martes, junio 24, 2014

ETA ¿TERRORISTAS POLÍTICOS O ASESINOS?

González Pons exagera con su retórica democrática anti-terrorista -y anti-nazi- tan manida  que nos vienen infligiendo (tan insufriblemente ) ya hace tanto a los españoles. Y falta además a la más elemental verdad histórica. Los fundadores e ideólogos de la ETA primera eran puros ideólogos e intelectuales, influídos, es cierto, por el nacionalsocialismo, como Jon Miranda (o Mirande) y Federico Krutwig que en su época de exilado en Bélgica, años cincuenta, tuvo de amigo y protector a Lode Claes, fundador más tarde del Vlaams Blok (hoy Vlaams Belang, nacionalistas flamencos) que fue concejal del Gran Bruselas durante la ocupación alemana. El paso por la ETA de uno y otro fue no obstante episódico y ninguno de los dos cometió nunca delitos de sangre. Secuela de las más importantes de nuestra derrota en la Segunda Mundial, el terrorismo de la ETA
Esteban González Pons acaba de impartir un lección de moral política de esas que tiembla el suelo bajo nuestros pies y se abren los cielos de puro espanto como si la palabra de Dios hubiera salido directamente de su boca. Del dios de la democracia o del del concilio vaticano segundo que para muchos españoles (bautizados) viene hoy a ser prácticamente lo mismo. Y en su filípica o jeremiada más bien no habrá dudado en echar mano del camarero indignado del que ya me ocupé en mi artículo de ayer que reventó -como si se tratase de un simple mandado- la presentación en sociedad de Podemos y de su líder Pablo Iglesias en el Hotel Ritz el domingo pasado.

Al secretario general del PP le planteó un problema serio el 15-M desde su nacimiento, hasta el punto que les llego a elogiar y a ensalzar en plan de "unos y otros buscamos lo mismo", y me quedó la vaga impresión de aquellas palabras suyas de entonces que en su postura subyacía una circunstancia personal un tanto dramática tal vez, por culpa de algún joven familiar suyo que se hubiera dejado arrastrar en la movida aquella.

¿Su propio hijo? Desorientó no poco desde luego, hasta el punto que cabe decir -esa es mi opinión al menos- que si el movimiento indignado tardó (relativamente) tanto tiempo en desinflarse fue culpa suya en parte de aquellas declaraciones tan ingenuas e infundadas e irresponsables. Y ahora ha debido decirse a todas luces esta es la mía viendo que al líder de Podemos le salía respondón nada menos que uno de los iconos de la movida aquella, el camarero -o jefe de camareros- que se enfrentó (o eso dicen) a los anti-disturbios delante de las cámaras en la noche aquella tan crucial cuando la situación estuvo a punto de dar un vuelco y de que los perro flautas y compañeros de viaje -más civilizados (en apariencia))- acabaran saliéndose con la suya.

La noche de todos los riesgos y peligrosa fe mía  aquella del 23-S cuando los medios de la prensa global estaban ya listos y preparados para vender a la opinión pública del planeta el escenario "a la yugoeslava" -como cuando la caída de Milosevic- de una ocupación “pacifica” del Palacio de las Cortes como un nuevo asalto al palacio de Invierno (en versión española) que no me cabe duda que así es como lo habrán vendido con éxito a la opinión publica del planeta. Un nuevo Catorce de Abril (o un Priemro de A bril del 39 al revés) en resumidas cuentas, que es el escenario mítico que habrá servido de telón de fondo ambiental al movimiento indignado
La deriva del sector mayoritario del carlismo -de Carlos Hugo (en la foto, de 1957)- hacia posturas próximas de la izquierda abertzale y hasta a la colaboracion con la ETA incluso fue otra de las secuelas de nuestra derrota en la segudna guerra mundial. Un fenomeno de trasvase ideologico que me pilló de cerca en mis años de Universidad, entre los estudiantes carlistas que figuraban entre mis amigos conocidos. En 1973 particpé junto con los de la TFP en una javierada -al castillo de Javier- y ese fenomeno volvió a mostrárseme de lo mas palpable. Los que más nos increparon durante la marcha, cuando desplegamos los estandartes (con el león rampante) de la TFP -amenazantes incluso-, eran carlistas navarros (que nos trataban despectivamente de castellanos), algunos de ellos conocidos mios de la Universitaria madrileña
Decía Maurras que para construir hacen falta muchos siglos, para destruir una obra y o un legado milenario en cambio, minutos o segundos tan siquiera. Y España en todos estos años desde que estalló la crisis financiera -que a fe mía que nos estalló en la narices a los españoles en proveniencia (todo derecha) del otro lado del Atlántico- habremos rozado más de una vez (y dos y tres y mas también) ya la tragedia de un ruptura o salto en el vacío "por las buenas" -por obra y gracia de una indignación no/violenta-, algo que la izquierda violenta y furiosa y el terrorismo etarra no consiguieron por las malas ni en la transición ni en las décadas que se seguirían.

Yo desde luego la noche aquella del 23-S la viví a distancia -y a la vez minuto a minute por la red- como una auténtica pesadilla consciente de lo dramático de aquellos instantes, cuando en un momento dado ya avanzada la noche el diario digital la Gaceta -¡cómo se les vio el plumero a esos indignados en versión clerical!- difundió fotos de un palacio de las Cortes prácticamente englutido por la muchedumbre informe y con él los efectivos de las fuerzas del orden que lo protegían. Soy consciente que amigos y camaradas míos tal vez no lo vieron así, pero yo en cambio no creo haberme equivocado en como viví y enjuicié el trance aquel y como lo sentí y lo viví en lo más íntimo (...)


Y el camarero aquel irrumpiendo de golpe se me figure de pronto el Casandra funesto y calamitosa que venía a agravar y a ennegrecer todavía mas los presagios negros en la noche aquella. Y el secretario del PP le sale ahora al quite con la coartada que le da el que efectivamente el espontáneo indignado aquel tenía carné de miembro de su partido. Igual que el otro salió al quite la noche aquella de los violentos que hicieron que la situación degenerara, sin duda cuando vieron que habían fallado por los pelos en su objetivo de ocupar el Congreso que fue cuando empezaron a parecer banderas rojas y negras a profusión y agitadores que lo destrozaban todo a su paso entre los que me cuesta trabajo creer que se encontrase Pablo Iglesias ni de/corazón tan siquiera.

Los no violentos de mi época se trasmutaban con toda celeridad en energúmenos violentos funestos y furiosos y en un momento dado de aquellos años de mi paso por la Universidad, se puede decir que el fenómeno se generalizaría, que el Absurdo triunfaba sin encontrar la menor resistencia como los personajes de la célebre pieza teatral “Rinoceros” de Ionesco -contagiados o contaminados de una plaga o una epidemia extraña- que se convertían de pronto en rinocerontes, les salían cuernos y colmillos y se ponían andar a cuatro patas: en el mayo del sesenta y ocho versión española ocurrió algo asi, en la acampada del Sol y en las demás que proliferarían a lo largo y a lo ancho de la geografía patria urbana en suelo de la península volvería a repetirse grosso modo lo mismo, a los no violentos, de solo un poco de calentamiento callejero, les salía de repente la baba y la saliva por la boca(...)

¿Quiere decir que Pablo Iglesias que gravitó siempre de cerca dentro del movimiento indignado y que incluso lo reivindica (dentro de un orden) sea uno de esos rinocerontes en potencia que llegado el momento se pongan a embestir contra lo que ellos llaman el sistema y que de los simples escraches más o menos pacíficos -y no menos violencia de una violencia gestual aunque solo fuera- acabará pasando a la violencia de masas propiamente dicha a linchamientos y exacciones aún más violentas si se presenta? Me cuesta creerlo, ya lo dejé ayer aquí así a entender y me rubrico.

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra y ahora, marcando el paso detrás de González Pons, se la están tirando algunos por las declaraciones que hizo relativas a la ETA. Hasta los filo/etarras de Sortu se habrán sentido en la obligación de desmarcarse. Con el victimismo no se juega y eso de echarle la culpa del daño (sic) infligido aunque sea compartido, a los que siempre se erigieron en víctimas no pasa la rampa en ciertos sectores dentro del país vasco. Y lo que dice ahora en tonos tan indignados González Pons no lo sabemos algunos de memoria.

La misma canción el mismo librillo la misma cartilla demócrata -de demócratas de toda la vida-que llevan repitiendo sin pausa ni descanso desde hace ya tantos años. El mismo sermón que soltaban los demócratas pacifistas y no sé cuántas cosas ms que hacían del anti-terrorismo una profesión, el antiterrorismo democrático que me diga una década atrás en las concentraciones por la paz de Bruselas: a la ETA, que me diga a ETA -sin el artículo “la” que le poníamos delante en toda espontaneidad, en vida aun del jefe de estado anterior, como una consigna que se extendería e impondría a seguir a la transición) "ni nombrarla, ni nombrarla", esa era su consigna y su estrategia como si el terrorismo fuera un simple fenómeno de bandidismo o de crimen organizado, que sin duda lo era pero también algo más que eso (...)

Hasta el punto que daban la impresión con sus actitudes y sus gestos y palabras –y sus inhibiciones y sus complejos- que el enemigo no lo era la ETA sino la violencia en si se encarnara donde se encarnara (a la izquierda o ¡ay dolor! a la derecha) Y ahora, el secretario del PP viene a acabar de arreglarlo o de empeorarlo con su evocación (un respeto) del holocausto/judío. Nadie les pide tanto ¿O si? La ETA fue una secuela de nuestra derrota en la segunda guerra mundial, no una reacción de los vencidos de la guerra civil como siempre se quiso presentarse en el tipo de mensaje políticamente correcto en vigor en la España de la democracia.

Y lo ilustra el que la ETA recluto en sus inicios entre medios o sectores sociológicos ajenos al PNV y muy cercanos por no decir afines al régimen anterior, como lo ilustra unas figuras tan emblemáticas como Federico Krutwitz -fundador de la ETA primera- y uno de los terroristas más sanguinarios de la banda, De Juana Chaos, que había militado activamente en Fuerza Nueva (a mí que me registren) O acaso nos van acusar los demócratas de toda la vida de hacer el juego de la ETA y del terrorismo y del separatismo por decir las verdades del barquero, lo mismo que proclamamos y repetimos en voz alta siempre aunque por desgracia no con el eco y la repercusión en los medios de las que goza de antiguo el fundador de Podemos (por lo que sea)



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