PINTAN BASTOS PARA ARTURO Y SUS ADEPTOS
Pintan bastos para el honorable Arturo Mas y sus secuaces. El círculo de la legalidad va fatalmente cerrando el cerco en torno suyo y los sueños que sin duda albergaban que la salvación les llegaría por la movilización callejera se esfuman a toda prisa. No habrá Maidan de Kiev en Barcelona. Deo Gratias. Por presión de los Mossos de Escuadra y de la Guardia Urbana como sus organizadores elegan o por lo que sea, la acampada de la plaza de Cataluña habrá muerto (casi) nacer –como un embrión más- al cabo de dos días (con sus noches) de intentona. Y por muchas novenas que le pongan a la mare/de/deus por muchas peregrinaciones o romerías o visitas de improviso que el honorable decida de solución de emergencia en dirección del monasterio de Montserrat no se ve ya como podrá escapar al triste (y merecido) destino –de la imputación judicial y lo que se siga- que fatalmente le espera. La Junta Electoral (catalana) es un guiñapo jurídico e institucional –anti-constitucional- y ese haya sido tal vez el paso en falso (de ms) que le acabe buscando la ruina a sus principal promotor (y también a sus secuaces po vi de consecuencia) Un acto de desacato manifiesto, y de prevaricación que por el cargo que ocupa su principal responsable convierte los cargos de los que se vio blanco el juez Garzón en juego de niños. Buscaran la salvación in extremis en el calan –léase el habla catalana- de bandera y de arma arrojadiza? Les va a será difícil porque si hay algo que habrá puesto de manifiesto la actual crisis es la realidad flagrante de la división –tajante y abrupta- de la población catalana en el plano del idioma que me diga del habla o del lenguaje hablado en la vida cotidiana.
Y lo ilustra inmejorablemente si necesidad había el caso de Joan Manuel Serrat que celebra hoy sus cincuenta años (en los escenarios) y que durante décadas se habrá visto erigido (nollens vollens) en campo de batalla y símbolo inmarcesible a la vez de ese guerra lingüística que la generalitat catalana habrá llevado adelante sin pauso y sin descanso, contra viento y marea. Le oi –y le vi- a Serrat en directo en la Casa de Campo madrileña en mis años de la Universitaria y conforme patrón que imponía el ambiente de la época recuerdo que canto algo –no todo- en catalán y evoco también la suerte de los represaliados del régimen anterior, que les había tenido a pan y cebolla (o algo así) durante décadas. Le perdí la vista durante décadas y ahorra repaso de urgencia su curriculum hasta hoy y pienso que es difícil negar el fracaso polvoriento de los que pretendieron hacer de él un símbolo musical (e iconográfico de habla catalana. La "Nova Cançó" –como aquí ya lo dejé sentado- fue una creación artificial, una operación de guerra psicológica al socaire de la guerra subversiva de la que se vio blanco el régimen anterior aquellos años del tardo franquismo tardío, y por más que hicieron sus padrinos y mentores nunca consiguieron asimilar totalmente Serrat que de puertas para fuera fue y sigue siendo una de las figuras más emblemáticas de la canción española de la posguerra. ¿Rojo Serrat? Lo fue y me imagino que lo seguirá siendo, pero eso no les da derecho a los catalanistas a contarlo entre los suyos. ¿Qué queda de la Nova Cancó? Una bruma en el recuerdo tan solo, para muchos entre los que me encuentro. Y es sintomático por demás el que no consiguieran, entre una mayoría de españoles que no estaban (no estábamos) indispuestos hacia el habla catalana, antes al contrario, victimas como se veían –como nos vimos- de ese papanatismo tan generalizado en castellano parlantes hacia aquel habla minoritaria, inmortalizar ni una canción ni una estrofa tan siquiera, tal vez porque aquel genero musical (de importación) de música/con mensaje, todo lo que no era mensaje se veía absorbido y sorbido y fagocitado por él, lo que da idea de la poca “universalidad” de aquella corriente musical como del habla (regional) que la difundían. ¿”Al vent, al vent”? Consignas de guerrilla urbana, eso es lo que fueron, no más y que nadie se escandalicen que todos somos y mayorcitos y nos hicimos serios por demás –como diría Nietzsche- “en las cosas del espíritu”
BRASIL, ÁMALO O DÉJALO
“Brasil ámalo o déjalo”, era una consigna (de derechas) muy popular en la política brasileña hace décadas, y no se hizo menos popular el chascarrillo o coletilla que se le ocurrió -de réplica- a algún socarrón, “que el que se vaya el último, apague las luces del aeropuerto” La socarronería brasileña –o brasilera- es algo proverbial. ¿Una herencia luso/portuguesa? Cabe ponerlo en duda si se conocen un poco –como en el caso del que esto escribe- la mentalidad y las formas de ser luso/luisíadas de este y del otro lado del Atlántico. Es un hecho indiscutible como sea, para un español, la mayor proximidad psicológica de brasileños que de portugueses inversamente proporcional pues al alejamiento geográfico. Y no creo que los portugueses me lo tomarán a mal si escribo aquí que ese genio humorístico brasilero es algo que los mismos portugueses celebran y reconocen. Y la clave del enigma la de tal vez la peculiaridad –tan atípica- del pasado de esa nación “emergente” tan populosa.
Brasil es el único país americano que no conoció mayormente rupturas. En claro y crudo, el único país -al sur del Rio de Grande me refiero- que no tuvo rebelión mestiza, como (todos) los países de la América española. Y lo prueba que la independencia alli fue algo asi como una separacion amistosa (de la metropolis) Donde, por vía de consecuencia, las élites –portuguesas, léase europeas- conservaron groso modo su posición hegemónica heredada de la colonia. Y que nadie se escandalice de lo que aquí afirmo, con conocimiento de causa y con todas las consecuencias. Y es también sin duda el país latino/americano –junto con Chile- que conoció una transición no poco modélica –por lo pacífica sobre todo- con el punto de partida del régimen militar que gobernó aquel populoso país en las décadas de los sesenta y de los setenta. E ilustra lo que aquí decir pretendo el resultado electoral de las elecciones del pasado domingo que presagian una segunda vuelta propiamente de ataque de nervios. Un tensión dialéctica de alto voltaje (a prueba de rupturas) entre el Brasil europeo y portugués y otro Brasil multirracial, grosso modo entre el Sur, blanco en substancia, y el Nordeste negro, mulato y “cangaçeiro” Una nación, una sociedad elíptica oscilando entre Sao Paulo y Bahía. Y entre medias de fiel de la balanza, Rio de Janeiro, la urbe de más fuerte personalidad de toda la América luso/hispana. Con mucha diferencia
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