miércoles, mayo 27, 2015

PERRO FLAUTISMO SEPARRATISTA A LA GLORIA DE UN TERRORISTA

Puig Antich, último ejecutado en España por garrote vil. Icono intocable y referente supremo de Ada Colau, por confesión propia. Fue endiosado y se vio objeto de un culto de martirologio sin límites desde la muerte de Franco y la transición política. Contra lo que siempre nos hicieron creer almas piadosas, no era de una familia de vencedores sino de vencidos de la guerra civil, pasado eso sí -como tantos de los hijos de aquellos por un colegio de curas de la buena sociedad barcelonesa (años cincuenta) Fue juzgado y condenado por delito de sangre. Quien a hierro mata a hierro muere, reza la biblia canónica. Y a riesgo de parecer cínico por demás me atrevo a afirmar que su ejecución y la de los últimos ejecutados del régimen anterior poco después –junto antes de la muerte del Caudillo- salvaron a la sociedad española de una ruptura de régimen, y que sin ellas la transición no hubiera sido posible. Pagaron por todos. Ley de vida, regla de oro de la historia (ley de bronce que me diga)
Como todos aquí habrán perdido comprobar, mis análisis de la campaña electoral que habré venido aquí vertiendo sin falta en los días que precedieron a las elecciones del pasado domingo adolecía de un prisma madrileña por razón de fuerza mayor en parte, es verdad, y también a causa de la convicción que me anima que los problemas se resuelven a partir de la cabeza en otros términos desde Madrid o en mi caso desde Bruselas en la medida que me refiero al balcón o al observatorio desde el que siguió desde hace ya tanto –dia día- la actualidad española lo que explica que mi seguimiento de la campaña electoral y de su desenlace en Barcelona y particularmente en la Ciudad Condal haya retenido mucho menos mi atención como aquí todos habrá podido comprobar también.

Perro flautismo separatista , la fórmula se la tomo prestada –a mí que me registren- a un columnista de Libertad Digital, una publicación que se habría destapado por su furibunda opción anti-Aguirre en la recta final de la campaña y en la velada electoral al hilo de un recuento propiamente de infarto como así lo vivimos algunos.

De la señora Nicolau que de la que tengo entendido así es como se llama realmente, ya me ocupé en alguna entrada de mi blog anterior de Periodista Digital en plena vorágine de la crisis desatada por la problemática de los desahucios en la que dice de lo que realmente pensaba de ella, y lo que sigo pensando –en el plano político- que es en realidad una agitadora profesional de una trayectoria atípica que no se explica sin la cultura que me deja contra-cultura de protesta callejera –y asocial- generada en España desde los años de la transición que acabarían haciendo eclosión en la erupción del 25, de la que los medios españoles y extranjeros endosan la paternidad o autoría intelectual –menos lobo- a esta pasionaria barcelonesa, de ascendencia castellano-aragonesa a la vez, de padres separados o divorciados.

De una madre que evocaba siempre delante de ella desde pequeñita la ejecución de Puig Antich, el anarquista catalán hijo de otros separatistas y educado en colegio de curas de Barcelona –como tantísimos en su caso-, con las mejores familias, que se vería convertido en el último ejecutado -por garrote vil- del régimen anterior por haber dado muerte a un agente de las fuerzas del orden, y como tal endiosado y objeto de culto de martirologio tras la muerte de Franco y la transición política.


Asesinado por el régimen anterior así lo evoca la pasionaria anti-desahucios como lo recogía la prensa francesa tras las elecciones del domingo, lo que ya nos da una idea de la personalidad de esta político inconformista e indignada, y de lo que nos espera. Lo que de ella podemos esperar me refiero. El anarquismo catalán arrastra en algunos sectores una reputación completamente falaz y contraria a la verdad histórica de anti-separatista. Ni histórica ni ideológicamente es algo que mínimamente se sostenga sin embargo. Su idea o postulado federal de un iberismo de pueblos o pobladores de la Península estuvo históricamente subyacente en la génesis de tensiones separatistas desde los tiempos de la II República.

La señora Nicolau, en Madrid habla castellano, cuando está en Barcelona en cambio vuelve al redil (del catalán y del catalanismo) como dios manda. Y la hostilidad que respira hacia al nacionalismo catalán de tipo burgués (el representado mayormente por CiU) arrastra también innegables raíces guerra civilistas, y es de un episodio importante de la historia de la guerra civil en zona roja y en Cataluña, a saber el enfrentamiento por las calles de Barcelona en Abril del 37 entre anarquistas y trotskista del POUM por un lado y por otro los militantes del PC aliados de circunstancias de los grupos catalanistas, el desenlace de lo cual (de lo más sangriento) daría una posición hegemónica a los comunistas (pro soviéticos) en la zona roja a partir de entonces hasta las semanas que inmediatamente precedieron el final de la guerra cuando se vieron reducidos y neutralizados por el golpe del coronel Casado.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda y el toque de ácrata que arrastra esta mujer indignada saldrá a relucir a las primeras de cambio generando crisis de inestabilidad y situaciones de violencia institucional que acabará degenerando fatalmente –y ojala que me equivoque- en violencia callejera. Mientras, el cáncer secesionígena seguirá su rubo a mayor o menor ritmo en función de la coyuntura. Como lo hace presagiar una de las alianzas por las que tendrá forzosamente que pasar –como por unas forcas caudinas- la pasionaria indignada hasta alcanzar investidura, la de Ezquerra Republicana el partido más emblemático de todas las formaciones catalano-separatistas, motor principal y alma mater el pasado mes de noviembre de la consulta por la independencia de Cataluña.

Empecé realmente a oír hablar de esta mujer con ocasión de su intervención -de gran virulencia verbal (anti-PP)- en el parlamento europeo hace ya algún tiempo donde se vio presentada y patrocinada –en francés- por el entonces diputado de Izquierda Unida, Willy Meyer que acabaría dimitiendo un poco más tarde envuelto en un caso de corrupción (política) Signo fatal de los que van de incorruptibles por el mundo que acaban encontrando la horma de su zapato, a saber otros más incorruptibles que ellos, y a la larga, mas sedientos de sangre por supuesto. De preferencia de sangre fratricida. Aviso a los navegantes

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