Miguel Arias Cañete, tras un reñido proceso de selección –y con el voto en contra de los socialistas españoles y de la extrema izquierda y también (nota bene) de la extrema derecha de la Eurocámara- ha sido finalmente elegido comisario de Energía y Medio Ambiente. Y yo me alegro, y me explico ipso facto. Soy tan euroescéptico como el que más con las credenciales que me da además el conocerme de cerca el paño, por el llevar ya tantos años –veintitrés de los veintiocho que llevo en Bélgica- residiendo en la capital de las instituciones europea. Vi aquí pasar –una tras otra- a sucesivas promociones de euro funcionarios españoles con los que me cruzaba en la calle y con los que raramente alcancé nunca a liar la hebra, como si fuéramos doblemente extranjeros ellos para mí y yo para ellos, si se exceptúan mis contactos –borrascosos y que acabaron como el rosario de la aurora- con el colectivo Coordinadora por la Paz (en el País Vasco) que funcionó aquí en Bruselas entre los funcionarios españoles de la UE, al final de la década de los noventa e inicios del milenio, como aquí ya lo dejé abundantemente registrado. No me caso con nadie además, con el PP tampoco, y podría demostrarlo mucho más fehacientemente tal vez que otros que tienen la boca llena en permanencia contra los “traidores” del partido en el poder, el caso es tener traidor a mano, como tuvieron a Franco y a Solís, y a Raimundo y a Girón y paro de contar. No es óbice que me alegro de este nombramiento, ya digo, de un español en unas instituciones europeas con sede en Bruselas. Como me insurgí contra la campaña infame -de un tinte anti-español inconfundible y con un tufo a leyenda negra más inconfundible todavía- contra "las mentiras" (¡vaya por dios!) de José María Aznar tras el 11 de marzo aquí en Bélgica. No soy un enemigo del PP ¿Podría decir lo mismo del PSOE? No lo sabría negar ni afirmar tampoco en cambio. Quiero decir sobre todo que no tengo cuentas pendientes con los “populares” del tipo político o simplemente personal, como parece ser el caso de algunos. España no es Grecia, ya lo di claramente a entender en mi anterior entrada, y yo comprendo no obstante que haya algunos en España deseosos de emular –en tirón electoral, en capacidad de audiencia y seguimiento, y en presencia y protagonismo en la vía pública- a los griegos de Amanecer Dorado y que por vía de consecuencia acaben dejándose arrastrar a comparaciones un tanto odiosas y que no proceden con formaciones punteras del espectro político en Grecia, en claro y crudo, con el partido Nueva Democracia.
Porque todos aquí me reconocerán que las cosas en España no llegaron a los extremos que alcanzaron entre griegos que explican (y justifica) la explosión social que acabaría traduciéndose en la emergencia espectacular de Amanecer Dorado. El test crucial lo es hoy por hoy Cataluña en donde hay líneas rojas a no traspasar, y en el momento que lo fueran -caveat rex!- está claro que ni yo ni otros muchos seguiríamos sintiendo ligados en lo más mínimo por obligaciones de comedimiento o de respeto y acatamiento del orden establecido como así me siento, hasta prueba de contrario ya digo. Por todo lo que precede se comprenderá pues que me alegre sinceramente por el nombramiento de un comisario (UE) español –patrocinado además por un luxemburgués (¡manes de la memoria española en Flandes!) y que me indigne a la vez del espectáculo que habrán dado los socialistas y los verdes españoles fieles a una triste tradición de autoflagelación que tanto nos habrá pesado y tanto habrá condicionado nuestro destino. Y la palma (de mi indignación) se la lleva la portavoz del PSOE –de nombre euskera Iratxe) y de apellidos españoles García Pérez (y no sé cuántos apellidos vascos también)- con la boca llena de acusaciones de machismo en contra del nuevo comisario. Machismo es un dicterio con una carga de peyoración inevitable, que se declina (fatalmente) en español en todas o casi todas las lenguas del planeta. Pero tal vez sea pedir peras al olmo el que consideraciones o denuncias de ese matiz puedan ser tenidas mínimamente en cuenta por socialistas españoles, y españolas (por bellas y atractivas que sean)
EXCALIBUR, DESCANSE EN PAZ Y DESCANSEMOS TODOS
La caridad es contagiosa y la filantropía con el género animal, virulenta y no menos imprevisible y peligrosa también, y que me perdonen los que no sientan así entre mis lectores. Lo ocurrido con el perro es muestra palpable no obstante de lo que afirmo. El perro mascota de la enfermera contagiada por el virus Ébola –y de su marido- acabo siendo sacrificado (sedado y eutanasiado, y posteriormente incinerado) con al asentimiento unánime o cuasi unánime del conjunto e la opinión pública española, salvedad hecha de la reacción de una minoría irreductible e inasequible al desaliento que se veía representada en el puñado de manifestantes ue se congregaron en defensa del perro con un ardor y una pugnacidad increíbles hasta el punto que llegaron a romper el cordón policial produciéndose cargas con el saldo de un persona herida. De cierta edad ya esta última, lo que me parece sintomático de un aspecto todo menos trivial que el escándalo y solivianto suscitado en torno a ese caso habrá puesto de manifiesto. Y es la particular sensibilidad –rayana en la histeria- que habrán mostrado personas de cierta edad, de mi generación groso modo, a la hora de protestar y de buscar un responsable a toda costa del contagio producido. La generación de la transición –de nuestras culps y pecados- que se habituó a protestar y a escandalizar y a poner el grito en el cielo por un quítame aquí estas pajas se ha hecho mayor (ay dolor) pero no perdieron sus hábitos protestones –y descarados- de cuando más jóvenes. ¿Culpable la ministra? Yo, como hubiera dicho Umbral de esas cosas no entiendo. No entiendo –y ya dejé aquí clara constancia de ello de un tiempo a est parte- ese pathos sin duda genuinamente democrático, de buscar y exigir responsabilidades a todo precio en todo tipo de catástrofes o simples accidentes, e en el Madrid Arena, en el accidente del AVE de Santiago, en el Prestige por supuesto etcétera, etcétera. UN pathos sin duda genuinamente democrático y typical spanish más aun, de la democracia española. El responsable primero y principal es el gobierno y su presidente al frente que dieron luz verde –¿por orden de fuera? ¿de la propia UE tal vez?- a la repatriación de los dos religiosos infectados. Una decisión política por excelencia, que asuma o que impugne y exija quien así lo juzgue de imperativo. A Excalibur le durmieron (en el señor) y me parece muy bien, aunque así sigamos llevando el sambenito de puertas afuera –y a fe mía que sé de lo que hablo- de un pueblo que no gusta de animales. Qué le vamos a hacer. Y también de puertas adentro, se me olvidaba, entre ciertos catalanes por ejemplo a tenor de la cobertura brindada por la Vanguardia en este tema. Descanse en paz Excalibur, y descansemos todos
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