viernes, marzo 13, 2015

¿ACOSO SEXUAL EN EL EJÉRCITO? ¡MENOS LOBO!

Que conste que estéticamente no tengo nada contra esa foto, pero se me reconocerá que plantea serios interrogantes. ¿Una voluntad premeditada de humillar ese ejército surgido de la Victoria del Primero de Abril, de parte del socialista (y "feminista") Zapatero, jefe de gobierno “del 14 de marzo” –y de los atentados que reencendieron la guerra civil entre españoles- , aquel nombramiento digamos tan atípico y tan inédito (e insólito) en la historia de España y de su institución castrense? Así lo interpretaron algunos dentro y fuera de España. Es un hecho como sea que el feminismo –me refiero como postura ideológica- abomina del ejército por propia definición en la medida que fue siempre una institución reservada casi exclusivamente a los varones, y que sin duda por eso alimentan (aquellas) el sueño utópico –algo de lo que hay sobrados motivos para pensar, en el feminismo radical por lo menos- de una institución castrense compuesta exclusivamente de mujeres. Y si el beneficio de la duda cubría sin duda a la entonces ministro de defensa, viéndola no obstante ahora reaccionar de una forma tan partidista y tan beligerante en el caso de la capitana denunciante de acoso, e incriminando así, por vía de consecuencia a la institución que presidió (de ministra) en su día, esas dudas se nos van fatalmente de la cabeza
¿Acosos sexuales en el ejército español? Aparte de mi ese cáliz! El caso de la capitana que denuncio acoso (sexual) por parte de su superior jerárquico – de graduación teniente coronel, en el momento de los actos- pone ahora en vilo otra vez a la opinión pública española como lo puso el de la enfermera contagiada de Ébola. ¿Comparaciones odiosa? Sin duda pero invertibles al punto que han llegado las cosas, de todo una institución castrense puesta en la pic6ta y blanco de hinchamiento tanto en los medios como en una parte (electoralmente) minoritaria pero unidos como una piña contra aquella, de la clase política, por culpa del caso de la capitana puesta ahora en el centro de la escena.

Me he estado visionando de urgencia, sobre la marcha justo antes de ponerme a escribir estas líneas la entrevista –en el programa televisivo de denuncia social y de provocación mediática de “Salvados” (¡lagarto, lagarto!)- con la capitana Zaida, y sin dejar de andarme en este tema con pies de plomo –¡y de qué manera!- no me ha confirmado menos en mi decisión de echar o también yo mi cuarto a espadas. Soy hijo de militar, como aquí todos ya saben, crecí y me eduqué como tal en el seno de la institución, y si he c6nfesado en ocasiones –y creo también haberlo probado- que me duele España me duele aún más el ejército español, cuando lo veo puesto en la picota como está sucediendo ahora.

No soy sospechoso de parcialidad o actitud interesada no obstante. Porque si es cierto que soy hijo –en cierta manera- de la institución, no es menos cierto que en el plano profesional y en muchos otros no les debo nada, no más, me refiero, que lo que les pueda deber como españoles cualquiera de mis compatriotas.
Campamento de las tropas españolas tras el desembarco de Alhucemas en respuesta al Desastre de Annual (21 de julio de 1921) La izquierda española puso entonces el honor del ejército en entredicho con sus denuncias y sus exigencias de “responsabilidades” lo que acabó llevando a lo que todos sabemos, a saber, el estallido de la guerra civil española. El honor el ejército en entredicho ahora de nuevo por culpa de la explotación política que están haciendo del caso de la capitana Zaida los partidos de izquierda. ¿No aprendieron de nuestra historia?
Soy sargento de reserva -de la escala de complemento (IPS)- y como ya lo declaré alguna vez en estas entradas arrastro motivos sobrados para pensar que no tuve derecho entonces a la estrella de alférez por culpa de mis opciones políticas de entonces que me merecieron una ficha que provenía a todas luces de los servicios de información militares del régimen anterior y que gravitaría por encima de mi trayectoria desde entonces, como mínimo, desde los tiempos de mi servicio militar (“premilitar superior”) –por etapas entre junio de 1970 y julio de 1973- hasta el punto que continuaría siguiéndome –y persiguiéndome- mucho años después como acabó comprobándose con las informaciones rogatorias que la justicia belga solicitó por cuenta mía a la justicia española con ocasión de fregados judiciales sonados en mis primeros años de estancia en Bélgica de los que en su momento notificaron ampliamente los medios de los dos países, cuando como única información procedente de la jurisdicción española correspondiente –habida cuenta que en mi caso se daba la circunstancia de carecer (y seguir careciendo) de antecedentes penales- lo único que salió a relucir fue la ficha aquella de un contenido exclusivamente político e ideológico por cuenta de la etiqueta que se me endosaba en ella (de joseantoniano/puro para más señas)

Aquello no obstante lo tengo ya archivado ya hace muchos años en mi mente –eran otros tiempos, y yo tampoco soy ya el mismo en muchos aspectos como en estas entradas no habré dejado de ponerlo de manifiesto- y si lo saco ahora a relucir es curándome en salud que se pueda acusar  de lo que sea, partiendo una lanza como aquí entiendo hacerlo resueltamente en favor de una institución puesta de golpe contra las cuerdas en este asunto tan enfadoso se mire por donde se mire. ¿Culpable o inocente, víctima o verdugo?: la pregunta en el aire por cuenta tanto de la capitana denunciante como también de su superior jerárquico denunciado, teniente coronel entonces y coronel ahora.

¿Verdad judicial verdad a secas? Es cierto que el pretendido acosador se vio (estrictamente) condenado por abuso (sic) de autoridad (y otros cargos menores) Pero el acatamiento debido a una sentencia judicial no nos priva del derecho –y menos en democracia- de verle sus aspectos, sus fondo o su lado oculto inconfundiblemente políticos al tema, que saltan a luz por cierto en cuanto que se le echa la vista encima.

El proceso contra el teniente coronel incriminado concluyó –con su condena- ya en tiempos del actual gobierno, es cierto pero fue incoado nota bene bajo el último gobierno Zapatero, y siendo la socialista Carmen Chacón, ministra de Defensa. Con la iglesia hemos topado querido Sancho, y me refiero aquí todos ya lo han adivinado con certeza a esa especie de iglesia o de religión feminista que ve maltrato y acoso sexual por todas partes, fundadamente a veces e infundadamente tantas otras

Y con lo de la iglesia no ando muy descaminado si se tiene en cuenta el protagonismo en los debates de sociedad que más habrán polarizado la opinión pública y la sociedad española en los últimos años de ese anti-feminismo eclesiástico que lo cofunde todo mezclando churras con merinas, y lleva en línea recta al fracaso más polvoriento con la ultranza de sus denuncias y sus filípicas y sus ataques y el clamor de sus silencios desde el púlpito –en el tema de los abusos infantiles por ejemplo- tan flagrantes, tan ultrajantes. Capitanes de derrota, contra los que me insurgí siempre por instinto, en tantos temas, y en ese particularmente desde que empezaron a levantar cabeza en tiempos de Juan Pablo II.

El papa polaco tenia a todas luces un problema (serio) con el sexo femenino, y a este título se le puede catalogar entre los grandes responsables del auge (mundial) del feminismo como grupo de presión y como ideología. Pero ya murió y los sortilegios (maléficos) de su recuerdo no debe paralizarnos ni hacernos desistir a la hora de reaccionar de inmediato ante ofensivas del lobby aquel como ésta a la que asistimos. ¿El ministro no la recibió? No estaba obligado, viéndose envuelto, como parte –en eso llevan razón- en el procedimiento administrativo (por lo militar) en el que se ve envuelta la denunciante.

Acosadores “de derechas” y victimas “de izquierdas”, un guerracivilismo omnipresente en lo que acaba redundado ese debate como ese otro que tantas chispas arrojó, en torno a le enfermera que se contagió del Ébola. La diputada que ha llevado el tema ahora al Congreso –se me objetara- es miembro de un partido (la UP y D) que se ve catalogado de derechas por muchos. A otro perro con ese hueso, aunque la mona (un decir) se vista de seda, mona se queda, como lo demostró –a la fundadora de ese partido me refiero- saliendo al rescate in extremis no hace tanto de los socialistas asturianos –tan emblemáticos en el plano de la memoria de la guerra civil (en España como en Bélgica)- y como se destapa ahora de nuevo sirviendo de ariete precioso entre esta embestida contra la institución castrense, con esa reacción tan frenética en la cámara, durante la intervención parlamentaria de su compañera de partido.

No juzgo a la capitana –dios me libre- ni la sinceridad ni lo fundado o infundado de sus asertos y denuncias, ni pongo en entredicho su estado de salud mental tampoco (aunque ella misma parece ponerla en duda en la entrevista) Obligado lo es no obstante el constatar que acusaciones tan graves como las que hizo -de acoso laboral, de acoso sexual y de agresión (sic)- se veían puestas al descubierto por lo impreciso y vago incluso de las mismas. ¿Estamos obligados a creérnoslas? No por supuesto. Tanto más que el teniente coronel incriminado no se vio condenado por los motivos que alegó la capitana.

¿Condenado por motivos políticos (feministas y anti-castrenses)? La duda (legítima) se admite por supuesto. Como sea, ni el honor del incriminado ni el de la institución –que tanto se llenaba la boca, en una reciente intervención televisiva, la ex-ministra Carmen Chacón de honrar y defender- está en juego en este asunto. “Indigno” democráticamente hablando -y menos en la boca de una ex - ministra socialista española- no significa que se pierda el honor en el “empeño y hablo por experiencia y a fe mía que pagué con creces el probarlo y el defenderlo, por culpa de esa ferrete de ignominia –de infamia legal- que jueces democráticos y de los medios que les hacían el juego me colgaron (hace mas de treinta años encima y que arrastré hasta hoy sin dejar nunca de sentirme un hombre de honor -y de palabra- como el que más y sin admitir que nadie ni nunca lo pusiera en duda cualquiera que fuera el motivo o el pretexto.

El honor de una mujer me impide ahora el tirar la piedra contra la capitana y el honor del ejército y de sus miembros me impide a su vez el condenar al teniente coronel Lizcano, y me impulsa en cabio a denunciar la campaña burda e innoble contra el ejército español que se sirve de él ahora de coartada preciosa en el Congreso y en los medios. Que del conyugue de la capitana –hoy ya fuera del ejército- digamos que prefiero no meneallo (…) Los “acosos” ahora, y antes el Ébola, los desahucio y que sé yo, una crispación guerra civilista -en temas en principio ajenos a la política partidista- de la que los medios viene haciendo su agosto. ¿Hasta cuándo?

1 comentario:

Anónimo dijo...

e "feminismo" está substituyendo al marxismo como medio de subvertir la sociedad, romper la unidad familiar y hacer descender la natalidad.
Incluso la Iglesia celebra el 8 de marzo, Dia Internacional de la Mujewr Trabajadora...
Toda la prensa repite dia tras dia que las mujeres ganan menos dinero que los varones...