martes, marzo 31, 2015

ANARQUISTAS DESARTICULADOS ¿AL QUITE LOS DE PODEMOS?

Atardecer del 19 de julio de 1936. Al fondo de la foto, la cúpula en llamas de la iglesia de San Cayetano en la calle Embajadores, zona de Lavapiés. Muy cerca de allí se encontraba el colegio de los Escolapios de San Fernando –trasladado al barrio de Argüelles después de la guerra- que se vio igualmente pasto de las llamas en aquella misma efemérides. Un pasado que algunos pretenden resucitar empecinadamente desde los tiempos de la transición y que otros –madrileños de nacimiento- nos proponemos conjurar a toda costa. Como sea
Okupas y terrorismo anarquista (o radical de extrema izquierda) La ecuación que algunos tuvimos siempre por evidente o por verdad de Perogrullo y que ahora viene a confirmar la noticia de la redada y detenciones llevadas a cabo en varias capitales españoles y en centros sociales okupados –donde algunos de los detenidos tenían su residencia-  de una (presunta) red de terrorismo anarquista a los que se acusa de acciones de la mayor gravedad contra templos religiosos de hace dos años en la Almudena madrileña y en el Pilar de Zaragoza por los que se acusó y detuvo en su momento a un grupo de extranjeros (chilenos) y la pregunta surge de inmediato por qué ahora. ¿Porque la marcha de la investigación así lo ha permitido o la evolución más bien del estado de la opinión publica en todo lo relacionado con el orden público y la paz social y ciudadana?

Digamos que tal vez por las dos cosas a la vez aunque el autor de estas líneas apuesta por la segunda como todos aquí lo ha bran adivinado. ¿La patada en la madriguera? O apenas la punta del iceberg, de un problema que vendría incubándose desde hace años t que yo pondría a partir de la erupción del 15-M del que los lazos con grupos anti-sistema de extrema izquierda o anarquistas no son un secreto para nadie a esta altura del partido no son un secreto para nadie y que me vengo denunciando en estas entradas. Para esta tarde tiene n convocada una manifestación een la plaza tan emblemática del barrio de Lavapiés (más emblemático todavía para los okupas anti-sistema) ¿Y cuantas horas van a tardar –lo que vienen apostando algunos en comentarios en la red- los de Podemos para reaccionar saliéndoles al quite y ofreciéndoles su ayuda?

Aquí en estas entradas –y en un libro de aparición inminente- he venido denunciando una geografía urbana de la subversión guerra civilista que viene a coincidir con las zonas done se habra incubado el fenómeno de Podemos. Y como para darme razón viene ahora (como anillo ao deo) las informaciones que se recogen en esta noticia, de los lugares emblemáticos en extremo de la geografía urbana madrileños donde se habían producido los registros y detenciones, a saber Lavapiés y Vallecas (faltaría) El barrio de la inmigración musulmana por excelencia y el del obreraje de extrema izquierda guerra civilista en la imagen (sustancialmente falas e insidiosa) que arrastran esos barrios madrileños.
En esta teoría umbraliana sobre Madrid –“su” Madrid- se teorizaba y se mitificaba no poco sobre la Corrala y ese Madrid de barrios bajos (¿y de bajos fondos?) –Lavapiés, Embajadores (…)- que le vio nacer (en la Gran Inclusa, hoy desaparecida) y donde se ninguneaba y se denigraba a esos Madriles de derechas (sic) donde Umbral vivió tras su llegada a Madrid y que tanto le gustaban. En Lavapiés, la guerra civil del 36 ardió en llamas como en ningún otro punto de la geografía urbana madrileña y eso es lo que la memoria de ese barrio en los vencidos de entonces –como focos de un viejo incendio aún por extinguir- quiere reencender a toda costa, como lo viene intentando desde la eclosión del 15-M hace ya cuatro años
En una reseña biográfica del autor de viñetas, creador de la serie de comics “Paracuellos” –¡menuda provocación!-, que caía anteayer sobre la marcha ante mi vista preparando una entrada sobre la guerra civil interminable de propaganda (del 36) se recogía el dato todo menos trivial de sus orígenes madrileños nacido (en 1941) y crecido en Lavapiés –donde vivían (puntualiza el autor del reportaje) “muchos de los perdedores de la guerra”

Barrios bajos y bajos fondos, la ecuación insoslayable, aproximativa no obstante a modo sólo de clave de desciframiento o de pista de exploración, pero no menos insoslayable en este trabajo de denuncia urgente que me echado encima de mis espaldas sobre la guerra civil interminable y su capítulo en curso (de la indignación callejera) Y lo ilustré la misma noticia ue aquí estoy comentando que da el nombre de una de los dos centros sociales (okupados y auto gestionados) registrados por s fuerzas del orden, a saber “la Quimera” situada en la plaza de “Nelson Mandela” un nombre (topográfico) que no les dirá nada a muchos salvo si se les aclara un detalle todo menos trivial de la misma y es que está situada en lo que fue el antiguo emplazamiento de la Corrala, escenario predilecto de los sainetes famosos de Carlos Arniches y de zarzuelas no menos celebres de Carlos Fernández Shaw como la Revoltosa, o de novelas emblemáticas de ambiente madrileñista como “Fortunata y Jacinta” de Galdós o “La busca" de Pio Baroja.

Estuve allí hace años en compañía de mi hijo y a mi grande decepción, de la célebre Corrala no quedaban más que una paredes desnudas y un solar igual de poco estético donde merodeaban los perros del barrio en busca de inmundicias. Y es que yo también a mi manera iba allí en busca quimeras –como los okupas de ese centro- hurgando en un pasado no poco idealizado que arrastramos en mayor o en menor medida todos los madrileños de nacimiento.

Uno de los grandes idealizadores del barrio de Lavapiés, del Rastro y de la Corrala lo fue Francisco Umbral nacido en, el barrio en la antigua Inclusa madrileño de la calle Embajadores (hoy desaparecida), hasta el punto que todo lo que no era ese Madrid de barrios bajos se veía ninguneado por el célebre escritor bajo la etiqueta de “Madriles de derechas”, como lo escribe en una obra llena de ilustraciones de un dibujante amigo suyo “Teoría de Madrid” En el barrio junto a la glorieta de Lavapiés estaba situado el colegio de las escuelas Pías de San Fernando trasladado después de la guerra al barrio de Arguelles (calle de Donoso Cortés donde estudio el autor de esas líneas) que fue pasto de las llamas en el 19 de julio del 36 al producirse el Alzamiento bajo pretexto que francotiradores falangistas (señoritos) se ocultaban en sus muros y disparaban sobre las masas/obreras. Una memoria tenaz de vencidos que saldría a la superficie con la transición y todo lo que se seguiría.

¿Lavapiés, barrio de okupas (y de inmigrantes y de una pequeña comunidad en vías de extinción de autóctonos en edad ya avanzada) mientras el mundo sea mundo? Esa es la imagen que nos dieron de antiguo los medios y que refuerza ahora esa erupción de terrorismo anarquista –caso de confirmarse la noticia publicada en los medios- que nos devuelve a momentos de los más negros de nuestra historia del siglo pasado y del antepasado y a unos vientos que se verían allí sembrados desde la honduras del siglo XIX y que acabaría dando las grandes tempestades de la guerra civil española. Y que algunos se empecinan en seguir sembrando allí desde os tiempos de la transición.

El barrio donde se halla enclavado el otro centro social okupado que se habrá visto objeto de registro por las fuerzas del orden lo es –faltaría más- el de Vallecas, done tiene mayor arraigo el partido podemos, como su fundador nacido y crecido en el barrio, por lo que cuenta, y digo por lo que cuenta porque también contaba el Viejo Profesor haber nacido en Soria, y luego se acabó sabiendo que eran milongas, que había nacido y crecido también en ese barrio (como por casualidad) de Lavapiés/ Embajadores. ¿Zonas sin ley en la geografía urbana madrileña como no existe, en los demás pises europeos (salvo prueba en contrario)? Esa es la imagen que arrastramos por cuenta de ese barrio algunos –y en menor medida del de Lavapiés- desde la eclosión del 15-M y de las marchas (y acampadas) indignadas que tenían invariablemente allí sus puntos de partida, como columnas invasoras, como una réplica (revanchista) de las columnas –de los nacionales- que entraron en Madrid hace ahora setenta y seis años.

Hay no obstante como una incongruencia o una contradicción aparente e irreductible en una política consistente en promocionar ese partido de Podemos (y sus líder) por todos los medios –y en todos los medios- y en pretender al mismo tiempo cortarles la hierba por debajo de los pies queriendo privándole de los reductos o bastiones de los que disfrutaron de antiguo en un Madrid de barrios bajos y de un periferia contigua a aquellos.

Parece utópico no obstante el pretender reñir esa milésima o millonésima batalla “de resistencia” de los vencidos de la guerra civil interminable (y “asimétrica”) sin atreverse –por inhibiciones o complejos o reflejos condicionados- a re exhumar de una memoria de la guerra civil ligada a a esas zonas o esos barrios de la geografía urbana madrileña precisamente, que no son como los otros (…)

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