miércoles, mayo 20, 2015

AZNAR, BLANCO DE UN ODIO DE GUERRA CIVIL

"No quiero que vuelva la izquierda, ni con coleta ni sin coleta" José María Aznar fue mi amigo –hace mil diluvios, cuando ambos éramos muy jóvenes-, aquí todos (o casi todos) ya lo saben. No reniego de esa amistad, aunque en el pasado le haya reservado acervas críticas por errores -graves y flagrantes-, que podían (razonablemente) ponerse en el pasivo de los años de su doble mandato, en particular el que permitiera –por cuenta de la buena marcha de la economía que parecía el leitmotiv primordial por no decir exclusivo de su acción de gobierno (como lo sigue pareciendo en el gobierno actual)- la incubación y resurrección de la memoria –prácticamente muerta ya entonces- de los vencidos del 36, algo que viví gota a gota, minuto a minuto, como quien dice desde el observatorio tan privilegiado que me daría mi lugar de residencia (en Bélgica) Pero a fuerza de verle puesto en la picota –en España como en Bélgica (en particular tras el 11 de marzo)- y pasto a la vez de un odio de guerra civil inextinguible, la empatía y la comprensión habrán acabado saliendo ganadores del problema –mental, psicológico- que arrastré por cuenta suya, lo reconozco. Sin que ello me lleve a pedir –vade retro!- el carnet de miembro de su partido. Entre otras cosas, porque no me considero demócrata, no me lo sentía cuando le conocí y sigo sin sentírmelo hoy día tampoco. Las cosas claras y el chocolate espeso
Se veía venir. Ante el batacazo electoral que parecen vaticinarle las encuestas Pablo Iglesias –para el futuro de su movimiento y el suyo propio- se saca de último recurso un triunfo, que me diga un fetiche de la manga como un vulgar ilusionista, a saber, la memoria (acomodada) de José Antonio Primo de Rivera. Lo que les viene como anillo al dedo de coartada a la Gaceta –el diario emblemático de la derecha religiosa-, a la hora de echarle un mano in extremis al líder de Podemos, casi a la desesperada, informándonos piadosamente que el líder de la coleta va repartiendo fotos a izquierdas y derechas del fundador de la Falange, dedicadas se supone (…)

Y parece que lo hace echando mano a la vez, no del último (o el penúltimo) José Antonio sino del más joven y precoz, justo el de los inicios de su carrera política, de los tiempos del MES –unas siglas que despertaban la hilaridad a algunos (entre otros de Ramiro Ledesma) , a saber Movimiento Español Sindicalista-, y a las que si se le cambian la primera y en vez de la M se pone una F nos ponen en la pista otra vez -¡ay dolor!- del (difunto) FES, léase de esa fiebre o de ese síndrome o de esa pseudo religión fetichista “joseantoniana” que vengo denunciando en estas entradas desde hace un rato algo en lo que me habré suscrito y reafirmado en mi último libro “Guerra del 36 e indignación callejera” Pablo Iglesias, un nuevo José Antonio (...)

Y a hundirles aún más en su espejismo viene ahora Iglesias que confiese su fascinación (sic) por la figura del líder falangista. Fascinado por el crimen que cometieron sus correligionarios el 20 de noviembre del 36, le replican de inmediato en el primero de los cometarios del hilo de discusión abierta en la Gaceta sobre el tema Vox populi, vox dei. Como si el autor del comentario se hubiera leído mi último libro y en particular sus últimos párrafos que dedico al mito joseantoniano y al síndrome de la cárcel de Alicante. Un síndrome que afecta sin duda tanto a los descendientes de los de un bando como los del otro. En un sentido de doblegamiento –a las banderas e ideales de los otros- en los nacionales y en sus descendientes, y de justificación insidiosa soterrada, solapada de aquellas banderas (de sangre) en los (cripto) rojo/republicanos que fueron siempre  de camisa azul disfrazados por la vida. Ya me tengo harto explicado y no volvería a la carga si no estuviera por medio la emergencia electoral tan importante ante la que nos encontramos.

Por la red nos enteramos ahora de pronto que el padre de Juan Carlos Monedero es un adepto incondicional de Vox, como lo muestra una foto en la que se ve le posando ufano junto a la figura más destacada de ese partido, una disidencia (anti-abortista) a la derecha del PP como todos saben. Monedero -pese a su extremismo (marca mayo del 68)- representaba en Podemos a las victimas (pasivas) del síndrome de Alicante por llamarlas de esa forma. Las victimas activas, saber los descendientes u originarios del bando de los vencidos que van por el mundo con el fetiche joseantoniano por montera -lo agiten o esgriman en permanencia o lo hagan solo en situaciones señaladas o señaladísimas como es el caso ahora-, esos en cambio se ven mucho mejor encarnados representadas por Pablo Iglesias, y por la antigua ninfa Egeria de Podemos que parecía plantada como novia de rancho o tirada en la cuneta pero que vuelve ahora al redil, y me refiero (por si algunos ya la habían olvidado) a la antigua novia o compañera sentimental del líder de la coleta, antigua concejal de Rivas Vaciamadrid por Izquierda Unida.

¿En el umbral del ocaso, la carrera política de Iglesias y del grupo por él fundado? La entrevista concedida por el líder de Podemos al antiguo enrabiado (“enragé”) de mayo del sesenta y ocho, Tarik Alí (hoy ya sin bigote) –una especie de Daniel Cohn-Bendith versión “british” (al imperio británico me refiero) entonces- y que será retransmitida en diferido hoy martes por Tele Sur la emblemática cadena chavista venezolana, parece confirmar esa impresión, con esa frase suelta suya –como un ave de mal agüero (del bueno que me diga)- que la ventana de la oportunidad (sic) puede que se les cierre pronto. Sin comentarios. En esa entrevista, su interlocutor anglo/pakistaní -de clase alta, afincado de niño en Gran Bretaña- compara la irrupción de Ciudadanos a Pot Ami, el grupo griego de centro izquierda que impidió in extremis la victoria por mayoría absoluta de Syriza en las últimas elecciones griegas.

Mutatis mutandis, a Iglesias le parece una operación inteligente orquestada por la derecha la irrupción (fulgurante) de Ciudadanos en la escena política y en la campaña electoral en curso. Como sea, la comparación con el caso griego cojea cada vez más a medida que los días pasan, y es que se ve sin duda ahora mucho ms claro lo que algunos decíamos a gritos –desde este blog quiero decir- y en solitario como quien predica en el desierto, a saber que Grecia no es España. En Grecia el PASOK se desmoronó y quedaron frente a frente Syriza y Nueva Democracia, con Amanecer Dorado de tercero en liza y de chivo expiatorio también por el momento (en la situación que se vive actualmente allí) En España en cambio el único desmoronamiento de partido que se vislumbra es del de Izquierda Unida, precisamente los aliados naturales de Podemos, su principal vivero hasta ahora de votos y de nuevos militantes.

El debate que se anuncia entre el líder de Podemos y del de Ciudadanos –"una criatura del presidente del Banco de Sabadell", según Iglesias, quien habría evocado la urgencia de “un Podemos de derechas”- es probable que se acabe en tablas, muy improbable en cambio que decida algo que no esté ya decidido de antemano. Me puede no obstante la curiosidad de saber hasta qué punto el nuevo líder catalán pueda estar a la altura del desafío que le plantea su rival, una criatura de la red y de las redes sociales, avezado en los secretos y misterios más insondables del mundo de la comunicación, (en política) No lo tiene difícil no obstante el líder de Ciudadanos, a condición que sepa elegir el terreno, que es en parte el suyo propio, a saber el de Cataluña.

En un artículo en la Gaceta a modo de glosa de la información que evoqué al principio de esta entrada sobre las estampas joseantonianas de Pablo Iglesias, su autor -un “azul” fuera de toda sospecha- hace (atinadamente) observar que el día que el líder de la coleta distribuya esas estampitas (joseantonianas) en Barcelona, lo mismo que parece estar haciendo (a toda prisa, y de urgencia) en Madrid, ese día –sin duda lejano- su credibilidad se vería notablemente reforzada, manera (suave) de decir que por el momento es algo que se le echa (clamorosamente) en falta. Pablo Iglesias –viene a decir el autor del artículo al que aludo- se proclama soberanista en el parlamento europeo, frente a la troika y los mercados (y que se yo) y defiende en cambio el derecho a la autodeterminación en Cataluña.

La Unidad, ese es el gran reto que se nos plantea a los españoles las horas que corren, y en eso parece acertar con su apuesta la Espe, candidata a la alcaldía madrileña, sean cuales sean los gazapos de los que se ven salpicado sus discursos a veces o las cacerolas no menos ruidosas que arrastre (según sus detractores) Y un signo que no engaña es la convergencia que parece ir a saliendo a la luz a medida que se agota la recta final de la campaña entre la candidata a la alcaldía y José María Aznar, el líder mal/amado, que se merece comprensión y empatía precisamente por ese odio –de raíz inequívocamente guerra civilista- que despierta en algunos.

Lo que no lleva algunos a perdonarle, o a cubrir de un tupido velo lo que no comprendimos en él de antiguo, unos errores (suyos) que algunos –con razón o equivocados- sentimos haber pagado contante y sonante o experimentado en propia carne, como esa negligencia tan garrafal e inexplicable que le llevó en sus años de mandato a obviar o ignorar olímpicamente el resurgir de la memoria de los vencidos del 36, más conocida (con ayuda de un eufemismo) como la memoria histórica.

José María Aznar se equivocó tal vez en el Irak, es posible, pero no hay mal (como dijo el Caudillo) que por bien no venga. Y está claro que el enorme revulsivo que produjeron los atentados del 11 de marzo –en España y en el mundo entero- le dieron la puntilla al terrorismo de la ETA. Y eso –nobleza obliga- hay que acabar reconociéndoselo

2 comentarios:

PREFERENS dijo...

pues vaya un amigo más tonto que tenía usted

Juan Fernandez Krohn dijo...

¿Es una declaración de guerra? De tí me sorprende, Preferens (o eres otro)