Roger Holeindre. Una figura histórica del Frente nacional del que fue uno de los fundadores, y escindido del Frente Nacional en su versión actual, en desacuerdo con la línea de des diabolización de Marine le Pen, y uno de los nombres que hacen irrupción ahora ante la eventualidad de la aparición de Frente Nacional Canal/histórico al socaire del revulsivo creado por la suspensión de militancia de Jean Marie Le Pen y su negativa a acatar la sanción de la que se ve objeto. Roger Holeindre gravitó a distancia en mi trayectoria desde mis años jóvenes, cuando me llegaba a Madrid –a principios de los setenta- su revista anti-Mayo de 68 “Le Contrepoison” (El Contraveneno) Y seguiría gravitando de cerca durante los meses que erré en Francia –primavera del 86- tras mi salida de la cárcel portuguesa, sin yo darme siquiera cuenta. Quien no es agradecido no es bien nacido. Y lo recuerdo ahora que la ocasión se presentaMe leí un libro de muy joven del que se me quedo el titulo por lo elocuente y revelador sobre todo, “El nacimiento de un monstruo, la opinión publica” de un autor al que llegaría a conocer años más tarde, por tratarse de Bernard Fay un destacada figura de la Colaboración en Francia al que tuve de profesor de masonería y sociedades secretas (sic) en mis años del Seminario de Ecône. Y me vienen ahora a la mente tanto el librito como su autor en el marco de la crisis desatada al interior del Frente Nacional de la que he vedo noticiando -y glosando sus novedades más destacadas- en estas entradas abundantemente.
Y es porque la presencia de aquél en Ecône, una obra fundada por un obispo que por muy de derechas que fuera no dejaba de formar parte de un clase dirigente en Francia –política y eclesiástica- emergente de la segunda Guerra Mundial (y de la “Liberation”), por su condición –sacrosanta e intocable- de hijo de un deportado en Alemania durante la guerra y muerto además en deportación no dejaba de ser sintomático de algo que habre destacado en mis últimas entradas sobre este tema, y es el espíritu reconciliador en lo que se da en llamar extrema derecha en Francia en relación con el pasado que no pasa, el suyo propio, me refiero, el pasado francés en relación co la Segunda guerra Mundial –y la ocupación alemana en Francia- que no se da en España sin duda porque no se puede darse por culpa de la guerra civil (del 36) interminable –que aún dura- como lo denuncio y explico en mi libro de reciente aparición “Guerra del 36 e Indignación Callejera”
Entre nacionalistas franceses y doy fe de ello de mi experiencia de cohabitación con los seminaristas de Ecône que lo eran en su mayoría y de haberlos frecuentado no poco en otros sitios, las figuras de De Gaulle y de Pétain eran vistas como perfectamente compatibles en lo referente al menos al capítulo de historia francesa contemporánea referente a la Segunda Guerra Mundial, porque el de la guerra de Argelia es ya un capitulo aparte, que no invalidad no obstante lo que aquí decir pretendo. Pero me viene sobre todo a le mente –al filo de los recientes acontecimientos relacionados con la crisis en el Frente Nacional- el título del libro que aquí evoco, por tratar de un fenómeno típico y emblemático de régimen democrático, a saber el de las encuestas e institutos de sondeos.
El número dos del Frente Nacional –omnipresente en los medios franceses a todas horas del día y de la noche (casi)- se habrá apresurado a salir al paso de las reacciones y declaraciones recientes de jean mare le Penn tra su suspensión de militancia (que no expulsión) del Frente Nacional anunciando a bombo y platillo el resultado reciente de una encuesta de un instituto francés de opinión que da a Marine Le Pen ganador en la primera y en la segunda vuela de las próximas elecciones francesas. Hechos de encargo, esos sondeos o encuestas que le vienen, se diría, a algunos como anillo al dedo. Conocí personalmente al nuero dos del Frente Nacional por el que habrá venido –a creer a Jean Marie Le Pen- la discordia y la ruptura al interior del partido en una conferencia de prensa internacional de Marine le pen en abril del 2012 como aquí ya lo tengo resaltado.
Estuve todo el tiempo mas de una hora- que duro todavía la reunión, tras mi llegada con cierto retraso, de pie a unos metros de él, y confieso que me puse a mirarle varias veces con curiosidad porque le reconocí de inmediato de lo que había visto de él y sobré él publicado en los medios. Justo detrás de nuestra sentados entre los asistentes como uno más se encontraba Jean Marie Le Pen al que hice al final del acto cuando ya se iba todo el mundo ya l sala se había quedado casi desierta una pequeña entrevista que trascurrió de la forma más cordial como aquí ya creo tenerlo contado.
Su rival (encarnizado) de ahora, Philippot, no me mereció una impresión muy definida, lo que me dejo sin duda de rebote una impresión cierta pero subliminal de alguien un tanto anodino (en apariencia al menos) y desde luego perfectamente inexpresivo o perfectamente habituado a no dejar traslucir la menor reacción ni mover ni el menor músculo facial cuando se siente observado. Oí en alguna ocasión a los de la TFP -o se lo leí más bien al profesor Plinio, que era un gran, admirador de Winston Churchill- un dicho del célebre premier británico, por cuenta del que fue su gran rival en la posguerra, el dirigente laborista Clément Atlee, evocando un encuentro de ambos a la entrada de los Comunes (el parlamento británico), y era que “de un automóvil vacío surgió de pronto la figura de Clement Atlee”, queriendo sin duda retratarle así como alguien perfectamente insignificante y de una presencia física sin el menor influjo.
¿Un cero a la izquierda en el plano personal, una simple criatura del sistema francés republicano el número dos en la actualidad del Frente Nacional, que algunos comentarios en la red presentan como el puro profesional –un “pro” en lenguaje coloquio en francés- de la política y de la politología, y sobre todo a tenor de la imagen que acierta a dar de sí mismo, en materia de sondeos y encuestas de opinión?
En declaraciones recientes Jean Marie Le Pn no se habrá privado desde luego de atacarle directamente, de reprocharle un trabajo de subversión que es para lo que habría venido a parar al Frente Nacional, y de devolverle a la vez la bofetada del desprecio o del ninguneo que siente instintivamente en el otro, que despreciaría en lo íntimo y en lo más hondo según Le Pen todo esos paletos –ploucs, pequenots- del Frente Nacional (vieja época) ¿Un modelo de clase y de distinción el “enarca” ambicioso aupado a las alturas de las instancias de poder del Frente Nacional?
No soy francés y sin duda se me escapan mil matices (nuances) y pormenores -me curo en salud de inmediato- pero el número dos del Frente Nacional a verle de cerca y tenerle a un buen rato a unos metros de distancia a penas, hace pensar más bien a ese problema o imponderable –de insignificancia- al que aludía Churchill pro cuenta de su rival más directo que a otra cosa. Más desde luego que a un ejemplar prototípico de clase y distinción francesas (en la imagen “afrancesada” que arrastramos al menos muchos españoles)
A un peón o un obrero o a un empleado (o un encargado del servicio) del sistema republicano francés más que a otra cosa. Del sistema democrático que me diga, y de sus “monstruosidades” en materia de sondeos y de encuestas. El reto que plantea la des diabolización del Frente Nacional no me parece entre tanto menos de orden ideológico en el fondo. Así lo veo yo desde luego, no lo puedo remediar. Y la fiel ilustración se m e antoja que viene a brindarla ahora uno de los más destacados exponentes de la facción anti-(Jean Marie) Le Pen ("marinista” para entendernos) que habrá glosado el desenlace de la crisis de una forma no cabe más contundente. En el Frente Nacional –léase nueva moldura- no queremos oír hablar ni de raza blanca (sic) ni de Pétain (sic) ni de la Shoah en lo sucesivo.
Tres dogmas sacrosantos, o más bien, tres tabúes intocables, como unos nuevos tótems del régimen democrático aún más primordiales o fundacionales que el crimen/original –contra la figura del padre precisamente- del psicoanálisis freudiano, en una referencia directa a las declaraciones de Jean Marie Le Pen por las que habrá venido el escándalo y la crisis al interior del Frente Nacional sobre el mundo blanco y boreal (sic) sobre el régimen de Vichy y sobre el detalle (sic) de las cámaras de gas. Un reto de orden ideológico pues en el fono más que una simple cuestión de táctica electoral o de estrategia política el que viene e despapar la crisis del Frente Nacional.
Y me recuerda una vieja polémica de la historia francesa del siglo XIX desatada por la política de acatamiento del régimen democrático –lo que se dio en, llamar en francés “le Ralliement” (adhesión)- que el papa Leon XIII cumplió a rajatabla tanto en política italiana como en política extranjera durante su pontificado y preconizó sisn pausa ni descanso, entre los católicos “liberales que –tras vencer montañas de escrúpulos y reticencias- acababan marcando el paso detrás del pontífice demócrata, y los anti-liberales –en el fondo monárquicos legitimistas que lo rechazaban por motivos de conciencia-, y es que veían fatalmente agazapada una cuestión doctrinal o de principio por detrás o por debajo de discordias en materia de táctica o de estrategia.
Historia (y Memoria) frente a táctica y estrategia. Canal histórico de un lado y y del otro un nuevo Frente Nacional anti-fascista. Las cosas claras –gracias a la reacción del viejo “menhir”- en la derecha de la derecha –extrême/droite- francesa a partir de ahora
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