domingo, enero 31, 2016

Oda al Destino (poesia en domingo)

Una cria doceañera
así te veo -¡asi me tienes !-,
en los trances más livianos
como en tus rasgos más fuertes

como si una pizca aún en ti
en tu alma y en tu mente
aún no estuviese resuelta
a irse, a deprenderse

de infancia astral y dichosa
de niña buena (e impertinente)
de linda muñeca rubia
de bucles y de ojos verdes

que gusta de niños (bebés)
como un asunto pendiente
en su vida y su destino,
como en un cruce de trenes

del pasado y del futuro,
de la infancia (adolescente)
y del presente que se invita
en un duelo de mujeres

a ver cuál es la más dulce
más ducha e inteligente
más suave y seductora
en tratándose de hombres

y ahí sacas a relucir
ese gancho (¡qué mordiente!)
de tu eterna infancia inquieta
de esa risa ¡todo dientes !

cuando te embisten de cerca
sin miedo a decir tu nombre,
ese nombre que me sigue
en mis días y en mis noches

que me excita y obsesiona
como si fuera un fetiche
como un disfraz o un vestido
que enseña y también esconde

un nombre de mujer (eterna)
latino y también del Norte
en el puente o en el cruce
de dos mundos frente a frente

en la cita de los hados
del Destino (dios silente)
que te trajó aquí de vuelta
y a mí acertó a retenerme

tantos años (¡casi treinta!)
por estas tierras valientes
donde encontré mi camino
entre mil bellas durmientes,

mi vocación de futuro
de enlace, de escucha y puente
al cabo (al final) de un ciclo
e inicios de otro ¡Presente!


Llenando el aire tu imagen
en el balcón dando al parque
se ven distinas las cosas
de noche, junto al estanque

lleno el local de tu rostro
de tu mente impenetrable
de tus aires de gran diosa
como vestal intocable

siempre en plan de ordeno y mando
que asoma y desaparece
¡como si fueras la Luna
de noche en cuarto creciente!

como si fueras volátil
igual a esencias de aceite
que alivian mi alma de paso
¡de tu errar intermitente!

como si todo girase
en torno a tí bella ardiente
y el dios Tiempo se parase
en cuanto que tú te apareces

en tus presencias y ausencias
siempre de tu aire ausente,
que temí perder el juicio
de mirarte de rebote

de tanto creer aún vivo
ese amor que en mí no muere
aunque me ignores y evites
aunque huyas o te ausentes

que en ti tal vez -no sé- murió
-¿al nacer?- o lo parece
aunque en las cuitas de amor
-¡oh mi amor!- ¿como creerte?

que en la mujer -reza el refrán-,
al revés lo que parece,
y yo sigo obseso de ti,
de ese amor impenitente

que riego a menudo (¡ha tanto!)
con rios de lava ardiente
con mi sueño y mi deseo
(desde que dejé de verte)

que me inspiran estos versos
que escancio aquí y en caliente
siempre puntual a la cita
entre mil musas y duendes

Porque la cita lo eras tú
¡lo es mi ansia de tenerte!

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