Mariano Rajoy ha hecho –en fin- lo que había que hacer, personarse en el Carlos III, en primera línea de frente de la lucha contra la epidemia que estamos enfrentando la sociedad española las horas que corren, al precio de tener aguantar insultos y “guantazos” (de lejos) de un grupo de “trabajadoras” (que dejaron su trabajo para insultarle) Fraga –su mentor y padrino político- hizo lo propio cuando el a accidente de Palomares que género (casi) tanta alarma social que la de ahora en la España de entonces. Su decisión de nombrar un comité de gestión de la crisis sorteando a la ministra del ramo puesta en la picota por los medios y por la histeria de un sector de la opinión también nos parece hábil y acertada. No sé, nadie sabría predecirlo si la enfermera contagiada saldrá del trance tan dramático por el que atraviesa pero está claro como en la parábola del rey Salomón que esta crisis de confianza colectiva está poniendo a prueba el patriotismo verdadero, el de los verdaderos patriotas, de de los que quieren y defienden a su país y a sus habitantes con razón y sin ella y no les quieren mal ninguno , frente a los que les importa una higa el destino de todos y del de cada uno –y a comenzar, la suerte de la enfermera entre la vida y la muerte-, y les trae al fresco a lo que parece su país y su buen imagen. ¿O es que les importa mucho a Pablo Iglesias y sus adeptos? No lo parece. Todavía resuenan en nuestros oídos los lamentos y maldiciones e imprecaciones de sus amigos indignados acusando al gobierno español –el que sucedió al socialista Zapatero- de cesión de soberanía por culpa de la política de austeridad y de los recortes, y ahora aquél por su cuenta y riesgo se atreve a poner en la picota al gobierno español en las instancias rectoras de la UE a cuento del virus Ébola. ¿En Venezuela, en Bolivia, en Cuba se cuida acaso la salud pública y la salubridad más indispensable con más celo y cuidado que entre españoles? ¡Que venga el dios de la biblia –el de la teología de la liberación- y lo vea! Peor que el Ébola es esa epidemia de autodenigramiento y de autodesprecio que siguen despidiendo en torno suyo –contagiado aun a tanto incauto- esa plaga de indignados y perro flautas que parecen haber encontrado en Pablo Iglesias su portavoz y mesías que a falta de pan buenas son tortas. Con tantos corifeos –e incendiarios- como les bailan el caldo y les hacen el juego. Arturo Pérez Reverte, por ejemplo, académico de la lengua (un respeto) que se compadece (desafiante) de la suerte del perro Excalibur porque sabe que eso trae rédito de cara a la galería y le ayudara más y mejor a vender sus libros. O los traidores que están denigrando a España a través de las páginas de la Vanguardia de Barcelona o de ese parlamentario separatista que se permite (impunemente) hablar de peste española ¿Hasta cuándo?
Tras la primera guerra mundial colgamos con el sambenito de la epidemia europea de gripe en gran parte por culpa nuestra, de los españoles de entonces me refiero, de esa actitud de autoflagelación y de autodenigramiento, y de ese síndrome de autodesprecio en suma que parece nuestro sino mientras el mundo sea mundo. El error de raíz ahora fue la repatriación de los religiosos contagiados –diga lo que diga (en tonos indignados) el arzobispo de Toledo. Como sea, el mal esta ya hecho, y no se trata de volver sobre nuestros pasos sino de atajar el mal cuanto antes, por todos los medios. Que se salve la enfermera contagiada –con o sin el suero de Bruselas- es lo que ardientemente le deseamos yo y tanto españoles sin criminalizar a ella y sin admitir tampoco que se nos criminalice de rebote los que no admitimos que se criminalicen a otros chivos expiatorios. ¿Que lo tomo por el lado personal como dirán algunos? Sin duda un poco, sí, por todos lo que algunos –como el que escribe- nos sentimos injustamente criminalizados durante décadas
UCRANIANOS. A CUAL MÁS ANTIFASCISTA
El pasado miércoles se produjeron incidentes en la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense –donde imparte docencia nota bene Pablo Iglesias- con ocasión de la proyección de un film “El fascismo tal y como es” de un periodista ruso en el marco de una serie de charlas destinadas a explicar a los españoles la situación en Ucrania claramente favorables a la posición pro/rusa. Con denucias de lo que demominan mataza de Odessa, un tragico suceso -entre paréntesis- confirmdo efectivmaente por la generalidad de los medios occidentales en el que perecieron hasta unas cuarenta personas (que-ma-das-vi-vas) tras el incendio de un edificio publico, de los Sindicatos, en aquella ciudad del Mar Negro por partidarios del gobierno de Kiev -el llamado "Sector Derecha"-, tras el triunfo de la insurrección del Maidán en la capital ucraniana. Y los incidentes se produjeron tras la irrupción en la sala de un grupo de ucranianos –jóvenes todos ellos- liderados por un representante del partido nacionalista Svoboda, tildado de "fascistas" por los medios. Al final tuvieron que salir del edificio seguidos –a cierta distancia- de un montón de universitarios a gritos de “¡fuera fascistas de la universidad!” Cualquier parecido con la realidad de hace cuarenta años, pura coincidencia. Y las escenas me traían fatalmente a la mente otras un tanto penosas también de "la marcha negra" minera de hace dos años a su llegada a Madrid, cuando un grupo de FE de las JONS liderado por su jefe nacional quiso sumarse a la manifestación banderas rojo y gualdas en ristre, y acabaron expulsados y obligados a salir a toda prisa, las orejas gachas, del lugar -delante del (antiguo) Ministerio del Aire- para evitar males mayores. Los ucranianos de la Complutense se presentaron –conforme a sus propias declaraciones- con el loable propósito de explicar a los anti-fascistas universitarios de aquella facultad que eran antifascistas como ellos pero no convencieron a lo que parece. Como no convencíamos en el FES hace cuarenta años con un empeño dialéctico y argumental tan parecido de querer convencer al rojerío de entonces que éramos falangistas y además anti-fascistas, algo así como la cuadratura del círculo para aquellos energúmenos (que llevaban razón en eso por cierto) Desde luego esa no es la imagen del Maidán y de la revolución ucraniana del pasado mes de febrero que tratan de vender algunos –en medios de extrema derecha-, en Francia, España, Bélgica y otros países occidentales. Moraleja, la situación de Ucrania es compleja, y se ve que en óptica española mucho más compleja y conflictiva todavía.
Y es que hay un fenómeno que llama particularmente la atención y es el sentimiento pro ruso hondo arraigado en un sector de la izquierda (extrema) española, incluso en las generaciones mas jóvenes. Como unos ecos lejanos del Viva Rusia de la guerra civil (…) Para qué negarlo. Y no tiene cura o remedio así a primera vista, por más que se les diga y demuestre –pruebas al canto- que la secesión pro-rusa del Este de Ucrania se ve liderada por grupos nacionalistas rusos de extrema derecha (sic), en traducción del ruso no obstante (…) Llama atención también el que el grupo de ucranianos nacionalistas se presentaran solos sin el concurso de amigos y aliados españoles, que los tienen algunos de ellos, el partido Svoboda por ejemplo, en los sectores patriotas (o de extrema/derecha) Una forma también sin duda de afirmar su antifascismo entre los antifascistas españoles, el distanciarse de los fascistas patrios. El laberinto sin salida. Y como dijo a toro pasado –años sesenta- el fascista francés Maurice Bardèche, “¿qué es el fascismo?” (quest-ce que le fascisme?”)
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