domingo, marzo 15, 2015

Dura como el Infierno (poesía en domingo)

Oh sí, yo también espero
("j’espère”) ¿El qué? Verte venir
resurgiendo allá a lo lejos
por entre las nubes, un día
de primavera, revuelto,
y esperándote allí estaré
mi amor (ya un poco más viejo),
aunque me ataquen los troles
y me azoten los recuerdos
de la tempestad aquella
¡Cuando se hundieron los cielos
y me dejaste temblando
igual que un niño pequeño!

¿Salvarme solo? ¡No era eso!
Palabra que no lo pensé
-¿por altivo? (o por modesto)-
que no caía en mi sino
lo de salvarme sin ellos,
los de mi sangre y mi estirpe
tan solos, sí y tan indefensos
siguiéndome a mí expectantes
silenciosos y perplejos
en secreto y a distancia
por la rueda de los tiempos
sin ceder al mal ambiente
ni en los momentos más negros
cuando me quedé tan solo
que me puse en lo peor (es cierto),
tan solos como yo en el fondo
y fieles (igual que un perro):
ese punto de empatía
que me faltó, lo confieso
y me llega ahora de pronto
esperándote a ti, mi cielo

Con una música (unos aires)
que me pedía el cuerpo
en la gran encrucijada
de caminos y senderos,
los tuyos como los míos,
que ya se anuncia (y se siente)
entre vueltas y rodeos

¡Purgatorio de las almas
esta gran guerra de nervios!
Que es el esperarte en vela
-¡una batalla en los cielos-
el verte venir, princesa!-
cuando aparezcas –¡te espero!-
surgiendo de entre las sombras
bella de hasta meter miedo,
dulce como luz de aurora
¡y dura como el infierno!

Así te apareciste a mí, sí,
y así eres, mujer. Te quiero


En la danza de muñecos
de este mundo (el Gran Guiñol)
sucede el danzar por fuerza,
no lo pierdas de vista amor

Y en la casa de muñecas
que llevo yo en la cabeza
tú eres la reina tú sola,
tú ríes, las otras lloran

Tú eres la lluvia, eres el sol
en mi vida -¡vaya feria
de aventura y de azar ciego!-
y en mi alma de poeta

Cuando lo dictan los astros
o cuando a tí se te antoja
de un signo de tus ojazos
¡Bella mujer caprichosa!

Y si danzo a veces ¿sabes?
es porque aprendí a danzar
la danza de los malditos
que danzan para vivir,
para guardar viva la llama
bien dentro de la esperanza
entre clamores y gritos

Y esa llama se reencendió
cuando te vi pasar un día,
cuando ya se hacía tarde
entre vueltas de la vida,
y tú al pasar sonreíste,
sin duda por darte pena
y yo te lo retribuí
riéndome de mí ¡vida mía!

Y desde entonces danzé,
mi amor, sólo pensando en ti,
manera de llenar el tiempo
antes de que fueras mía
y yo tuyo ¡mi señora!

Que sólo me gusta danzar
contigo en mis brazos presa,
preso de tus caprichos,
de una mueca de tu boca

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