domingo, noviembre 17, 2013

Aires de Montjuich (poesía en domingo)

Cuando la violencia salta
como caja de Pandora,
de truenos y de relámpagos
y de todas las sorpresas
lo que se es, se sigue siendo,
semper idem, más que nunca,
y el que lleva una alimaña
que le cogió el gusto a la sangre
bien escondida por dentro,
normal que la saque fuera
cuando la tierra retiembla
y se abren de pronto los cielos,
y que el que nunca se embriagó
prefiera seguir siendo sobrio.
Eros y Tanatos juntos (...)
¿Pero en qué texto está escrito
que la muerte sea más fuerte
que tu pulsión de sobrevivir?
(Que en el principio era el sexo)
¿El sol negro de la guerra
no hace madurar acaso,
o hace de tí un perro rabioso
en cambio, de caza (al hombre)
preso del ojo por ojo?
Que el que no tenga pecado
tire la primera piedra,
y que no me la tiren a mí
por soñar un sueño de hombres,
o como en Méjico dicen
de machos, de puros machos
(que así lo aprendí de joven)

El centinela en la noche
de cielos ardientes y altos
como el soldado en el frente
vigilando en la trinchera,
para no perder la razón
ni sucumbir al miedo o al dolor
entre sus altos y bajos
aprende a hablar a su estrella
y los que así siempre hicimos
como una segunda natura,
sólo a una estrella entre todas,
alcanzábamos a entrever
que no era un estado normal
sino un estado de guerra
(de guerra por nuestra cuenta)
el que vivimos de siempre
algunos predestinados
mundo a través ¡Qué odisea!
Por los caminos estrechos
inhóspitos y desiertos
que vienen de la derrota.
¡Soledad fiel compañera!
¿O acaso no fuera ella
sino otra -¿quién lo diría?-
disfrazada y procelosa
(dos rasgos de la Memoria)? (...)
Por ella nació en mí o despertó
una nueva Fe (y vieja a la vez)
Mi fe en la Victoria Total
Sig Heil! (En Montjuich, sí, allí fue)

 
Repostando en tu mirada,
así me sentí a fe mía
tras el lance aquel tremendo.
Como el cargar baterías
o combustible (el de fuego)
Que no fue flaca (íay madre mía!)
la quema de adrenalina
¡Vivir peligrosamente
qué prodigiosa aventura!
¡Y pensarlo (y no solo vivir)
más peligro todavía!
Y pensando lo que no debo,
sin miedo a las policías,
así se me pasó el tiempo
y así viví yo mi vida,
así fue y no me arrepiento
y otra vez así lo haría,
y así cuento vivir aún
el resto de la aventura.
Tal vez digas ¡Pobre ingenuo!
Como lo pensaron algunas.
Bueno no sé, me lo imagino,
que "en tan dudosa fortuna"
como lo escribió el Gran Lope
(pero no en Fuenteovejuna)
¿quién se siente tan seguro
como el gallo entre las gallinas
-en aquella escena cumbre
de su obra narrativa-
que dormía a pierna suelta?
¡Oh flor de la maravilla!
Como la llama en tus ojos
y el brillo de tu sonrisa
que me recogen el alma,
ajena a la mar bravía

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