miércoles, abril 22, 2015

¿OPERACIÓN MILITAR ITALIANA EN LIBIA? (ÚLTIMA HORA)

Marinetti, fundador del movimiento futurista –y uno de los precursores del movimiento fascista- se inspiró de la batalla de Trípoli durante la guerra ítalo-turca (1911-1912) que fue uno de los antecedentes directos de la Primera Guerra Mundial. La presencia italiana en Libia está escrita sin duda en los astros. Es una de las moralejas desde luego de la caída y de la suerte (tan trágica) del coronel Gadafi -y de su anti-colonialismo (anti-italiano) tan virulento-, que se reviste de la más rabiosa actualidad las horas que corren
¿Tragedia en el Mediterráneo? Sí, y tragicomedia también, donde unos ríen y otros lloran y que no se me malinterprete. Y de entre los que ríen hay una risa que se está oyendo ahora por encima de todas lo otras, y me refiero a la de la Diosa Némesis (de las venganzas), a su carcajada sangrienta ante esta serie de tragedias interminables en alta mar, de ese tráfico de la miseria con destino Italia (y otros pises de la UE) y (mayormente) procedente de Libia. ¿No tengo corazón? Que se piense lo que se quiera. Pero yo lo que estoy oyendo estos dís sobre todo, son las carcajadas grandiosas de sarcasmo y de venganza del fantasma del coronel Gadafi, en la mente de todos las horas que corren, lo reconozcan o no lo reconozcan.

Marine Le Pen -¡oh sorpresa! porque tras los últimos acontecimientos al interior de su partido, el Frente Naconal, a fe mía que no me lo esperaba- habrá puesto el dedo en la llaga, apuntando con el dedo que me diga en esa dirección, y contra el que se ve ahora en el centro de todas las miradas, el ex presidente francés Nicolás Sarkozy. Aquí ya saben todos mi postura en relación con la intervención aliada en Libia, la que expuse en su momento en caliente al hilo de los acontecimientos en mi anterior blog de la blogosfera de Periodista Digital y que habré venido suscribiendo en el blog que ahora mantengo abierto, de forma intermitente y sin desdecirme ni una jota desde entonces. Aporía irresoluble -como la cuadratura del círculo - la del mal menor.

¿El régimen de Gadafi era acaso indefendible? No me atrevería a decir ni sí ni no, pero sí está claro que en su caso se cumplió inexorablemente la regla -como una ley de bronce de la Historia- que embestir contra el mal menor acarrea fatalmente males mayores. En programa radiofónico anteayer de la radio estatal belga francófona se desprendía un consenso unánime entre los numerosos intervinientes y era la del claro nexo causal que establecían entre la situación de siniestro total en el que se ve sumida ahora la zona marítima teatro de esta serie sucesiva de tragedias y la intervención aliada de hace ahora cuatro años dirigida por el ex presidente francés y apadrinada y puesta bajos los altos auspicios de la Casa Blanca, del presidente Obama y de Londres y el Foreing Office, con vistas al derrocamiento del régimen libio del coronel Gadafi.

¿Problema personal de Nicolás Sarkozy, envuelto ahora en un enésimo escándalo financiero por las ayudas que recibió en su momento del anterior régimen libio y de su desafortunado titular entonces, en la campaña electoral que le valdría la presidencia francesa? Más hondo y más personal aun ¿por culpa del trato vejatorio –¿y denigrante?- que habría recibido su anterior esposa en la misión de mediación que efectuó en Trípoli por cuenta de las enfermeras búlgaras entonces allí retenidas? Lo del huevo y la gallina, una cuestión que sin duda seguirá en pie por lo siglos de los siglos. De lo que no hay duda en cambio es que el espectáculo salvaje de la ejecución del coronel libio en retransmisión directa –por primera vez en la historia de los grades ajusticiamientos- a las cuatro esquinas del planeta serviría de revulsivo a la opinión publica del mundo entero y en particular en los países occidentales y el que esto escribe fungiría además de signo revelador de un pasado que no pasa (entre españoles, en lo que el espectáculo insufrible aquél tenía y tiene sin duda alguna de parábola de otros ajusticiamientos aun por esclarecer que se dieron en el pasado español en su capítulo referente al siglo XX y en particular sobre la guerra civil española.

Y me estoy refiriendo –como lo hago por extenso y en detalle en mi libro reciente aparición, a la muerte –asesinado en la cárcel de Alicante- de José Antonio Primo de Rivera. Nuestro futuro es nuestro pasado y nuestro pasado es nuestro futuro. Y en la medida que el pasado se aclara y se descifran, se destrenza también el futuro, y se abren o se alejan las nubes negras que amenazan con descargar de un momento a otro sobre nuestras cabezas. Y uno de esos nubarrones de los más negros, lo forma sin duda la amenaza de la invasión silenciosa agazapada en el fenómeno de la emigración que va cobrando al socaire de esa serie de tragedias todos los visos de una operación programada y teledirigida que los países europeos se ven condenados a aceptar y a soportar de manos y y pies atados (por …), a la fuerza.

Un millón de refugiados (un millón) de la miseria y de la guerra de todos los rincones del África y del oriente medio e incluso del contiene asiático se espera ver arribar –camino del espacio Schengen- a una Libia en estado de deflagración permanente en las próximas semanas. Otra de las puertas de entrada del flujo migratorio en el espacio UE a saber la de Grecia donde se habrá visto propulsado al primer plano de la actualidad en los dos últimos días no por un tragedia comparable con la que acaba de suceder ni siquiera por un nuevo aluvión de inmigrantes como los que el país helénico –allí mas estrechamente ligados a los conflictos de Siria, Irak y Afganistán- habrá sufrido en los últimos años sino por signo magno de la crisis que el fenómeno migratorio en suelo europeo trae consigo, y al fenómeno de la irrupción y presencia sostenida en el panorama electoral griego del movimiento de Amanecer Dorado, que se ver ahora de nuevo en el primer plano de la actualidad mientras da comienzo, un poco y trancas y barrancas el juicio contra sus líderes.

A Marine Le Pen la simple mención de ese movimiento griego anti-inmigración, y fervientemente nacionalista le produce sarpullidos por las trazas. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, y el que esto escribe no sabría tirarla desde luego contra los griegos nacionalistas que vienen sufriendo en primera línea los embates de una acometida que se les viene de lleno encima a ellos antes que a los demás países de la UE. ¿Pecado contra el espíritu el colonialismo (occidental) de los que no se perdonan ni en esta vida ni en la otra? En el más allá no lo sé pero de tejas abajo está claro que esa culpabilización juega un papel del primer orden en la crisis migratoria a la que asistimos.

¿Fue tan mala la colonización occidental, fue tan mala la colonización española? Fue mala tal vez, pero lo fue por su desenlace, porque parafraseando la frase aquella en boga durante décadas en la izquierda internacional hasta la ciada del muro -que había algo peor que el comunismo y lo era el anti-comunismo-, cabe decir mutatis mutandis, que hubo algo peor que el colonialismo y lo fue el anti-colonialismo anti-occidental y racista (y anti-blanco) Iba en el autobús hace unos días el autor de estas líneas por el centro de Bruselas, cuando me vi sorprendido por la conversación en castellano irreprochable de una madre con sus hijo sentados al lado mío y de una fisonomía a no dudar asiática por las trazas sin saber precisar no obstante sus origen hasta que acabe entrado en conversación con la mujer aquella quien me dijo que era de Filipinas de la región de Zamboanga, lo que ella mismo vino a glosar añadiendo que había ciertas zonas de Filipinas en la que se había conservado el idioma castellano.

Me zambullí acto seguido en la red sobre el tema y viene a saber a mi gran sorpresa que el castellano –que allí lleva el nombre de “chabacano”- contra lo que viene difundido una imagen subliminal muy anclada en la opinión publica de los países occidentales y en particular entre españoles no había desparecido del todo en Filipinas, a pesar de los esfuerzos de sucesivos gobiernos y gobernantes –de antes y después de la segunda guerra mundial- buscando extirpar el legado de la presencia española por aquellas tierras.

Y el libro reciente de Juan Manuel de Prada con el telón de fondo de la guerra hispano filipina (del 98) viene a ser sin duda un botón de muestra de esa nostalgia transoceánica que arrastra el alma colectiva de los españoles. En Filipinas la rebelión anti-española se vio tan triunfante y consumada como se había visto a principios del siglo XIX, la emancipación americana (de los países de la antigua América española) pero no fue sin duda tan ultrajante y tal vez por eso se presenta hoy por hoy con menos visos de fatalidad irreversible que en el resto de los antiguos países hispanos (o ex hispanos) Y fue porque el mestizaje allí no cobro los aspectos masivos que revistió, en cambio, en los países de América.

Rizal, el renegado, pertenencia a un grupo minoritario, la minoría criolla filipina, que sembrarían sal a espuertas sobre siglos de presencia –y de acción civilizadora- de España en el Extremo Oriente. Y esa añoranza irresistible del colonialismo occidental –antiguo o más reciente- es sin duda otra de los síntomas infalibles de la crisis planetaria a la que asistimos de la democracia (como sistema), en su versión –no menos “real”- de democracia imperial, americana. Y así, mientras concluyo estas líneas nos llega la noticia que en esferas gubrnamentales italianas se está barajando la eventualidad de intervenir militarmente en Libia. El coronel Gadafi se habrá revuelto dentro de su tumba

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