Marine Le Pen asistirá el próximo martes –junto a su compañero sentimental- a la gala organizada por la revista Times en honor de las “cien personalidades más influyentes del planeta” entre las que se habría visto incluida por la citada revista. Entre Moscú y Nueva York se debate hoy como ayer entre franceses, el destino del Frente Nacional. Entre el Atlántico y los Urales. ¿Tentada Marine Le Pen de dar la espalda no sólo a su propio padre sino también a los amigos de su padre en la esfera internacional, Vladimir Putin, Bachar el Assad o los prorrusos del Donbás? Las apuestas se admitenBruno Gollnisch, lo confieso, nunca me inspiró demasiado en todos estos año (largos) que habrá gravitado en la órbita del Frente Nacional y de su fundador Jean Marie le Pen, y tal vez lo fuera por un defecto de óptica de los años que pasé en la FFSPX mayormente entre franceses y vi su nombre y su rostro asociado en permanencia con nombres o ideas y fórmulas que me dirían poco por no decir nada, o que habían dejado ya –para expresarlo en claro y en crudo- de decirme nada hacía mucho tiempo. Desde mi gesto de Fátima para ser sinceros.
Y ahora, en esta crisis profunda e imprevisible del Frente Nacional francés, cuando habrá vuelto a ocupar (a ratos) el centro de la escena de pronto ma llama la atención y despierta mi interés en todo lo que está diciendo de forma tan clara y distinta por expresarlo con la célebre formula de Descartes. Y es cierto que hay una forma (cartesiana) típicamente francesa de describir las situaciones y de plantear los problemas que es lo que me venía a la mente oyendo a esta figura destacada del Frente Nacional en la entrevista que concedió días pasados a la cadena francesa France 2 sobre el diferendo que le habrá opuesto estos últimos días a la nieta (preferida) de Jean Marie Le Pen por la candidatura a la región PACA (Provenza-Alpes-Costa Azul) y habrá sido en reacción a las declaraciones –de gran desenvoltura de Marion Maréchal-Le Pen al diario Le Figaro al comienzo de esta semana, en el que venía poco menos que arrumbar a su rival al cuarto de los trastos viejos, y a reivindicar su juventud y la nueva generación (sic) que ella entiende representar al interior del Frente Nacional en lo sucesivo marcando así una fractura o una línea divisoria (o de demarcación) al menos entre el nuevo Frente Nacional y el anterior.
“¿En qué somos nuevos o diferentes del Frente Nacional anterior, -se preguntaba Bruno Gollnisch ante las cámaras-, porque si ha habido un cambio ese cambio hay que explicárselo a los electores y a los militantes” Y oyendo casi en simultaneo la intervención televisiva del actual número dos de Frente Nacional (Philippot) que lidera la ofensiva contra el fundador del partido me decía yo para mis adentros que ese argumento de choque del amigo fiel de Jean Marie Le Pen había hecho mella en su principal adversario al interior del partido? en la imagen que esta dando al menos en los medios los días que corren. Como queriendo quitar hierro a un enfrentamiento que ha sido él precisamente el responsable de haberlo llevado hasta el paroxismo, hasta niveles propiamente de ruptura –y excomunión o exclusión- con el fundador del mismo.
La vieja guardia se pliega pero no se viene abajo, por ahora. El amigo fiel de Jean Marie Le Pen, Bruno Gollnisch habrá sabido encontrar las palabras (justas) de réplica a Marion Maréchal-Le Pen, que en declaraciones recientes venía a arrumbarle al cuarto de los trastos viejos, a él y a todos los de su generación y también a todos los que de una manera u otra se sintieron representados hasta hoy por el fundador del partido. Soy de la misma edad –habrá declarado- que Jef Bush e Hjllary Clinton, candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Gollnisch es además de mi misma generación universitaria, la de mayo del 68 la mía también de la que me siento y me sentí siempre un superviviente (“rescapé”) como sin duda se lo sintió él, secretario nacional entonces –me entero ahora- de la Federación Nacional de Estudiantes de Francia, opuesta la UNEF (marxista) alma mater de la revuelta del Odeón, de la Sorbonne y de Nanterre (donde estudió precisamente él) Nada de extrañar pues que el desafío generacional de Marine Le Pen no parezca inmutarle ni poco ni mucho. Alios vidi ventos, alias prospexit animo procellas, decía el viejo Cicerón. Ya vi otros vientos y otras tempestades, guardando el tipo (sin perder la compostura) Esa es lo que cuenta. Y el viejo menhir no desmereció en lo más mínimo en ese punto hasta ahora¿La soga en casa del ahorcado? Esa es la impresión que dio con su reacción espontánea de rechazo y de distanciamiento cuando la presentadora evoco el nombre de Gianfranco Fini que llevo a su término –y nuca mejor expresada la expresión- un proceso de renovación análoga así a primera vista al lavo de imagen y de d des diabolización) que parece inspirar –hasta grados y niveles de verdadera obsesión- a la actual presidenta del Frente Nacional, Marine le Pen- que acabaría al cabo de un largo y tortuoso caminar surcado de sucesivas metamorfosis o travestimientos llevando a la auto disolución del movimiento neofascista italiano que había recibido en mano (como en bandeja de plata) del anterior dirigente y co fundador del mismo, Giorgio Almirante –viejo conocido de españoles- del que fue secretario.
Y así el número dos del Frente Nacional despachaba como de un manotazo o del revés de la mano la evocación del dirigente italiano aggionarnado, en el que veía (y con razón) un cadáver político, que había renegado (sic) de todo lo que había primero defendido y proclamado. Lo más digno de verse subrayado no obstante de las declaraciones del amigo fiel de Jean Marie Le Pen lo sea tal vez la resolución y la energía y la desenvoltura y el desenfado a la vez con los que recogió el guante del desafío innegable que le arroja al rostro la diferencia (casi impúdica) de edad entre él y la nieta predilecta. Esos jóvenes prefieren estar entre ellos, comentó en tono de desenfado y con un aire muy francés de despego y de desdén casi absolutos.
Y su actitud llama tanto si más cabe la atención porque Bruno Golnisch –un detalle que me aprendo ahora sobre la marcha- fue secretario nacional de la Federación de Estudiantes de Francia la rival directa en el seno del estamento universitario francés de la UNEF el sindicato izquierdista alma mater de la insurrección estudiantil del mayo francés, cursando entonces estudios de derecho precisamente en Nanterre como quien dice en el cráter del volcán o en el ojo del huracán, donde se produjeron las asambleas más masivas y las manifestaciones de protesta más violentas –junto con y el Odeón la Sorbona- en aquellas jornadas revolucionarias. Como si alguien que fue testigo (de cargo) de primera fila de la ruptura generacional tan desgarradora que trajo consigo mayo del 68 –sin dejarse arrastrar en modo alguno por el vendaval- estuviera vacunado de ese tipo de rupturas y no le inmute ni poco ni mucho el reto tan desafiante por partida doble además -por la juventud y por la condición femenina de las protagonistas- que vienen a lanzar en la política francesa y al interior del Frente Nacional “las herederas” (como Gollnisch les llama) a saber la hija y la nieta del patriarca. Tengo la misma edad –declaró en el programa- que dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, Jef Bush e Hillary Clinton. La primera en la frente.
Juventudes manipuladas el gran desafío desde loso tiempos de la primavera de los pueblos (la revolución europea del 48, siglo XIX) Como si luchando en el modo y medida que sea en contra de ellas estuviéramos cerrando las puertas al futuro que ellos encarnan. Tan desesperadamente –en plan de todo o nada- como la lucha de Jacob con el ángel en la biblia. Y lo de ángel en el caso que nos ocupa no venga sin duda muy descaminado. Marion Le Pen –¡bella mujer!- tiene todo el futuro por delante –no había ms que verla debatir hade unos días en la Asamblea Nacional francesa directamente (tête à tête) con el propio jefe de gobierno, Valls, el emigrante como le llama Le Pen- a condición que tenga el tino y el tiento de no cerrarse ella misma las puertas de aquél, escogiendo el enfrentamiento con otros de más edad que ella que tienen siempre cartas (de sobra) en la bocamanga. Por motivos generacionales además, por paradójico que parezca.
La idea (sociológica) de generación es no poco falaz además, como la fórmula de “hijo de su tiempo” ¿No lo fuimos acaso, no lo fueron todos aquellos –como el que esto escribe, como el pro Bruno Gollnisch- que se mantuvieron a distancia de un sector mayoritario de su propia generación, y de la que tienen sobrados motivos para sentirse sobreviviente –“rescapés” en francés- como se dice de los sobrevivientes de los campos de concentración que en punto a presión (y agresión) psicológica no había sin duda mucha diferencia. Claro que fuimos hijos de nuestro tiempo, más auténticos tal vez que los otros, los que siguieron la corriente o la tendencia mayoritaria (y manipulada) de sus años de juventud (universitaria), y fue en la medida que fuimos más nosotros mismos que ellos, y esa es la impresión (nueva) que habré sacado del amigo/fiel de Jean Marie le Pen al que tuve hasta ahora –erradamente, lo confieso- por un hombres gris, de cabellos bancos ya como la nieve. Otro de los grandes retos entretanto que orece la crisis del frente nacional lo es la política extranjera del partido.
El Frente Nacional fue hasta ahora heraldo casi en solitario en el conjunto de los países de Europa occidental a osar desafiar a las dos grandes potencias anglosajonas en el terreno de los grandes conflictos en llamas en distintas aéreas del planeta. Jean Marie Le Pen –un gesto que en su momento no compartí- sostuvo a Saddam Hussein (con el que se entrevistó en Bagdad poco antes de su caída. Y en el contexto de las crisis y guerras desatadas por las primaveras árabes, habrá sabido mantener siempre el rumbo firme en medio de la tormenta, tanto en relación con la Libia de Gadafi como con Bachar el Assad en la guerra civil siria.
Su hija Marine –invitada de honor el lunes próximo en la gran recepción de la revista norteamericana Times en Nueva York tras haber sido incluida por dicha publicación entre las cien personalidades mas influyentes del planeta- esta tentada acaso de dar la espalda no solo a su padre sino también a los amigos de su padre en la escena internacional, léase el ruso Vladimir Putin o Bachar el Assad. Entre antiguos y modernos y entre Oriente y occidente, entre Rusia y los Estados Unidos, se decide el futuro del Frente Nacional y de los ríos de esperanzas que habrán venido arrastrando hasta ahora entre franceses y no franceses, y entre europeos y no europeos.
Entretanto, los medios franceses de este fin de semana hacen vislumbrar la hipótesis que la tempestad venga a amainar los próximos días, lo que rezagaría el zanjar las cuestiones de fondo que la crisis habrá puesto sobre el tapete, ad kalendas grecas
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