalizar en mí la oposición tenaz e irreductible que les reservé a partir de entonces- la de los jovenes indgnados (y bobalicones) del 15-M haciendo suya la memoria de la resistencia francesa en la segunda guerra mundial, que se evocaba casi a cada linea en el manifiesto fundacional de su "movida", de la pluma de un nonagenario francés (ya fallecido) que se pasó la guerra preso en un campo de concentración alemán -hasta el final- y que no vivió por consiguiente la ocupacion en Francia y a "fortiori" tampoco la resistencia.
Una juventud idignada...y a la vez manipulada huérfana de modelos o hitos o referentes historicos, hasta el punto que tuvieron que irse a buscar en un flautista mágico al borde de la tumba una memoria de prestado de la segunda guerra mundial, que no era la suya ni la de los suyos. Vae victis! (ay de los vencidos) A España en la segunda guerra mundial me refiero, por supuesto
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