domingo, junio 22, 2014
Oda a una tarde azul
“Dadme un punto de apoyo
-que lo que se piensa, “es”-
y moveré el mundo”
Dictó el filósofo aquél
¡Algo tan simple y sencillo
e inaccesible para mí!
Que solo acabé comprendiendo
viéndote (absorto) discurrir
como una pluma o gacela,
esbelta como un alfil
entre caras, lunas y espejos
girando todo con frenesí
-como ojo de un torbellino-
y yo también, en torno a ti
Y al juego aquel de miradas
y espejos, al final comprendí
la clave (en cifra) del reto:
que mi gran baza lo eras tú
que tú sola vencerías
a las sombras aquellas (mil)
Que solo te haría mía
Confiando y apoyándome en ti
Y fue ese faro (el de tu amor)
el que me inundaba de luz
De una nueva fe (¡en tu estrella!)
y me envolvía en gasa y tul
en el ambiente de fiesta/global
como si estuviera en Brasil
o en medio del estadio/mundo
deambulando en la tarde azul,
de un flotar medio sonámbulo
y abriéndome paso, sí o sí,
contra la “alteridad” del gentío
-negra…y dura como cinc-,
entre pantallas gigantes
-¡un trance como en el vudú!-
en el partido entre Alemania
y Ghana (¿o Costa del Marfil?)
Y entre explosiones de júbilo,
de desafío (¿contra mí?)
en la joven negra aquella
saltando…y fijándose en mí
¿Fútbol…o guerra de razas?
Así me lo pareció, sí
Pero la tarde reía
Y me hacía guiños (o algo así)
De una sonrisa cómplice
-del amor que siento por tí-
y vibrando otra vez con la gente
-por Alemania (y mi hijo Niels)-
me sentí joven –y blanco-
Como nunca me lo sentí.
¿Listo ya para el psiquiatra?
(alguno o alguna lo pensará aquí)
Y a hacerme mirar cuanto antes
lo indecible e imposible de sufrir:
esa imagen de Peter Pan
de niño/eterno de Tintín
riendo por dentro de mi
Pero el nuevo juez de las almas
me absolvio al final, me dio el sí.
¡Porque guardé mi alma joven
y supe confiar en Tí!
Bufarada carioca,
aires de Roberto Carlos
que endulzó mi adolescencia
y meció mis noches blancas
en la cárcel portuguesa
para así ponerme al día
y a la hora (brasileira)
en estos días de junio
febriles, futbolísticos
aquì por lo menos (en Bélgica)
de estío precoz, temprano,
que pasan raudo, rápidos
para dar paso en seguida
a veranos que no pasan
que nos secan, que nos cansan,
que nos ponen plazo y fecha
otra vez, que nos aplazan
¡El español aplazado!
(Que así es como aquí me llaman) (...)
¿Qué te pasa, que nos pasa?
Que todo lo veo distinto
por allí donde tú pasas,
que te veo tan distinta,
como una diosa o una musa,
cuando a mi lado te cruzas,
que todo se tranforma por tí,
que ya no veo “mais nada”
Sólo tu silueta (al trasluz)
Y el cruce de tu mirada
Que me taladra (suave)
Y me mantiene en volandas
¡Poesía grande, poesía pura!
¡Para tí, mujer!
Para que me creas,
Para que veas mi alma desnuda
en esta carta, estos versos
de un alma que lucha
de un mundo que pide ayuda
No me defraudes, no faltes
A la cita del destino
Que ya se hace tarde,
En mi puesto y en mi alma
(que esperará lo que haga falta)
-que lo que se piensa, “es”-
y moveré el mundo”
Dictó el filósofo aquél
¡Algo tan simple y sencillo
e inaccesible para mí!
Que solo acabé comprendiendo
viéndote (absorto) discurrir
como una pluma o gacela,
esbelta como un alfil
entre caras, lunas y espejos
girando todo con frenesí
-como ojo de un torbellino-
y yo también, en torno a ti
Y al juego aquel de miradas
y espejos, al final comprendí
la clave (en cifra) del reto:
que mi gran baza lo eras tú
que tú sola vencerías
a las sombras aquellas (mil)
Que solo te haría mía
Confiando y apoyándome en ti
Y fue ese faro (el de tu amor)
el que me inundaba de luz
De una nueva fe (¡en tu estrella!)
y me envolvía en gasa y tul
en el ambiente de fiesta/global
como si estuviera en Brasil
o en medio del estadio/mundo
deambulando en la tarde azul,
de un flotar medio sonámbulo
y abriéndome paso, sí o sí,
contra la “alteridad” del gentío
-negra…y dura como cinc-,
entre pantallas gigantes
-¡un trance como en el vudú!-
en el partido entre Alemania
y Ghana (¿o Costa del Marfil?)
Y entre explosiones de júbilo,
de desafío (¿contra mí?)
en la joven negra aquella
saltando…y fijándose en mí
¿Fútbol…o guerra de razas?
Así me lo pareció, sí
Pero la tarde reía
Y me hacía guiños (o algo así)
De una sonrisa cómplice
-del amor que siento por tí-
y vibrando otra vez con la gente
-por Alemania (y mi hijo Niels)-
me sentí joven –y blanco-
Como nunca me lo sentí.
¿Listo ya para el psiquiatra?
(alguno o alguna lo pensará aquí)
Y a hacerme mirar cuanto antes
lo indecible e imposible de sufrir:
esa imagen de Peter Pan
de niño/eterno de Tintín
riendo por dentro de mi
Pero el nuevo juez de las almas
me absolvio al final, me dio el sí.
¡Porque guardé mi alma joven
y supe confiar en Tí!
Bufarada carioca,
aires de Roberto Carlos
que endulzó mi adolescencia
y meció mis noches blancas
en la cárcel portuguesa
para así ponerme al día
y a la hora (brasileira)
en estos días de junio
febriles, futbolísticos
aquì por lo menos (en Bélgica)
de estío precoz, temprano,
que pasan raudo, rápidos
para dar paso en seguida
a veranos que no pasan
que nos secan, que nos cansan,
que nos ponen plazo y fecha
otra vez, que nos aplazan
¡El español aplazado!
(Que así es como aquí me llaman) (...)
¿Qué te pasa, que nos pasa?
Que todo lo veo distinto
por allí donde tú pasas,
que te veo tan distinta,
como una diosa o una musa,
cuando a mi lado te cruzas,
que todo se tranforma por tí,
que ya no veo “mais nada”
Sólo tu silueta (al trasluz)
Y el cruce de tu mirada
Que me taladra (suave)
Y me mantiene en volandas
¡Poesía grande, poesía pura!
¡Para tí, mujer!
Para que me creas,
Para que veas mi alma desnuda
en esta carta, estos versos
de un alma que lucha
de un mundo que pide ayuda
No me defraudes, no faltes
A la cita del destino
Que ya se hace tarde,
En mi puesto y en mi alma
(que esperará lo que haga falta)
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