domingo, abril 26, 2015

Diosa oscura y alegre (poesía en domingo)

Desde el fondo de las almas,
de cara a un ancho horizonte,
perdidos en la gran urbe
y a lo lejos, por los montes
o en marcha por mil caminos,
atravesando ríos y puentes,
charcas de agua pantanosa
¡Poesía es lo que nos mueve!

Una poesía que destruye
y derriba mil barreras
de interdictos y tabúes
y disipa el aire viciado
de miasmas (de la peste)

Y es poesía que promete
el triunfo y la Victoria
y un futuro sonriente,
que nos aclara e ilumina
sobre la Vida y la Muerte
al cabo de mil combates
en plena línea del frente
a los que sobrevivimos
la Grande Criba del Héroe,
con tal que ganemos -¡suerte!-
la gran prueba contra el Tiempo
echándole arrojo y temple
sin límite ni medida
o en la dosis conveniente
que soporta el hombre sabio
de fuego (sufriendo en caliente)

Poesía que nos mueve y transporta
por los aires, por las nubes
sin sentirlo -¡cool, cool, cool!)
Como pluma al viento (Norte)

Como el vuelo de Ícaro
-mito de un tiempo de héroes-
que se quemó las dos alas
superando mil paredes
y se burlaba a seguir de sí,
a salvo, convaleciente

O como un Pegaso de fuego
bajo un cielo de Poniente
cabalgando en la noche
hacia tí, bella durmiente

Poesía dura ¡qué droga!
para almas puras y ardientes,
poesía de un tiempo feo,
forja y crisol de valientes

Cantos de amor y de guerra
de una guerra a vida o muerte
-guerra de ochenta años
que no se ve, no se siente-,
y de un amor combustible
y perenne por Tí (y silente)

¡Musa de mis poemas!
¡Diosa oscura, diosa alegre!


Llevarte bien dentro, mujer,
en medio de mis fregados,
lo que me salva y alivia
mi sensación de marasmo

Cuando en redor no veo a nadie
más que gatos grises, pardos,
y solo se oyen los búhos,
que ven de noche, muy largo
y gritan fuerte (y alto) al pasar
catastróficos, aciagos,

¡Se me ponen de corbata
(perdóname si me paso)!
Viendo las torres caer
en el peor de los escarnios
Y solo me sostuvo en pie
imaginarte en mis brazos

Presa de impulsos “suicidas”
ciegos, fríos, temerarios
como los que tuve entonces
(¡cuanto me estigmatiizaron!)
de una fe en tí (en mi estrella)
Y de un amor loco insensato,
el que hiciste nacer en mí
a traición hace ya tanto,
que me da nervios de acero
a prueba de mil infartos

Y por eso te ofrezco mis versos
Y el recuerdo de aquella gesta
cuando no tuve testigos,
Mujer, entre cielos y tierra!

(Después que cantara el gallo)

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