Encuentro de Serrano Suñer con el Fuhrer. Entre los dos en la foto, el conde Ciano. En sus memorias (de 1977) proclama a la democracia como el estado defintivo alcanzado por la humanidad (e irreversible) Yo así se lo entendí por lo menos. No sabía yo que era de ascendencia familiar catalana (de Tarragona, por las dos ramas) La idea que circuló siempre (¿intencionada?) fue que era de ascendencia aragonesa (zaragozana) Uno de los simbolos mayores, el Cuñadísimo, protegido siempre por el Caudillo y amigo de Hitler y de Mussolini, de nuestra derrota en el 45."Orgullosamente solos", esa fue la frase que inmortalizó el ministro portugés de Exteriores, Rui Patricio, de los últimos tiempos del Estado Nuovo -bajo la presidencia de Marcelo Caetano- en una sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas (2 de octubre de 1972) sobrecogedoramente vacía por culpa del boicot de una gran parte de estados miembros -países africanos muchos de ellos- contra el régimen portugués (de antes de Abril) que enfrentaba una guerra sorda y sin piedad en sus territorios y colonias ultramarinas.
Orgullosamente solos dejaron de estarlo los portugueses -para su desgracia- tras la revolución del 25 de Abril que selló la derrota portuguesa en la guerra colonial y la entrega de todas sus colonias a través de un traumático cambio de régimen, incruento en la metrópolis -aunque no tanto como nos lo vendieron- y teriblemente cruento y sangriento en cambio en las colonias y en particular en Angola donde la batalla de Luanda entre las diferentes facciones guerrilleras rivales -fuertemente armadas por la Unión Soviética o por la China comunista- a seguir al derrumbe del régimen portugués dejaría un saldo (sin duda aún por contabilizar del todo) de miles y miles de víctimas amontonadas en pilas de cadáveres interminables y de gran altura superpuestos los unos sobre los otros como me lo contó uno de los testigos presenciales -con el espanto todavía impreso en la retina- durante mi estancia en la cárcel portuguesa.
Solos -aunque no con el (sano) orgullo de los dignatarios del Portugal del Estado Nuovo seguimos estándolo los españoles cuando suena la hora y las cáscaras se vuelven de nuevo amargas de seguir teniendo que rendir cuentas sobre la guerra civil española. Un fantasma -de guerra de propaganda- me persigue desde hace décadas, es cierto, prácticamente desde que puse el pie en Bélgica porque sin sospechármelo siquiera vine a caer en un teatro y observatorio privilegiado a la vez de esa guerra interminable incruenta y no menos visible y devastadora que sigue haciendo estrago entre nosotros de forma periódica e intermitente, que di en llamar hace ya un rato la Guerra de los Setenta Años por mi cuenta y riesgo y que ya va casi por los ochenta (...)
La emigración española en Europa de los sesenta y finales de los cincuenta -pricipalmente hacia Europa- y su explotación política por la izquierda internacional (hasta hoy) fue una de las secuelas más tristes y directas de nuestra derrota en el 45. El régimen creía que iban a hacer patria fuera y pasaban en cambio a integrar focos de Anti-España -y de subversión- en el extranjeroPorque si hay algo que viene a ilustrar y a probar de forma apodíctica el aserto que hice mío en este blog y en el otro de Periodista Digital (ya difunto) -como Pío Moa hizo suyo ese otro de que la guerra civil española empezó (ya) en el 34- de que España y los españoles figuramos entre los países derrotados en el 45, con el agravante además de que para nosotros no hubo armisticio ni cese de hostilidades, lo es sin duda ese fenómeno tan ruidoso y flagrante (y escandaloso) por lo singular y lo atípico, de una guerra de propaganda sobre nuestra guerra civil -por cuenta de los vencidos de entonces (y en la misma línea, todo derecho, de otros fenómenos de agresión y de beligerancia en contra nuestra que se sucedieron a partir del 45, como el recrudecimiento del maquis de los cuarenta, y el aislamiento diplomático español que duraría hasta mediados de los setenta, tras el punto final al régimen anterior y la muerte de Franco)- que se prosigue aún hoy, se diría que "in saecula saeculorum", atizada en ciertos medios de la gran prensa internacional -de expresión anglosajona en particular- y también por ciertos foros o areópagos insoslayables del concierto internacional como lo es la organización de las Naciones Unidas - o el mismo Hollywood- y sus correas de trasmisión y tentáculos y organismos dependientes o adyacentes a través del planeta. Hasta el flujo emigratorio allende los Pirineos de los años sesenta -y su explotación política (hasta hoy) dentro y fuera de nuestras fronteras- debe ser contado entre las secuelas de nuestra derrota en el 45.
Como lo acaba de ilustrar ahora de nuevo esa petición de un "comité (de la ONU) sobre desapariciones forzadas" que vuelve a ponernos ahora en la picota a los españoles todos -y no sólo al régimen de entonces- por cuenta del franquismo y de la guerra civil española.
Estampa, una entre millones, de la expulsión de los alemanes del Este, tras los acuerdos de Poznam al final de la Segunda Guerra Munidal. El mayor éxodo tal vez de la historia universal. Mas de doce millones de personas. ¿Y cuántas victimas? Las cifras más "correctas" no bajan del medio millón. ¿Para cuando un comité fantasma -sobre desapariciones forzadas- de esos a sueldo de la ONU (o de quien sea) que acabe poniéndose a escarbar en la materia? Entre paréntesis, Juan Pablo II, escenarista sin igual en toda la historia de la iglesia, de la liturgia del perdón no dedicó nunca ni una palabra siquiera a esa tragedia que le pillaba -como polaco- tan de cerca. Lo hubiera hecho y me hubiera convencido y convertido en uno de sus adeptos más fieles y ardientes, mi palabra, antes o después de mi gesto de Fátmla. Él que hizo desde muy joven un caballo de batalla de la lucha contra el revisionismo/alemán (como todos los obispos y cardenales polacos, y como el régimen comunista en su país, unos y otros aliados/objetivos)¿Por qué no se van a investigar en territorio ruso de los tiempos de la Unión Soviética o incluso en Alemania donde sin duda de un lado y de otro de las trincheras -en el frente del Este sobre todo- debieron quedar, miles de casos -y centenas de miles incluso-, de desapariciones aún por esclarecer, con la diferencia que los primeros figuraron entre los vencedores y los segundos tuvieron un armisticio que puso fin a las hostilidades (por muy injusto y cruel que fuese -y lo fue- para los vencidos)
Más crudo y en caliente aún: ¿por qué no se van a investigar desapariciones forzadas -denunciadas por organismos políticamente correctos- en Siria o en Libia por ejemplo? Está claro que porque no tienen hoy por hoy opción ninguna, simplemente porque no se les deja y punto. Los españoles tenemos en cambio que seguir soportando la humillación de visitas de inspección de esos comités fantasmas -quién los elige y cuales son sus poderes y atribuciones reales- por cuenta de una guerra que se terminó hace ya casi ochenta años.
¿Cuando vendrá un gobierno -o u n nuevo régimen-, libre de tenazas y ataduras (y complejos) en el plano internacional que ose enfrentar en el ámbito de la política interior como en la palestra de la política internacional ese problema de acoso y de ingerencia en nuestros asuntos internos sin parangón hoy por hoy en ningún país del planeta tierra?
No hay comentarios:
Publicar un comentario