miércoles, diciembre 17, 2014

PAZ CON CUBA ¿Y POR QUÉ NO CON RUSIA, Y CON ESPAÑA?

Después de mi el diluvio debe decirse –como Luis XV- Barak Obama. En América y en Europa…y en España. Firma ahora la paz con Cuba a tantos años ya del final de la guerra fría –pero no con Rusia- y sigue empecinado en cambio en derribar el orden institucional español tras su apoyo apenas velado a la gran maniobra (estruendosamente fracasada) de desestabilización de la “spanish revolution” del 15-M, proseguida ahora por la irrupción casi milagrosa de “Podemos” (y de su Mesías indignado)
Reacercamiento de Cuba y de los Estados Unidos con el levantamiento del embargo en puertas, que ya se anuncia a bombo y platillo y todos dan ya por hecho en el horizonte inmediato. ¿El final de la guerra fría? No tan rápido. Porque la administración Obama parece ahora dispuesta a firmar la paz con el régimen cubano pero sigue echando leña al fuego en el teatro europeo de operaciones en su enfrentamiento con Rusia. Con la que los Estados Unidos sigan riñendo una guerra entre fría y caliente en escenarios europeos ya sea en Ucrania o en el Cáucaso o en los Balcanes.

No hubo paz definitiva entre Rusia y los Estados Unidos –y en eso lleva toda la razón Vladimir Putin- como no la hubo tampoco en España tras la guerra civil del 39 –ni entonces ni en el 45, ni siquiera en la transición a la muerte de Franco-, que se sigue riñendo ochenta años después más o menos velada o larvadamente como lo vengo explicando en estas entradas. La revolución cubana fue una operación de la CIA –en tiempos de Eisenhower- destinada en tiro por elevación a desestabilizar el régimen de Franco y de paso a robarle la audiencia y seguimiento del que aquel disfrutaba en los países de la América hispana, y en particular en el área del Caribe –en la Venezuela de Pérez Jiménez, y con Rafael Leónidas Trujillo en la Republica Dominicana.

Era ya el principio del fin de la guerra fría y fue al mismo tiempo un reencenderse de la guerra civil española del 36 en la medida que los vencidos de la guerra civil encontraron en el líder cubano un aliado preciso e inesperado, educado con los jesuitas (…) Y las vacilaciones –de alcance histórico- del régimen español en relación con Cuba no hacen más que confirmar lo que aquí decir estoy queriendo. El régimen cubano que acabo recibiendo el espaldarazo del bloque soviético acorraló psicológicamente al régimen de Franco-un dato histórico irrefragable con la perspectiva del tiempo transcurrido-, que no sabía qué bazas jugar –el anticomunismo o la revolución pendiente joseantoniana (o como lo llamaban algunos de sus devotos, la rebelión mestiza)- ni a qué carta quedarse, con el tercer mundo o con el imperio de los USA ni entonces ni de la vida del jefe de estado anterior en sus postrimerías.
El desembarco anti-castrista de Bahía de los Cochinos –abril de 1961- fue el bautismo de fuego del régimen de Castro y también su pecado original por la forma salvaje como se resolvió su desenlace, ejecutando (y degollando) a machetazos a centenas de prisioneros en la playa –como lo narra James Ellroy en sus novelas-, y también por las ejecuciones de las que se vería precedida o acompañada de centenas de jóvenes católicos cubanos que cayeron –gritando algunos de ellos ¡Viva Cristo Rey!- en los fosos del Malecón de la Habana, sobre los que escupió durante su visita a la isla el papa polaco Juan Pablo II, icono de anticomunismo para sus devotos más fanatizados
Por eso no rompieron relaciones con la Habana, por intimidación y acorralamiento psicológico en el plano internacional ya digo, y no –como se vendió tanto con éxito durante décadas- por una visión cualquiera a largo plazo, porque el régimen de franco se extinguió por degradación biológica (Alberto Ullastres dixit) y el régimen cubano le sobrevivió y le gano en longevidad en definitiva.

Y por eso ahora la diplomacia española sigue con sus vacilaciones ante el anuncio del reacercamiento cubano-norteamericano. A Montini le han hecho papa y a Franco papilla, ese era el chascarrillo que corrió en España cuando nombraron a Pablo VI que se habían distinguido ya antes de su nombramiento por su rojerío, intercediendo por Julián Grimau que fue objeto de una campaña internacional de propaganda de las mayores de la guerra fría. Y ahora al gobierno actual si no se puede decir que le ha hecho papilla la noticia si se puede decir que le deja sin saber qué hacer ni cómo reaccionar, en mantillas, tras el desplante que recibió nuestro ministro de exteriores hace unos días en la Habana donde el nuevo líder cubano Raúl le dio ostensiblemente la espalda.

El reacercamiento en curso tan sorprendente para unos y tan esperado para otros habrá sido celebrado como una victoria diplomática del vaticano, y del papa Francisco (Pancho para sus amigos y compatriotas) el primer papa italo/americano de la historia del papado. un juego de cartas marcadas, si bien se mira, donde el vaticano juega –de antiguo, desde antes de la segunda guerra mundial, pongamos dese el pontificado de Pio XI un papel de subalterno incondicional de la primer potencia del planeta que está dejando de serlo los tiempos que corren, lo que explica todo lo que esta ocurriendo, o digamos que sin ese factor de declive de la Pax Americana –o del mundo unipolar como lo llaman politólogos y geo estrategas- no se explica nada de lo que está sucediendo en la palestra de la política internacional de un año a esta parte y de lo que el reacercamiento cubano-norteamericano no viene a ser ma que el último episodio hasta la fecha.
Un tango –¡dios santo!- en la Plaza de San Pedro de sus devotos (mayormente ¡ay dolor! argentinos) para el setenta y ocho cumpleaños del papa más “piola” de todos los tiempos. Que rinde ahora (él solo dicen) al régimen de Castro –en su fiesta de cumpleaños- como rindió el futuro papa Montini (Pablo VI) al régimen de Franco en el 45. Siempre de fieles subalternos al servicio del Big Brother desde los tiempos de Pío XI -un papa que fue (como algunos del PP) de demócrata de toda la vida-, salvo el breve interregno de Pío XII…hasta la caída del fascismo
Obama habrá invocado explicando su gesto de apertura a “los pueblos americanos”, lo que se reviste de especial significado en su enfrentamiento con una potencia europea como lo es la Rusia de Putin, y lo que realza la mediación del papa argentino que los medios tanto están celebrando ahora. Recuerdo en una disertación que me toco dar en un curso que versaba “Catolicismo y literature" en la Universidad Libre de Bruselas en mis primeros tiempos de estancia en Bélgica –a finales de la década de los ochenta- en la que traté de la condena pontificia de la Acción Francesa y en la que el profesor un viejo zorro en la docencia universitaria belga, muy indispuesto (a todas luces) contra todo lo que Maurras representaba glosó mi intervención con un comentario que se me quedó grabado por el fondo de vedad que arrastraba sin duda alguna, algo de lo que yo nunca había oído hablar ni remotamente hasta entonces, y fue que vino a decir que la condena de la Acción francesa no fue más que una apuesta del Vaticano de entonces –bajo el pontifica Pio XI que iba de demócrata de toda la vida (y por eso dejo tan trágicamente en la estacada a los cristeros mejicanos)- en el período de entreguerras en favor del mundo anglosajón (protestante) entonces en pleno auge de expansión y bienestar y poderío, en detrimento del catolicismo europeo, léase latino (franco/hispano/italiano) Tenía razón.

Y esa apuesta se continuaría entre tormentas y bonazas –con un leve interregno en los primeros tiempos del pontificado de Pío XII hasta la caída del fascismo italiano- en la posguerra europea. Y esa apuesta anglosajona del Vaticano explica en parte también la política atlantista del régimen de Franco que no vino más que a traducir lo que di en llamar la rendición pactada del régimen –por mediación vaticana- a las dos potencias anglosajonas del bando aliado vencedor de la segunda guerra mundial, tras el cuarenta y cinco. Al papa Paco le han bailado sus entusiastas –mayormente me figuro, argentinos e italianos – un tango (de amor) esta mañana en la plaza de San Pedro, y el regalo de cumpleaños lo habrá sido el anuncio bomba proveniente de Cuba.

Con lo que el papa actual venía a culminar la (descarada) diplomacia pro castrista de su predecesor el papa polaco Juan Pablo II un papa campeón del anticomunismo para sus más fieles devotos (y como nos lo vendieron los medios) que se tragó sus principios –o los que le prestaban sus devotos- en relación con la Cuba castrista por aquello sin duda de París bien vale una misa. Y en el papa actual cabe ver sin duda ver -en él también- un atisbo (o menos que se puede decir) de complejo de culpa por su pasado, me explico por la parte de su trayectoria que discurrió durante los gobiernos de las juntas militares argentinas bajo las cuales fue, él, provincial de la compañía de Jesús (un respeto) por aquellas tierras.

Cuando le nombraron pontífice los medios que le eran favorables insistieron mucho que hizo todo lo que pudo por salvar la vida a dos curas bajo su jurisdicción que sufrieron penalidades bajo la juntas, algo así como un eufemismo para correr un tupido velo sobre la circunstancia insoslayable que su carrera eclesiástica dio un tirón (hacia arriba) precisamente entonces en tiempos de la llama guerra sucia (anti-terrorista) apoyada y bendecida nota bene por la América de Ronald Reagan, un presidente republicano.

Y bajo la administración demócrata de Barak Obama la apuesta vaticana se continua impertérrita. Nada nuevo bajo el sol, pues, lo que está sucediendo ahora por los mares del Caribe. ¿Cuál va a ser no obstante la reacción de las fea del baile o del tango o de la fiesta, léase el exilio anti-castrista, jaleado por la mayoría republicana (en el Congreso y en Senado)? Eso está por ver. Pero todo parece apuntar a una atmósfera de fin de reino en la Casa Blanca. Después de mí el diluvio, dijo o dicen que dijo el rey de Francia Luis XV predecesor del que acabó en la guillotina.

Y después de mí que se arreglen mis sucesores con la merienda (de negros) que les dejo preparada, debe estar diciéndose Barak Obama. Y con la él que nos está preparando concienzudamente a los españoles desde el principio de su mandato. La “spanish revolution”, una creación suya –o de sus consejeros más íntimos- fracasó estruendosamente pero ya tiene a mano otra operación de recambio –de ruptura (por otros medios) con el régimen del 78, lease con el regimen de Franco-, y es con el partido de Podemos, otra criatura suya como lo son los griegos de Syriza.

Porque puestos a buscarle los trapos sucios a la casta, por qué no se los buscan a esas vestales indignadas de la democracia (real), los trapos más sucios de todos los suyos quiero decir, a saber, sus lazos secretos y bien ocultos -traducidos o traducibles en dólares contantes y sonantes- con la administración USA.

Ese sería un inestimable servicio a España de la fiscalía anticorrupción, lo demás son zarandajas o cantigas (como dicen los portugueses) Paz con la Cuba de Fidel y de Raúl ¿Y por qué no con Rusia, y con España?

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