Durante su visita a Portugal en 1982 se cumplió una de las características de la pastoral viajera del papa polaco, la de alentar y alumbrar esperanzas (falaces) de signo contradictorio entre las muchedumbres que le daban la bienvenida. En Portugal no obstante se veía empujado sobre todo por las esperanzas de la mitad del pais enfrentada al 25 de abril y a las pasiones que encendería, mientras que la otra mitad -que habia aclamado a la Revolución de los claveles- no dejaria de mirarle con cierta desconfianza. El reto era pues allí como en otras partes, contentar a los unos y tranquilizar a los otros al mismo tiempo, o de rebote. Ni unos ni otros estaban pues en condiciones de mostrar el más minimo signo de comprension por mi gesto de Fatima. No les guardo rencor no obstante a los portugueses, como lo di claramente a entender en la entrevista que me concedio en marzo del 2010 la Radio Television Portuguesa. Ni a José Mourinho tampocoLa (inminente) caída en desgracia de Vicente Del Bosque y de su camarilla del Barça trae inexorablemente de vuelta en la estima de muchos, madridistas o sin serlo, al anterior entrenador del Madrid, José Mourinho. Arrastro yo un problema, lo confieso -como muchos españoles sin duda también-, con el antiguo entrenador portugués del Madrid, que no habré dudado, llegado el caso, en dejar aquí consignado por escrito, como cando se quejó en la prensa inglesa del odio (sic) –según él, típicamente español (…)- que le manifestaban muchos españoles, por ser Mourinho y más aun incluso por portugués, siendo entrenador del Madrid, en los estadios de futbol.
Su reacción en cambio de ahora, negándose a dar coces al burro caído, léase la selección española y por detrás de ella, el buen nombre y la imagen de España (y de los españoles) me habrá llamado la atención lo reconozco, y además de apreciarlo en lo que se merece me habrá llevado a una reflexión de altos vuelos sobre las relaciones Portugal y España en la coyuntura teñida de incertidumbre por la que atravesamos los españoles tocante a la situación en Cataluña. Un repaso histórico se impone pues por breve y somero que sea.
Portugal se emancipó, volvió a recuperar su independencia perdida -tras la tragedia nacional que supuso para el país vecino la desaparición del rey Don Sebastián en la batalla de Alcazarquivir que los marroquíes llaman (no sé bien exactamente por qué) la de los tres reyes-, en plena guerra de los Treinta Años y coincidente también con la sublevación catalana de forma que muchos portugueses arrastran el sentimiento hondo anclado den su memoria colectiva que la autonomía o independencia catalana se vería sacrificada en aras de su propia independencia. De ahi a concluir que la causa catalanista goza en el seno de la sociedad portuguesa buena prensa hay todavía un trecho que no cabe recorrer tan de prisa.
Los años que estuve preso en la cárcel portuguesa puede percatarme de la aureola innegable que entre muchos de mis compañeros (portugueses) de cohabitación forzosa tenían el terrorismo vasco y la banda terrorista a la que invariablemente llamaban “ETA militar” (mi-li-ta-re, en su acento proverbial e inconfundible) Y por aquello aunque solo sea que la estancia en una cárcel da una visión siempre un poco del revés de la realidad social (del país del que se trata) no cabe sacar conclusiones de aquel fenómeno mas bien anecdótico, las que sean. No creo honestamente tampoco que el terrorismo vasco gozara de muchas simpatías entre la opinión pública portuguesa y aún menos el separatismo catalán en auge los tiempos que corren
La Torre de Belém (del Monasterio de los Jerónimos) a la entrada del estuario del Tajo, en Lisboa. Monumento emblematico del Portugal de los Descubrimientos. Encierra los restos del rey Don Manuel de Portugal y desde una época reciente, los del poeta Fernando Pessoa, vate del Quinto Imperio, el sueño mesiánico (y nacionalista) que alumbraron la Leyenda del Rey Don Sebastián y el mito de su regreso. ¿Será Felipe VI el monarca del Quinto Imperio? Dificil de creer pero sólo depende de él que sepa asumir la vocacion que le ofrece y le marca el destino. Si de verdad quiere enfrentar los desafios que le aguardan en los inicios de su reinado y salvar para España a Cataluña¿Misterios insondables de idiosincrasia peninsular? Sin duda alguna porque como lo dejé sentado en uno de mis recientes artículos la unida peninsular se hizo a costa de Portugal y si los portugueses pudieron guardar así, con intervalos, su propia independencia no es óbice que el sentimiento de exclusión de la unidad debió pesar siempre no poco en la conciencia colectiva de los portugueses como lo ilustra esa corriente más o menos soterrada o minoritaria pero siempre operante entre portugueses hispanófila o por/española. Así entre los partidarios del régimen anterior -el "Estado Nuovo"- que tuvieron que huir cuando el Veinticinco de Abril algunos no dudaron en refugiarse en España, los menos tal vez mientras que otros, sin duda los más, lo hicieron al Norte de los Pirineos y sobre todo en Inglaterra.
Y esa hispanofilia innegable latente entre portugueses podría despertar bruscamente y convertirse de pronto en dominante y mayoritaria en el caso de que los secesionistas catalanes amenazaran seriamente la unidad, o los vestigios o reliquias de la misma por muy nimios y leves que se vean o en otros términos, los lazos de parentesco por razón de un pasado histórico común por muy remotos que sea entre todos los pobladores de la Península, que podrían pesar en un momento dado más que snetimiento de indepedencia.
¿El cuento de la lechera? Es posible. También es verdad -y los portugueses que me lean no pienso que se sintieran ofendidos por ello- que el Portugal (metropolitano) es hoy un poco impensable sin el Brasil, gigante entre los países emergentes (desde hace ya un rato) El Mundial viene a poner de realce el protagonismo del Brasil de hoy en el concierto de las naciones. Ocurre que entre el Brasil transatlántico y el Portugal peninsular no existe la brecha honda e irreductible que creo entre España y los pueblos hispano/parlantes de América la emancipación americana, léase las guerras de independencia contra España.
En el Brasil no hubo tal, la emancipación (e independencia) brasileña llego más tarde pero sin traumas ni violencias. Llegaron incluso a proclamarse imperio con un príncipe portugués (de la casa de Braganza) a la cabeza en, la más pura tradición (apócrifa y patriótica) del Quinto Imperio que hicieron nacer la leyenda de Don Sebastián y el mito de su vuelta. Como si entre portugueses la sangre no llegar nunca (del todo) al rio, en la independencia del Brasil como en el Veinticinco de Abril un siglo más tarde casi.
Y como se pone clamorosamente de manifiesto ahora de nuevo, en el Mundial en curso, que voces agoreras -el seleccionador español Vicente del Bosque entre ellos- mal aguraban, de una forma sombría y amenazadora y entre perspectivas de protestas violentas como las que dejaban de presagiar las manifestaciones y demás actos de protesta que acompañaron la Copa de las Confederaciones, que habrán quedado al final en agua de borrajas. El Brasil, algo de lo que acabé dándome cuenta durante mi estancia del otro lado del Atlántico hace ya tanto, es un país europeo, más que americano, mas europeo desde luego que el resto de los países latinoamericanos. Y eso les da sin duda una vocación y unas perspectivas de protagonismo que no dejan de alentar el despegue económico que vienen operando sin duda hace uya tiempo pero de forma acelerada en los últimos años.
¿"Me equivoqué de país" como me asaltó tantas veces la duda después, con mi gesto de Fátima? O Félix culpa! Reza la biblia canónica, como sea. Porque gracias a aquello arrastro hoy un conocimiento de cerca desde el interior de la realidad portuguesa -y del Brasil incluso- y de la idiosincrasia lusa (o luisiada) que para asi quisieran muchos españoles, entre ellos gallegos incluso.
En un mundo multipolar como el que parecen estar alumbrando los grandes acontecimientos de la escena internacional de un tiempo a esta parte -de Siria a Ucrania pasando por el Irak o el Afganistán-, el gigante Brasil podría servir de puente de unión entre Europa y entre España de un lado y del otro los países latinoamericanos o para hablar con propiedad y dejarnos de eufemismos el mundo amerindio (o indio/americano) Lo que podría venir a contrarrestar y a neutralizar fuerza desintegradoras y centrifugas como las que amenazan del lado de Cataluña, y también de otras regiones de Europa.
Dejó escrito el historiador marxista francés Pierre Vilar que Castilla “prefirió" el Mediterráneo (léase a Cataluña y a Aragón) dando la espalda al Atlántico (léase al Portugal ultramarino) cuando la culminación de la unidad española. Una reforzamiento e impulso mayor a las relaciones entre España y Portugal debería ser uno de los objetivos prioritarios del nuevo monarca Felipe VI buscando así a corregir yerros del pasado, por aquello aunque solo sea que los pueblos que no aprenden de la Historia están condenados a repetirla
No hay comentarios:
Publicar un comentario