sábado, octubre 04, 2014

INTEGRIDAD DE LA NACIÓN Y ORDEN PÚBLICO ACAMPADA PLAZA DE CATALUÑA

¿El espectro hecho realidad? ¿Un Maidán (de Kiev) en ciernes en la Plaza de Cataluña? No será desde luego el alcalde separatista de la Ciudad Condal el que lo impida. Ni siquiera los manifestantes españolistas (bilingües) que se espera en el mismo lugar el proximo doce de octubre. Ya se encargará la alcaldía secesionista de sacar provecho del choque previsible entre dos manfiestaciones contrarias. Coser y cantar para ellos (y para los aprendices de brujo que los guían) ¿Para cuándo el comienzo de la intervencion -por el poder central- de los órganos de la autonomía catalana?
Los cachorros con los que cuentan –como el pan comer- los secesionistas catalanes en su aventura ya tienen marcado el camino. O digamos que ya se han puesto a recorrer, caretas fuera, el que muchos ya nos sabíamos de antemano.

Y es que ese camino –lo sabían hasta los niños- pasaba y pasa forzosamente por la acampada nocturna en la vía publica. De preferencia en los lugares ya consabidos que sirvieron de teatro a anteriores acampadas, o sea que está sucediendo lo que eera de esperar, a saber que los cachorros del independentismo ocupan desde anteayer la Plaza de Cataluña –escenario principal hace dos años del 15-M en Barcelona- con intención de aguantar allí todo lo que puedan, para lo que cuentan en su haber con las declaraciones ambiguas del alcalde de Barcelona que ya se bajó los pantalones (un decir) en temas de ocupación hace unas meses de forma flagrante con la ocupación de un casa okupa en el barrio de Sants al cabo de una semana de protestas e incidentes en la vía publica. 

Las cosas en su sitio, de todas formas. La Plaza de Cataluña de Barcelona no es la Puerta del Sol de Madrid, ni siquiera es como lo es ahora la emblemática glorieta madrileña tras los trabajos realizados –por la alcaldesa actual- en los últimos tiempos, y es por poseer aquella un espacio enorme –el grueso de la extensión geométrica de la plaza- al abrigo del tráfico e incluso de la circulación de transeúntes.
José Francisco Mateu Cánoves, magistrado del Supremo y ex-presidente del TOP en el momento de su asesinato (el 16 de noviembre de 1978) a manos de un comando de la ETA. Sin la labor meritoria -heroica incluso- del Tribunal de Orden Público, la transicion pacífica -que en sustancia lo fue- hubiera sido impensable. La salvaguarda y el mantemimiento del orden público tanto en zonas rurales como en ámbito urbano fueron uno de los grandes logros del régiemn anterior. A igual título que el desarrollo económico y social innegable en la posguerra o la creación de infraestructuras. Una asignatura pendiente de la historiografía, incluso de la historiografía "revisionista"
No es óbice que el fenómeno okupa es una lacra que arrastra de antiguo la sociedad española, desde los tiempos de la transición política y no deja de ser al mismo tiempo un defecto estructural del estado de las Autonomías, como se habrá puesto de manifiesto en los últimos años, en casos (conflictivos) tan emblemáticos como las acampada y protestas callejeras que trajo consigo la movida del 15-M de los indignados con los cortocircuitos e interferencias tan frecuentes a que dio lugar entre las instancias del poder central y los órganos autonómicos, o como sucedió ms recientemente en fenómenos de ocupación callejera como los incidentes del barrio burgalés de Gamonal en diciembre del año pasado, y los del barrio barcelonés de Sants al que aludí más arriba, de hace unos meses.

El Orden Publico con mayúsculas es un valor ciudadano de derecho público y del primero orden con mala prensa –puesto en entredicho incluso- en democracia y en particular en la España de la democracia, muchos más –doy fe de ello- que en otros países europeos. Y es sin duda porque vino a poner de manifiesto uno de los logros históricos indiscutibles del régimen anterior. El orden público la paz ciudadana fueron logros indiscutible del régimen de Franco.

Algo fuertemente anclado en la memoria colectiva se diga lo que se diga. La España de los años sesenta –de los cincuenta incluso que ya me pilla un poco más lejos, de niño, en el recuerdo- era una nación en paz, donde reinaba el orden por todas partes, en sus campos como en sus ciudades, de una punta a otra de la Península. Se me objetará que las cosas se torcieron hacia finales de la década, cuando efectivamente el Orden Publico se vio blanco directo de unas campañas subversivas de agitación –orquestadas mayormente por cierto desde el extranjero-, pero el hecho de que se trataba mayormente de un fenómeno artificial, de importación –como lo están siendo ahora grosso modo las protestas de Hong Kong- lo demostraba de forma palpable la tensión que se podía masticar a veces aquellos años del tardofranquismo tardío.

Oyendo por ejemplo el vuelo de helicóptero, sobrevolando el campus de la Universitaria, los que vivíamos en los barrios adyacentes. Y era precisamente en la medida que aquel ruido venía a perturbar y a alterar –de golpe, con aquel runruneo tan obsesivo (y tan aciago)- la paz ciudadana y la calma olímpica tan plácidas y tan absolutas que era en lo que habíamos crecido y a lo que estábamos habituados. En concreto la paz del barrio aquel en el que me veía (un decir) condenado a menudo a pasar el día –en casa sin moverme, en semana (…)- por culpa del estado del campus y de las facultades puestas permanentemente panza arriba –sin clases ni actividad docente alguna- por el movimiento de subversión universitaria de aquellos años (finales de los sesenta y principios de los setenta)

No se trataba de un descontento generalizado como la guerra de propaganda trataba de hacer ver dentro y fuera de nuestras fronteras, sino de una paz social, de un orden publico amenazados por agentes y factores extrínsecos (y o externos) como lo ilustraría para la posteridad también –se quiera reconocer o no se quiera- la aparición entonces de una jurisdicción especial, el TOP, Tribunal de Orden Público. ¿Heredero de otros de más triste recordación (para algunos)?

Como sea, es algo innegable e irrebatible que aquel tribunal tan calumniado –sin el cual (entre paréntesis) la transición hubiera sido imposible (e impensable)- encontró en ese valor ciudadano irrenunciable de la defensa del Orden Público la justificación de su existencia.

Hoy como ayer. La defensa y el mantenimiento del orden público se ha convertido en tarea de extrema urgencia las horas que corren. Porque la integridad de la nación pasa por ahí precisamente.

En otros términos, la embestida secesionista muestra su verdadero rostro las horas que corren, mucho más que en el desacato (hasta ahora impune) de los mandamases de la generalitat, en el desafío en curso al orden público por la calles de Barcelona. A buen entendedor pocas palabras sobran.

LAS TRIADAS EN ACCIÓN
China, y las Triadas del Pacifico. Como los dos polos de una elipse, inseparables. Un nombre –ese de triadas- nimbado de resonancias misteriosas, y de una cargazón poética y sugestiva indiscutible, se quiera reconocer o no se quiera, como no habrá dejado de verse plasmado en ciertos géneros (o subgéneros) literarios como el de la novela negra. Mas allá por cierto de la Leyenda (negrísima) que le acompaña, como le ocurre (mutatis mutandis) a la mafia italiana. Decían los nominalistas medievales que la inteligencia humana no llega a captar más que el nombre de las cosas, y no la realidad de las mismas. Y fenómenos como los que acabo de mencionar se diría que acaban dándoles tantos siglos después toda la razón en la disputa. Qué sabemos nosotros de la mafia italiana, qué sabemos nosotros de las Triadas chinas más allá de lo que nos cuentan (de encargo) artículos de divulgación en la red (como los de Wikipedia)

¿Qué sabemos nosotros puestos a generalizar de la China actual y del régimen (comunista) que la gobierna, aparte del rotulo que siguen ostentando y de ciertos elementos –como la bandera roja- de su simbología? Y por eso precisamente se revisten de tanto interés para algunos entre los que me encuentro los acontecimiento de Hong Kong que los aprendices de brujo que viene orquestando –desde Occidente- las manifestaciones de jóvenes indignados querrían utilizar de ariete o de palanca decisiva que eche abajo al régimen de Pekín, y que no dejan de ofrecer no obstante una mirilla abierta –el tiempo que duren los incidentes- de una importancia sensacional que nos permite escrutar el interior de ese universo hermético, por poco tiempo que dure y por poca información que se nos ofrezca. En el fin de semana el nivel de asistencia y la fuerza de impacto de las manifestaciones callejeras en Hong-Kong habrán bajado considerablemente tras la intervención en los lugares teatro de la protesta de grupos rivales que los manifestantes, y los medios occidentales habrán acusado de inmediato de estar manipulados por la Triadas. Una forma sin duda como otra cualquiera de explicar li inexplicable a ojos de occidentales y de la prensa global (radicada en Occidente) a saber el desinflamiento progresivo (y veloz) de un movimiento de protesta al que ya la le tenían adjudicadas las metas más ambiciosos y un calendario y unos ritmos de ejecución de lo más precisos. ¿Navidades blanca en Pekín, del blanco de la democracia (USA)? Se me antoja que va ser que no. Al tiempo

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