"La Leyenda del César Visionario" fue el título de uno de los poemas de Federico de Urrutia contenidos en este poemario que alcanzó gran éxito y popularidad y difusión durante la guerra civil en zona nacional y durante la segunda guerra mundial hasta el declive y derrota de Alemania. ¿Plagiador Francisco Umbral? Dejémoslo -su honra y su memoria salvas- en "criptonazi", léase un nostálgico irreductible, en un momento de su vida -"olvidado" después-, de la causa del III Reich y de la Alemania nazi"A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas ¡Y ay del que no sepa levantar frente a la poesía que destruye la poesía que promete!" Estas frases del Discurso Fundacional de la Falange pronunciadas por José Antonio Primo de Rivera en el madrileño teatro de la Comedia en Madrid, el 29 de octubre de 1933, dieron siempre mucho hueso duro de roer tanto a sus más fieles devotos como a sus exégetas y biógrafos y comentaristas partidarios como antagonistas.
Y no al que menos tampoco, al autor de esas líneas. Y me volvieron a dar quehacer (por dentro) hace años con ocasión de la lectura de un libro que ya evoqué y comenté en esta bitácora y en mi blog difunto de Periodista Digital también, sobre la "corte literaria de José Antonio" que trataba de esa faceta de la Falange que los autores de esa obra presentaban (sustancialmente) como un movimiento de escritores y de poetas.
Una frase sobre todo -aunque no sólo- se me quedó atragantada sobre todo y fue el aserto que en el libro, hacia el final, se recogia que la Falange y los poetas de la Falange habian aportado poco por no decir nada a la corrriente central /sic) de la cultura poética contemporanea en lengua española que les parecía a los autores (prácticamente) representada y monopolizada -en los que a la poesia de los años de la guerra civil (y de justo antes y después) se refiere- por los autores de izquierdas, mayormente comunistas. Punto.
No la digerí, es cierto. Porque los gazapos que encerraba esa formula incisiva y sectaria por igual a la vez, eran gruesos por demás sin duda alguna. Es obvio que la Falange vino a encarnar -mutatis mutatis, de manera analoga a los fascismos- otra/modernidad, en todos los campos y en particular en el de la poesía.
Tomás Borrás. Biógrafo de Ramiro Ledesma, camisa vieja y autor de "Checas de Madrid" que Umbral copiaría "al revés" en Madrid 1940" (como algunos no dejarían de denunciarlo) Y en esa mentira/histórica que Umbral practica a conciencia, encarnizadamente y perfectamente a sabiendas y sin complejos en sus novelas guerracivilistas -como no habrán dejado de subrayarlo y de analizarlo los estudiosos de su obra-, cabe fácilmente reconocer un sordo -y noble- resentimiento hacia el bando nacional y en particular hacia su jefe supremo Franco, culpable de haber dejado en la estacada -en el momento decisivo- a su fiel aliado, la Alemania naziY uno de los aspectos mas enigmáticos y que siempre más chocaron a los lectores de Umbral -y en particular a mentalidades de izquierdas en la masa de sus lectores- fue esa inistencia suya en recordar y exhumar a los que el llamaba los poetas -y prosistas- de la Falange (sic) Sin complejos.
Botón de muestra sin duda, uno más, de ese Umbral inédito y prácticamente desconocido o mal conocido que vengo encargándome de reexhumar de un tiempo a esta parte, redescubriéndole no poco a mi mismo al mismo tiempo como lo dejé sentando en la ultima entrada que aqui le dediqué ("Umbral, evangelista de Hitler")
Umbral -conforme a unos abordajes críticos y a unas pautas de conducta estrictamente supeditadas y subordinadas a lo políticamente correcto, comunes al conjunto de la crítica contemporánea- "recuperaba" a todos aquellos autores malditos al precio del distanciamiento ideológico y personal y de la deshonra o del descrédito de aquellos, en un trámite argumentativo análogo o comparable mutatis mutandis a esa otra recuperacion que lleva a cabo en una de sus novelas guerracivilistas ("Madrid 1940") de la derrota mundial del 45 tal y como la vivieron muchos en España y en particular el propio Umbral, con el desfase cronologico de una década apenas.
Y un ejemplo emblemático en extremo me viene de inmediato a la mente de lo que aquí decir estoy queriendo. Y es el de un autor al que Umbral copió, por no decir que plagió (sic) o arrebató (usurpándoselo) el título de la más lograda tal vez de sus novelas --"La Leyenda del César Visionario" - y una además de las de más éxito (sino la que más) de todas las suyas de venta en librerías.
Los autores de esta obra -portada de su reedición en la foto- dan muestras en ella de conocerse el tema al dedillo, como si se moviesen en un entorno sociológico o familiar azul o de antiguos falangistas. El prólogo, del inefable José Carlos Mainer, da ya el tono de la obra que se pretende un epitafio en suma -para un entierro de segunda sino de tercera- de todas esas corrientes de poesía española de la guerra (y sus prolegómenos) y de la posguerra, que no caen dentro de los baremos de lo política y poéticamente correcto. Los muertos que vos matáis gozan de buena salud, no obstante. Como lo prueba la reedición reciente -considerablemente aumentada (...)- de "Falange y Literatura", la obra (de 1971) que su autor, Mainer, declaraba precisamente en ese prólogo, en los tonos más solemnes y lapidarios, definitivamente muerta y enterradaY me estoy refiriendo a Federico de Urrutia, autor de un poema o poemario célebre y popular en extremo durante la guerra civil que llevaba aquel titulo precisamente y del que algunos versos serían tan recitados y celebrados y recordados -hasta un cierto momento por lo menos de la marcha de la segunda guerra mundial sin lugar a dudas- como lo pudo ser en ciertos momentos de nuestra historia contemporánea, en particular antes de la guerra, durante la república, el "romancero gitano" de Federico García Lorca.
"¿Donde estás José Antonio que te busco y no te encuentro? Como un arcángel azul baja a la tierra un momento a decirnos, José Antonio, si estás vivo o si estás muerto" Esos son algunos de los versos que me salen relucir a borbotones mientras escribo, de prisa y corriendo, porque lo único que tienen de reprochable esos versos irreprochables -tanto ellos como el conjunto del poema- lo sea tal vez el que su autor se equivocase de bando o escogiese que me diga el bando de los perdedores de la segunda guerra mundial, como lo dejaría bien sentado en otros de su poemas -de no menor calidad poética- "Poemas a la Alemania eterna" (...)
Y naturalmente, para la corriente poética dominante de la cultura poética española contemporánea (sic), alguien con unos motivos de inspiracion tan impresentables como aquellos no podía ser considerado verdaderamente un poeta.
Asi sentenciaban -y pontificaba- siguiendo la corriente poetica dominante de lo política e históricamente -y poéticamente- correcto, los autores de "la Corte Literaria de José Antonio Primo de Rivera", sin parar en mientes que aquél habría descalificado y catalogado dentro de "la poesía que destruye" a toda esa corriente poetica/dominante (hasta hoy) en lengua española, y entre "la poesia que promete" en cambio a esa otra -de corte heroico- que se vio enterrada tras la II Guerra Mundial, y que vuelve a resucitar los tiempos que corren. Cargada de promesas.
Y esa poesia/que/promete, esos poetas de la Falange que Umbral reivindicaría siempre abiertamente y sin complejos en sus escritos, son otro botón de muestra infalible de ese aspecto de Umbral que vengo aquí destapando, inédito y prácticamente desconocido. "Criptonazi", para dejarnos de eufemismos
3 comentarios:
ves lo que no ha visto nadie y lo demuestras con argumentos objetivos. Creo que la historia te lo agradecerá. En el fondo los poetas del contubernio a Paco le causaban hilaridad, sólo tiene palabras de elogio para Gerardo Diego aunque físicamente era una especie de gran ciprés, un muermo, parece imposible que en un hombre tan taciturno cupiera tanta poesía, y a todos los fue entrevistando cuando realizaba reportajes y colaboraciones para la Pyresa, et quod scripsi, scripsi, habría que decir con Pilatos. Tu artículo es un "must", simplemente genial
Gracias de nuevo por tus elogios, Antonio. "Rosa y latigo" -Ana caballé dixit- a discrecion en "los Alucinados" -uno de los libros que más me gustan de él- para todos los que desfilan por esas paginas, entre ellos Gerardo Diego al que Umbral inciensa al precio de pitorrearse no poco a la vez de él, ya digo. Y me figuro que Gerardo Diego como otros poetas que sobrevivieron a la guerra civil, arrastrarían una porción de obra poética propia semi/enterrada, del corte heroico e "incorrrecta". Un abrazo
Solo añadir que tus elogios me vienen tal vez un poco grande, eso de que la historia me lo agradecerá me deja desde luego como niño con zapatos nuevos. Gracias de nuevo, Antonio
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