La Estaca (¿) No la conocía, no la recuerdo, prueba que no me entró aquello, que me vi libre de aquella fiebre que contagió a (casi) toda mi generación, no era de la más populares desde luego, por lo menos en la Universitaria madrileña donde no hacían más que cantar aquello de Bela Ciao Ciao, el himno de los partisanos italianos anti-fascistas y aquello otro de “igual que el pino junto a la rivera no nos moverán, no, no, no nos moverán”, que ya me ponía más nervioso porque era señal de “tomate” inminente como así solía suceder cuando las manifestaciones (“espontaneas”) que se formaban tras los recitales aquellos acababan desembocando a la entrada de la facultad donde era ya inevitable el choque con las fuerzas del orden estacionadas en las inmediaciones, que no podían entrar en el campus por un fuero que Franco por paradójico que parezca respetaba.
Pablo Iglesias no conoció aquello, arrastra sin duda una memoria visual óptica y todo lo que se quiera de aquel periodo pero por la vía familiar de sus padres –padre y madre- que por las trazas en cambio y por la edad (que se les supone) sí que lo conocieron y que lo vivieron. Y se me ocurre de pronto al hilo de estas líneas que tal vez fueran de utilidad si no a él directamente, al que no juzgo con la abertura indispensable en ciertos asunto y de ciertos temas más o menos relacionados con la memoria, sí a tantos jóvenes, que le acompañan que no vivieron aquello y que tal vez -no, seguro- se encuentre en su inmensa mayoría más libres de ataduras emocionales y de una herencia memorística e ideológica no poco pesada como las que arrastra sus líder tan carismático y tan mentalizado. “La estaca” -me documento ahora de urgencia- (que cantó uno, en catalan, y escuchó religiosamente el resto en Vista Alegre) era una canción –en catalán- de una de las figuras de “la Nova Cançó” –muy conocido en su casa a la hora de comer hoy día para las nuevas generaciones- y en el video que circula en la red el recital donde fue cantada se terminaba con una algarabía de protesta política típica de aquellos ambientes universitarios, y de aquella época tan lejana ya por tantos y tanto conceptos pero que algunos se diría que quieren resucitar (¡pesadilla!) Y no es nada trivial ya digo el que no me acordase de aquella canción siquiera, porque estoy seguro que si se hace una encuesta entre mi generación universitaria, entre aquellos que frecuentaron los mismos lugares que yo y en aquellos mismos años, no creo que haya muchos –contados (un decir) con los dedos de la mano- los que no se acuerden de ella. Entre aquellos, diez y siete (que no éramos muchos más) politizados –y radicalizados (en la extrema derecha, paa entendernos), y otros bastantes más -los silenciosos de mi generación como se les podría denominar- que no se dejaron arrastrar entonces por motivos tan complejos como difíciles de discernir entonces como ahora. No tomaron parte ni se opusieron, se eclipsaron simplemente. Y fue sin embargo esa masa silenciosa –acabo cayendo en la cuenta tantos años después- la que selló la suerte de aquel movimiento de indignación estudiantil que mordió el polvo del fracaso y de la derrota. No pudieron con un Franco (y su régimen) en fase de degradación biológica (Alberto Ullastres dixit) y eso es algo que los descendientes –y sucesores ideológicos- de aquellos tendrían que acabar reconociendo. Fueron los chivos expiatorios de una transición más o menos violenta aunque grosso modo incruenta –salvo en el país vasco- que evitó la guerra civil en resumidas cuentas. Lo que pueda servirles (piadosamente) de consuelo (…) En mi reciente estancia en Madrid, un buen amigo un poco mayor que yo, que también pasó por la Universitaria madrileña resumió bien la tesitura por la que yo atravesé entonces: “tú eras hijo de militar, y de la noche a la mañana la universidad se volvió roja” Y a fe mía que llevaba razón en (gran) parte. O como me dijo otro en aquel entonces con mucha menos contemplaciones (y en tono muy diferente, recriminatorio y acerbo y delante de terceros) “tú te fuiste de la facultad de Económicas (léase Somosaguas) porque te quedaste más solo que la una” No me fui sino que me pasé a los cursos nocturnos al final de la carrera, aunque si es cierto que deserté conscientemente el grupo de mi curso con los que había empezado mis estudios en la facultad, todos casi sin excepción por aquel entonces víctimas de la epidemia aquella (en mayor o menor medida) Y me viene todo ello a la mente evocando ese comentario de mi amigo aquél algo que leí a Jacques Vergés el célebre abogado francés hoy ya fallecido con motivo del proceso en Francia contra Klaus Barbie (ver foto primera) , antiguo oficial de las SS –al que se acusaba grosso modo de la crucifixión y muerte de nuestro/señor en la cruz-, al que Vergés defendió, evocando la tragedia (sic) del oficial de un ejército de ocupación en un país donde la población resiste al ocupante. Yo no era militar pero por mi condición de hijo de militar crecido en un medio militar heredaba y compartía grosso modo el espíritu y la mentalidad (colectiva) del ejército que ganó la guerra y garantizó la paz en décadas de posguerra.
Y los perfiles trágicos (sic) de mi situación se la daba mayormente el que ese sector indignado de mi generación procedían en gran parte del medio sociológico y familiar –y militar incluso- del que provenía yo mismo. Un superviviente –en francés rescapé”- de aquella movida (que precedió de una década a la otra movida de la transición), así es como hoy me veo (aquí ya lo tengo dicho) Un poco mutatis mutandis como el nuevo premio Nobel de Literatura Patrick Modiano “sobreviviría” –huyendo al mismo tiempo de ella- a la generación de mayo del 68 (la mía también) en su versión (original) francesa, como ya lo dejé sentado en una entrada anterior, estén vendiendo ahora los medios de la prensa global por cuenta suya lo que quieran. ¿Dialogo de memorias en puertas por muy tensa y azarosa que se presente, con esos jóvenes indignados como la que lleva a cabo Umbral en sus novelas guerra civilistas? No lo excluyo a condición que hubiera un mínimo de apertura, ya digo. Más auténtico y más abierto desde luego me parece el estado de espíritu de muchos de los jóvenes indignados –cuando se les pase la indignación (como un virus de Ébola en el plano ideológico e intelectual y anímica al mismo tiempo)- que el de algunos viejos carcamales que vivieron aquello desde el otro lado de la barrera –porque ya no les pilló tan jóvenes- y que se despiertan hoy –¿manía senil?- entusiastas incondicionales de Podemos y de su líder. Para un viaje así no necesitábamos alforjas, cabría espetarles sin acrimonia y sin complejos tampoco a aquellos espíritus senectos (ya hoy) que se iban a comer el mundo entonces. Ciegos y guías de ciegos, así es como se mostraron. De una ceguera espiritual (e ideológica) que por lo que se ve no tiene cura. Ni con la edad siquiera
FLORENTINO Y LOS ULTRASUR
Florentino Pérez ha cruzado ciertas líneas rojas infranqueables, por lo que se ve, porque el mundo de los ultrasur se le ha echado otra vez encima. Soy madridista desde niño, desde que con quince años de edad, yo solo con la entrada más barata del estadio –en un Betis-Real Madrid (otoño del 64)- me subí hasta las gradas más altas del Bernabéu entonces que si siguen existiendo deben ser teatro predilecto de esos ultras de nuestro tiempo. El fenómeno de los ultrasur me escapa porque deserté los campos de futbol desde muy joven y sólo en alguna rara ocasión volví a asomar en ellos. Florentino Pérez le ha visto tal vez las orejas al lobo con lo del Maidán de Kiev –capaz de reproducirse en Barcelona en un corto plazo de tiempo- o tal vez más reciente con lo ocurrido el domingo pasado cuando grupos de aficionados violentos intentaron tomar por asalto la tribuna del Standard de Lieja donde se encontraban el presidente (y propietario) del club y su entrenador aborrecido por una parte de la afición, provocando la suspensión del partido a unos minuto del final. Como quiera que sea, en un comunicado que viene circulando en la red del club madridista -sin firma y sin fecha- se enumeran y detallan gráficamente un montón de símbolos –representativos y significativos o sin serlo en modo alguno- y de banderas nacionales o extranjeras más o menos "piratas" las unas, preconstitucionales o a la derecha de la derecha las otras, de extrema derecha para entendernos. Y los de Ultra Sur les han declarado la guerra a Florentino y a las ancas de aquellos, el partido FE la Falange –en un comunicado virulento en extremo en el que anuncian una querella criminal contra el presidente del real Madrid- con lo que parece así identificarse uña y carne con ese mundillo de los aficionados violentos.
Curioso y chocante a fuer de extraño. La falange heroica -de los tiempos heroicos- no tenía nada que ver con fenómenos de ese tipo, eran otros tiempos es cierto, pero la hinchada de San Mamés –ganada (ya entonces) al separatismo vasco- le mereció al fundador de la Falange unos comentario memorables en el Parlamento –a cuento de Unamuno y de Ramiro de Maeztu- que no denotaba mucha consideración o respeto para ese tipo de fenómenos (futbolísticos) A menos que lo que ahora pretendan es cocer o preparar para un futuro más o menos próximo escenarios como los del Maidán de Kiev donde se vio sellada –en la violencia callejera- una santa/alianza de hinchas/hooligans y asociales con nacionalistas (de extrema derecha) Aquí van pues como sean, estas líneas a modo de aviso a los navegantes (y de advertencia)
3 comentarios:
Hablando de Cataluña, Ucrania y los hooligans...
Se unen a Novorrusia como voluntarios dos separatistas catalanes:
https://pbs.twimg.com/media/B0fjVmKCIAAWR3b.jpg:large
https://pbs.twimg.com/media/B0eUixFCYAAqV9L.jpg
Su perfil en Facebook:
https://www.facebook.com/adri.ktfolleunpez?fref=pb&hc_location=profile_browser
El cura ortodoxo les bautiza y les hace una entrevista (usar traductor de Google):
https://vk.com/wall243897640?w=wall243897640_6301
Los de la brigada Carlos Palomino, por cierto, se integraron a petición propia en el mismo batallón donde combaten los nacionalsocialistas franceses:
https://pbs.twimg.com/media/B0ArAVDCMAAr4WS.jpg:large
Así lo recoge el perfil de Facebook de Unité Continentale:
Después de los nacionalistas franceses y serbios, han sido 5 voluntarios comunistas españoles los que han ingresado en nuestra unidad por su propia voluntad. Estaban en el Batallón Vostok del Donetsk, formaron parte de misiones no operacionales, por tanto dos de ellos son veteranos profesionales de élite (infantería de marina).
Nuestra unidad deja de lado los conflictos ideológicos pasados. Ellos han venido para combatir a nuestro lado, llevan su bandera y nosotros estamos orgullosos de acogerlos como hermanos de armas.
Contrariamente a lo que pasa en el oeste, aquí Tradición y Socialismo no se enfrentan sino que combaten juntos contra el enemigo común”.
https://www.facebook.com/unite.continentale
¿Se ha logrado la unidad nacional-bolchevique que preconizaban los ideólogos NR?
Juan, perdona que me haya desviado del tema. Quería dejarte esa información.
¿No me has dejado pasar el anterior mensaje? Avisa y no molesto más. Pero por lo menos dime si lo has leído.
No me pasas una, Rodericus. Sé muy bien -porque me lo han hecho ya saber- que para algunos no soy más que un pobre friki -un término que desconocía yo hasta no hace mucho, mi palabra- que se pasa pegado al ordenador las veinticuatro horas del día. Pero a fe mía que no es así, aunque le de mucho a la tecla, lo reconozco. En cuanto que vi tus mensajes los colgué, asi fue, Roderic. Son muy interesantes -y desconcertantes- los datos y enlaces que me envías. Reconocerás no obstante que el caso español es atípico. Voluntarios rojos o rojo/separatistas (jovenes además) que acaban arribando al Donbas, no creo que les puedan venir hoy por hoy más que de España ,y esa reflexión -se dria que inédita hasta ahora no lei nada parecido por lo menos- sobre tradicion y socialismo (de un sello tan nacional bolchevique) me suena a mí a una forma más o menos disimulada o discreta de asumir ese fenómeno tan atípico y al mismo tiempo typical spanish, tratando de darle más o menos veladamente una explicación que no deja de sonarme a mí también a un reconocimiento explícito de parte rusa de la fractura que supo en toda Europa la revolucion de octubre, particularmente entre españoles. Porque un pope ruso ortodoxo por mucho que sus antepasados directos hubieran colaborado por patriotismo -cuando la segunda guerra mundial- con el régimen soviético (y después) no puede dejar de recordar la persecución religiosa (aunque fuera dirigida contra los católicos) durante la guerra civil española. Ni pude ignorar tampoco la cantidad de eclesiásticos que cayeron asesinados en Paracuellos. Aunque sólo sea porque el Vaticano tanto los habrá recordado (a toro pasado) en los dos últimos decenios. Saludos
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