domingo, enero 31, 2016

FANÁTICO PELIGROSO EL DE CUATRO CAMINOS

Un saludo beligerante, de guerra civil. No sólo hay que ser honrado –léase ecuánime (y creíble)- sino parecerlo. Y mas aún alguien que arrstra tantos visos de fanatismo guerracivilista como el (previsible) candidato socialista a la investidura. Por eso sin duda –con la coartada de los escándalos (abultados y aventados en los medios)- se niega olímpicamente a dialogar con esa otra media España que no le quiere a él ni en pintura, optando por el trágala y por la huida hacia adelante de la investidura suicida. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. De todo el latrocinio y la violencia asocial y la delincuencia organizada o no –del tipo quinqui o del que sea- que arrastra tras suyo de antiguo la izquierda española
El gran desafío para algunos entre los que me encuentro, no creo (ya) que lo sean las bravatas de Pablo Iglesias –¿debo confesar que me equivoqué ?-, ni las indecisiones reales o aparentes pero no menos desesperantes de Mariano Rajoy, ni la ductilidad en los pactos (un eufemismo apenas) de Alberto Rivera, sino el fanatismo del que Pedro Sánchez viene dando muestras. Esta a todas luces convencido que de-be ser él el próximo presidente y está dispuesto a hundirse él y con él todos los que pueda tras suyo, junto con su sueño.

Hace pensar a fe mía en el candidato del partido demócrata en Norteamérica a las elecciones –de infarto- que dieron la victoria (al cabo de interminables recuentos) a Georges W. Bush, en el 2000, Al Goire, convencido hasta el enésimo y último recuento de haber ganado las elecciones americanas por la gracia de Dios y por unos votos –unas decenas o centenas apenas- de diferencia. Yo no sé si Pedro Sanchez cree o no cree en Dios si cree siquiera en el sufragio universal pero lo que si está claro es que cree (a ciegas) en él y en los suyos, los socialistas, y por ende en esa media/España que él dice o cree representar y que se empecina en oponer y en enfrentar a la otra media. Candidato de los medios, Pedro Sanchez, de la prensa global, de alternativa a la promesa frustrada que viene a encarnar ya para muchos Pablo Iglesias.

Y a tenor de lo que leemos en la red las últimas horas y de los comentarios e interpretaciones de los medios, del desarrollo y del desenlace de la reunión de hoy del comité/federal de su partido, se diría que lleva el viento en popa. Porque no queda claro a fe mía si habrá salido hoy ganador o perdedor pero la mayor parte de los medios le siguen fiando crédito, y es por ese golpe de efecto (sic) con el que parece –a creer a esos mismos medios- haber pillado por sorpresa o con el pie cambiado a los « barones » de su partido –y a Susana Diaz, su gran rival, en primera fila de todos ellos- con una propuesta con la que veníamos contando no obstante, como si fuera calderilla en mano algunos desde hace ya un buen rato.
En un comentario en la red a una de las discusiones a las que habrá dado lugar la reunión de alto nivel de hoy entre socialistas, se hace observar que el PSOE es un partido dividido entre una militancia más bien radical –e influenciada por el zapaterismo ambiente, no poco guerracivilista (sic)- y una masa de votantes –hasta los cinco millones- mucho más moderada que aquellos. Por lo que cabe dudar de lo democrático de la propuesta –de consultar a las « bases » (léase no a los votantes sino a los militantes)- del actual candidato socialista a la investidura. Como sea, parece que nos encaminemos a una situación de tensión extrema -¿y de confrontación « in extremis » ?- si como todo parece presagiar, Pedro Sanchez se decide a presentarse a la investidura.

Y lo imprevisible y explosivo a la vez de la situación se lo confiere ese fanatismo al que hice alusión más arriba y del que viene dando muestras bastantes (e in crescendo) el líder sociallista que le lleva fatalmente a quemar todas sus barcos o sus cartuchos en esa operación de investidura, convencido –y lleva toda la razón- que se trata de su último tranvía, de su ultima baza de supervivencia, de seguir vivo en política, antes de la fecha de la elección del nuevo secretario general marcada hoy para el próximo ocho de mayo, y del congreso de su partido, dos semanas mas tarde, que predecería pues de sólo unos dias nuevas elecciones anticipadas y que deberían llevar no menos fatalmente a la tumba (políticamente hablando) al líder socialista tras su (eventual) fracaso en la investidura.

Una larga guerra de nervios nos espera pues los días y semanas venideros, y–en paralelo- una no menos larga e interminable guerra de propaganda en los medios. Léase campañas de propaganda de guerra, de la guerra civil interminable

No existe una mayoría de izquierdas ¿existe en cambio hoy una mayoría progresista (sic) –por la que apuesta Pedro Sánchez- como sí existió en España durante décadas, de resultas de las grandes transformaciones socio culturales y en el plano de la mentalidades que se operaron en España en el tardo franquismo y en la transición democrática ? La palabra progresista tiene –como esas otras de democracia o de democrático o democrática- no poco de talismánico o de fetiche. ¿Quién no apostaría al progreso ?

De ahí a ese « cambio » –surcado como se vería fatalmente de presagios calamitosos que nos propone el candidato socialista a la investidura, va sin duda un largo trecho. ¿Una mayoría acaso por el cambio, léase por la ruptura institucional, léase, favorable o proclive a situaciones insurreccionales –como por ejemplo en Cataluña- que la ruptura aquella traería fatalmente consigo ? Esta claro que no la hay tampoco, pese a la crisis, y a los desahucios y a la indignación callejera (o propalada y alimentada por los medios)

Y esa es sin duda la apuesta de fondo de Mariano Rajoy, con elementos y datos sin duda en mano –sobre la correlación de fuerzas al interior del partido socialista por ejemplo- de los cuales los que nos limitamos a darle a la tecla seguro que no disponemos. Porque lo que está claro en cambio es que el partido (aún) en el poder como queriendo contradecir las voces agoreras que le auguraban (y lo siguen haciendo) una inminente partición o implosión viene dando muestras en las últimas semanas de una unidad monolítica y sin fisuras detrás del todavía jefe del gobierno (en funciones) Y eso por supuesto, tiene un valor y una lectura muy precisa en política.

Presentaban los medios al PP como un gigante de pies de barro minado por toda clase de escándalos de corrupción y dirigido por un hombre de paja o poco menos, y la evolución de la crisis en curso nos viene mostrando que por debajo de Rajoy tal vez no haya ya nada o muy poco de creíble (moralmente o políticamente hablando), pero que hoy por sigue siendo él quien tiene en mano (firme) las riendas de su partido.

Y detrás de él una mayoría de siete millones de votantes. « Esos son mis poderes », se podría decir como lo decía el Cardenal Cisneros en su época. Y la reunión de hoy del PSOE habrá mostrado tal vez más que nunca en cambio un secretario general desafiado desde el interior de su partido y ásperamente discutido.

De ahí tal vez (en parte) su fanatismo, que no déja de ser, sobre todo, irreconciliable y recalcitrante -y peligroso- guerra civilismo. De la guerra civil (del 36) interminable

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