domingo, enero 10, 2016

Farra de Camareras (poesìa en domingo)

¡Qué instante magico y astral!
como en noche de verbena
cuando las mesas saltan -¡zas!-
y sillas y vasos vuelan
y se abre en par nuestra mente
y nos vienen las ideas
y siento asi todo, de un golpe,
suave como la seda
y la noche ríe y me hace guiños
y se pone golfa (y bella)
de sus brillos y colores
y luces de candilejas
como un cuadro impresionista
(el Molino de « la Gallette »)
y esas greñas (¡qué rubiaza!)
se hacen más rubias y tersas
como su piel y sus senos
en traje de lentejuelas

Y la escena se dispara
¡qué farra de camareras!
de sus idas y venidas
raudas, igual, como flechas,
como ratitas de cuento
cuando el gato las requiebra

y el dragón salió, se largó
con el rabo entre las piernas
y todo vuelve a su cauce
y la noche se serena
y se va apagando poco a poco
sin más voces ni violencia,
y el poeta sale al fin del trance
la cabeza bien enhiesta
y en su alma y en su mente
bien caliente este poema

¡Como una explosión nuclear
la implosión de noche aquella
en el microcosmos aquél
donde erró (¡años!) el poeta
como astro de otra galaxia
que se equivocaba de órbita,
de ahí el ruido (¡dios qué estruendo!)
que armó aquella escandalera!

Como una pelea de diosas
aquella penosa escena,
contra hombres (que no se arredran)
ni ante mujeres dragones
echando humo por las crestas
(maldiciones y amenazas)
o muñecas sin/cabeza
maledicentes, miedosas
de risitas de sirena
¡y en busca de un par de azotes
que de niñas no les dieran!


Surgiste de pronto en la noche
por sorpresa, lo obligado en tí,
bajo la luz de un letrero
y mi alma se puso a reír

Y tu rostro adusto y sombrío
no hacía más que mentir
-¿la regla en ti también, mujer ?-
y me puse a créer en mí

y a créer en ti y en tu sino
y a soñarte, empeño viril
de visualizarte al vuelo
como si huyeses de aquí

como si te travistieses
en momia o mujer/alfil
o en pura estatua viviente
bella y blanca como el marfil

que no hay forma de pararte,
que no resbale tu perfil
que no se mezcle con otras
¡que no te fundas en mil!

y se me iban las ganas
de aquel juego, de insistir,
ganas de dejarme de ello,
de manejos e irme a dormir

y me daba miedo de perderte
que aquello fuera a ser asi
que te perdiese para siempre
¡y al final te guardé en mi!

al cabo de mil fatigas
y a punto ya de desistir
de olvidarte, de olvidarme
cuando al final comprendí

tus juegos de niña adulta
caprichosa ¡mujer pueril !
que le gusta que la halaguen
de palabra (y en obras mil)

de salirse con la suya
de obrar a su antojo (¡ay de mí !)
que la admiren, que la adoren
y me arrastró tu frenesí

Y volviste de nuevo en sueños
Y entraste de nuevo en mí
Y mi cuerpo (y alma) se echó al vuelo
Y entré en extasis ¡por ti!

¡Mujer ! ¿Qué más quieres de mí?

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