Jaime de Marichalar, padre de Froilán. Francisco Umbral que escribía mucho de él le apreciaba. Su abuelo, vizconde de Eza, fundador de la Legión española, era ministro de la guerra de Alfonso XIII en el momento del Desastre de Annual. Y sin duda ese pasado familiar tan excepcional y atípico no deja de gravitar sobre la vida y la trayectoria de sus descendientes. Y eso sin duda sumado al divorcio de sus padres es algo a tener en cuenta a la hora de juzgar –y disculpar- al vástago rebelde de la CoronaFelipe Juan Froilán y de todos los santos. Con esos nombres y esa ascendencia, el destino que se ve reservado su portador no es por cierto el de un cualquiera. El hijo mayor de la princesa Elena, de diez y seis años de edad acaba de incendiar (de nuevo) las redes con unas frases que se le atribuyen de apoyo o de simpatías hacia Podemos (el partido de Pablo Iglesias) “Si no soy revolucionario con diez y seis años –habría declarado el joven príncipe en presencia de una escritora y periodista- no lo voy a ser a los ochenta”
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y sin ir más lejos el que esto escribe con la edad de él –o sólo un poco más tal vez- se decía y se sentía (ardorosamente) revolucionario, de los buenos, también es verdad, de los de José Antonio (Primo de Rivera) No es óbice que a un miembro de la familia real por muy joven que sea y por muy traviesa que sea la imagen (precoz, y polémica) que arrastró hasta ahora se le pude pedir –con diez y seis años-, a él directamente y también a los suyos, un poco más contención y de comedimiento en temas que no son de chiste –por mucho que se estén riendo con el tema en las redes sociales- ni tampoco triviales en modo alguno.
La constitución española impone al monarca reinante –y por ende a los miembros de la familia real absoluta neutralidad en temas tanto de política interior como de política extranjera. El rey reina pero no gobierna, y de los suyos –que no reinan- se puede decir (mutatis mutandis) tres cuartas de lo mismo. Eso por lo menos fue siempre lo que se invocó en defensa del monarca anterior, padre del actual que gobernó no poco hay que reconocerlo, mucho más de lo que aparentó o de lo querían hacer creer algunos de los ms incondicionales de sus cortesanos.
Este fue el primer lugar de emplazamiento de la facultad de Políticas de la Complutense tras su separación de la facultad de Económicas (Galerías Castañeda) a principios de los setenta. Justo en frente o detrás de aquella, del otro lado de la carretera de la Coruña. Hoy sede la facultad de ciencias estadísticas (creo) Alcancé a conocerla por dentro al principio y a respirar –de paso y si a eso se le puede llamar así -el ambiente (radioactivo e irrespirable) que allí se respiraba. No se comprende hoy bien el ambiente de subversión y de lucha (anti-sistema) y de lógica de guerra (sic) que por lo que dicen reina hoy en la sede actual de Políticas en Somosaguas –bastión principal de Podemos junto con cierta barriadas obreras de la periferia madrileña- si no se conoció su antecesora. Era lisa y llanamente la guerra civil del 36 resucitada o reencendida que me diga –tras una tregua de unos quince años más o menos (como en las guerras de Flandes)-, por el ambiente que se respiraba allí dentro y por la misma estructura y aspecto externo (como una casamata alucinante, de una agresividad iconoclasta extrema) del edificio aquel construido sobre un terraplén en donde la entrada estaba situada en la parte de arriba y las diferentes aulas se sucedían en una escalinata o rampa descendente lateral (izquierda) interminable. Y por su mismo lugar de ubicación también, teatro emblemático nota bene de la batalla de la Ciudad Universitaria y lugar de emplazamiento nota bene también de una de las posiciones principales de los rojos durante la guerra (...) Y dentro, un infierno de agitación urbana, de revolución y de acoso y de intimidación y de amenaza permanente. Imágenes –y escenas- de pesadilla, ya digo, las que de aquello conservo todavía en mi retina. Y la guerra continua hoy, en Somosaguas. Habría que contarle o explicarle un poco a Froilán Marichalar esa génesis de Podemos, la otra parte de la películaDe la reina Sofía se contaba dese luego el chiste o la anécdota aquella –yo lo vi publicado en la prensa española (a mí que me registren)- que oyendo repetir (por enésima vez) esa frase a su marido le respondía: “yo la verdad es que eso no lo vi nunca muy claro” (o algo así) Gobernó mucho para bien o para mal según los gustos y apreciaciones, y sin duda también por eso no pocos –de entre los que le acogieron con más fervor y de los que más esperanzas albergaron y pusieron en él al inicio su reinado- acabaron reprochándole falta de neutralidad (flagrante), en otros términos, de favorecer flagrantemente a los unos y en detrimento de los otros, léase a media España en menoscabo (y oprobio) de “la otra” Y aquí ya saben todos lo que que pienso grosso modo en el tema
Y saben también que eso no me impidió de dar un voto de confianza (del fondo del corazón) al nuevo monarca, su hijo y de hacer votos (sinceros) desde este blog que Felipe VI acabara enderezando entuertos y yerros pasados, léase que acabara reconciliando la Corona con la otra España –la otra mitad-, la de los que ganaron la guerra del 36 (y sus descendientes) para dejarnos de eufemismo. Y no me retracto y lo mantengo. No es óbice que las declaraciones que se atribuyen a su sobrino, miembro de la familia real, Grande de España y ocupando un puesto en la línea de sucesión al trono de España se merecen y no solo eso imponen una respuesta rápida y publica por supuesto.
El de Podemos por mucho que los medios y las tertulias televisivas –que tanto le han encumbrado- quieran quitarle hierro al tema es un tema que arde y que traerá cola. Un partido dirigido por un izquierdista confeso, hijo (amantísimo) de izquierdistas militantes (y extremistas y violentos) de los tiempos del tardofranqusimo tardío y de la transición política, nieto de un condenado a muerte (e indultado) durante la guerra civil -que su nieto el fundador del partido abiertamente evoca y reivindica-, y que propugnan un referéndum de abolición de la monarquía, y la instauración de una tercera república heredera de la otra (la “de la sangre y del fango y de las lágrimas”) que llevó a España a la anarquía y a la guerra civil, que lleva ya un rato viento en popa en los sondeos hasta el punto que algunos le dan primera fuerza política y previsible ganadora de las próximas elecciones generales, un partido así como digo no es un partido, como digo, exactamente como los otros. Y a los ojos del titular de la corona y de los miembros de la familia real no puede ser visto ni tratado (del todo) como los otros, por mucho que se vea aceptado en el juego democrático y constitucional y parlamentario (en el futuro cercano e refiero)
La historia de la monarquía española –ya desde los tiempos de la España visigoda y del rey Leovigildo- se ve surcada de desavenencias dramáticas de consecuencias trágicas, entre padres e hijos, entre hermanos o hermanastros y hermanastras, o entre tíos y sobrinos, como la riñas intestinas que opusieron sucesivamente a través del tiempo al rey Don Pedro I de Castilla con sus hermanastro, fundador de la casa de Trastamara tras haber dado muerte en los campos de Montiel al rey legítimo –por muy cruel que fuera la etiqueta que le legaría el destino para la posteridad- , o la Beltraneja e Isabel la Católica, o ya más cerca de nosotros en el siglo XIX las desavenencias entre las dos ramas dinásticas que dieron lugar al estallido de las guerras carlistas entre los partidarios de Carlos María Isidro y los de la hija de Fernando VII Isabel II.
Y si se mira por cima de los Pirineos, buceando en la historia de los Borbones franceses es un hecho histórico irrefutable que el desafecto del primo del rey, el duque de Orleans, le dio el tiro de gracia o la puntilla a la monarquía por su papel determinante y decisivo en la toma de la Bastilla y en la eclosión de la Revolución francesa. ¿Negros presagios sobrevolando ahora como cuervos entre las diabluras y travesuras de este príncipe adolescente que dice y hace lo que se le antoja como si hiciese la guerra -o la fiesta- por su cuenta? Quiero creer que no, y muchos sin duda también conmigo. Que no se trata más que de una chiquillada.
Podemos quiere dar un salto atrás en la historia de España hasta el 14 de Abril del 31 y más lejos incluso, hasta el 13 de septiembre de 1923 fecha del golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera, y lo ilustra el proceso “de legitimidad democrática” que viene instruyendo de forma más o menos secreta e insidiosa la izquierda española contra el régimen monárquico en vigor, desde los tiempos de la transición política y que habrán asumido por entero y destapado no poco el 15-M y sus herederos (forzosos) de Podemos. Y es que coincide extrañamente con ese otro proceso –de falta de legitimidad- que vinieron a incoar ciertos juristas en la órbita de la Institución Libre de Enseñanza –una simple antena de poderes e instancias de por cima de los Pirineos- al monarca Alfonso XIII por cuenta de la dictadura, que acabaría provocando su destronamiento. Y la andadura de Podemos arrastra un sello guerracivilista innegable en la medida que queriendo borrar capítulos enteros de nuestro pasado reciente reencienden fatalmente la guerra civil del 36 que para la izquierda española ochenta años después no se ha terminado todavía. La foto es de marzo de 1930, de después nota bene de la caída de la Dictadura. ¿Un monarca débil Alfonso XIII? Sin duda -como lo mostró con su abdicación-, pero no traicionó a sus leales (como el de Italia)No creo en las meigas no obstante pero hay las. En una intervención reciente que ha armado mucho revuelo, el nuevo director del Mundo sucesor de Pedro Jota Ramírez, alerta (otra vez, él también) contra la amenaza de ruptura y de una nueva tercera/republica. Y el País de ayer publicaba un artículo de opinión donde se esgrimía por la enésima vez uno de los temas fetiche de la propaganda de Pablo Iglesias y de Podemos, a saber, el encontrarnos (según ellos -¿desde hace cuanto, desde el 75?- en “un momento constituyente" Léase de ruptura institucional con todas las connotaciones y consecuencias semánticas del término.
El 15-M -en la Zarzuela lo deben saber mucho mejor que yo, porque los tiros iban dirigidos contra ellos o si se prefiere contra la línea de flotación de la monarquía española , a saber el problema de sucesión que se planteaba en los últimos tiempos del reinado del monarca anterior (Juan Carlos Primero) y lo debe saber muy bien el monarca actual que le debio ver las orejas al lobo (o a la loba) viéndose interpelado de forma arrogante e insidiosa e irrespetuosa y desafiante por una niñata indignada en Pamplona, en la vía pública, en plena efervescencia del movimiento aquél hace tres años y medio (en el 2011)-, fue como digo una movida profundamente subversiva y sus protagonistas mayormente jóvenes pero no sólo proclamaban abiertamente -lo único claro en su programa- su filiación republicana y la bandera tricolor sino que por vía de consecuencia perseguían una estrategia de ruptura por la vía de la instauración de un periodo constituyente como estuvieron a punto de concretarlo –a punto de hacer sus sueños realidad- un año más tarde durante la jornada (nocturna) de ocupación del congreso el 25 de Septiembre (25-S) del 2011.
Quien avisa no es traidor. Y si no se dieron entonces por aludidos en la Zarzuela, se lo hace saber hora –por la vía digital- este modesto servidor. En ese contexto pues, tan azaroso y tan borrascoso por el que atravesamos es donde hay que situar y con toda la gravedad que se impone las declaraciones irresponsables (y sin duda disculpables) de Froilán, sobrino carnal del monarca. Podemos son a los del 15-M lo que el pacto de San Sebastián (de funesta memoria) fue a la insurrección (republicana) de Jaca, la vía legal de alternativa a la ruptura más o menos violenta (por mucho que se camuflase o se travistiese de pacifista como los del 15-M)
Nicolás Sartorius Álvarez de las Asturias, hijo de los condes de San Luis. Antiguo dirigente comunista y fundador de Comisiones Obreras. Para un viaje así no necesitábamos alforjas. Del palacio de Ayete en San Sebastián que mando edificar uno de sus antepasados y que frecuentó en su niñez, a las barriadas obreras del cinturón rojo madrileño en el tardo franquismo y la transición. A los unos debía cerrarles el pico con el prestigio -tan intimidante entonces- de su filiación y etiqueta ideológicas y a los otros, con la alcurnia de sus apellidos. A mí me impresionó no poco, lo confieso, ese nombre en mis años jóvenes. Hoy ya me dejé de esos complejos. Corruptio optimii pessima. Y la nobleza no está solo en la sangre, como me dijo a mí un quinqui español mirando a los ojos –en tono de desafío- en la cárcel portuguesa de Vale de Judeus, “tu a mí a nobleza no me ganas” Corruptio optimii pessima, ya digo, en la nobleza de sangre como en la de espíritu (…) Sartorius escribió no hace mucho un libro de memorias bajo el título de “El final de la dictadura” y de subtitulo “Conquista de la democracia” ¿Está hoy con Podemos como otros antiguos comunistas? No lo sé pero a fe mía que se contradeciría. Porque para Pablo Iglesias y los suyos, la España de hoy no vive en democracia sino en régimen de dictablanda. Como la que precedió a la Segunda RepublicaLos pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla. Y siempre me desazonaron en lo más íntimo las veleidades irresponsables de príncipes de monarquías (europeas sin excepción) mostrando tendencias políticas -generalmente de izquierdas, faltaría- en clara violación del deber de neutralidad que se exige de todas las monarquías reinantes hoy en el mundo.
Felipe VI está sin duda llamado a una tarea histórica de la mayor transcendencia, la de hacer pasar a España y a los españoles por el mar/rojo de incertidumbres amenazas y peligros de estos inicios del Milenio en el nuevo mundo global –y multipolar- en ciernes. Y una faceta indispensable e insoslayable de esa tarea histórica lo es sin duda –lo dije y lo mantengo- la de reconciliar profundamente a los españoles por vías de reconciliación que pasan forzosamente por las horcas caudinas del olvido y de la memoria. Olvido de lo que haya que olvidar y fidelidad a la memoria de lo que haya que recordar y dejar sentado de una vez por todos.
Y entre todo ello ese hito histórico insoslayable de la victoria del Primero de Abril del 39, en la que la actual monarquía basa y fundamenta su legitimidad histórica. Y todo lo que sea socavar o minar esa legitimidad histórica –cediendo cada vez más y más por ejemplo como parece ser la regla de la clase política actual- al argumento falaz e insidioso -y guerracivilista- de la legitimidad/democrática que no deja de esgrimir desde los tiempos de la transición la izquierda española, viene a ser como digo estar cavándose la propia tumba, a la monarquía española y a un futuro de paz y reconciliación definitiva entre españoles, de una paz que -como en la novela célebre- se diría que “empieza nunca”
Porque si además de a toda esa ralea de quinquis, perro flautas y marginales asociales de toda laya y de descendientes o herederos ideológico de los come curas e incendiarios iconoclastas -y homicidas- del 36 que llevan pegados a la espalda (y a la piel) los del Podemos, tenemos que lidiar también con Grandes de España, apaga y vámonos. De este planeta
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