domingo, enero 04, 2015
Por siempre joven (poesía en domingo)
No le canto ya al paisaje,
ni al tiempo que pasa (y renquea),
que le canten sus esbirros
(por un plato de lentejas),
que ya no le reconozco.
Te canto a ti, joven ¡Loba!
mientras se borra el paisaje
en mi mente y en mi vista
y se va el ansia de vivir
y ganas de hacer diabluras
al joven que fui (y ya no soy)
y a su alma joven (que dura)
Mi paisaje eres tú, princesa,
mi horizonte, mi espacio/abierto
(presa de la marabunta)
“For ever young” sí, hoy como ayer,
como lo fui, en la penumbra,
aunque no lo sintiese tanto,
anegado de amargura,
y aunque me sienta más joven,
que ayer -¡Juventud perdida!-,
soñando en secreto contigo
y amándote con locura
Tú, mi refugio (y sagrado)
do curé mis calenturas
y le tomé a mi vida el pulso,
pulso y temperatura
Flor de altas cumbres, de Año Mil,
mi pasión por ti ¡Alturas!
¡Rock alemán de los ochenta
más mucho más que música!
¿Por qué me emocionó tanto
por qué de esas quemaduras?
Porque era memoria escondida,
con aires de tragedia griega
y sabor a muerte/heroica,
la que me viene a la mente ahora
en este poema a escondidas
que titubea entre versos,
entre tu vida y la mía
-y entre Dionisio y Apolo-
del “miedo” de lo que digan
y de un rigor de invierno (mental)
que nos hunde y nos asfixia
¡Poesía grande, poesía pura,
Blanca Flor de Maravilla!
La que te ofrezco, princesa,
antes de que se me haga tarde,
que todo se me haga niebla,
y antes que los paisajes muden
en otro mundo (y otro planeta)
ajenos a mi amor por ti,
y a nuestro Universo, Reina!
Hoy como ayer, tigresa,
Lagrimas caldas (“chaudes”)
en mis tripas y en mi ojos
al son de la melodía
de una danza de malditos
que querría bailar contigo
solos tú y yo entre ruinas
¡Solos en la Tierra Baldía!
Que vio (y no soñó) el poeta
y cantó como a la fuerza
para vivir y sobrevivir
en la Era Posmoderna
Tú y yo solos sin terceros
¡Dancen mil duendes en redor!
¡Que tendré a raya, por mi amor,
Tigresa, te lo prometo!
Me lo prometo a mí (¡que hay dios!):
nadie sabrá hacerme sombra
junto a tí bajo los cielos
y lo sabes, pitonisa,
vidente de mis secretos,
de mis fuerzas y flaquezas
¡De mis fiebres, y mis sueños!
ni al tiempo que pasa (y renquea),
que le canten sus esbirros
(por un plato de lentejas),
que ya no le reconozco.
Te canto a ti, joven ¡Loba!
mientras se borra el paisaje
en mi mente y en mi vista
y se va el ansia de vivir
y ganas de hacer diabluras
al joven que fui (y ya no soy)
y a su alma joven (que dura)
Mi paisaje eres tú, princesa,
mi horizonte, mi espacio/abierto
(presa de la marabunta)
“For ever young” sí, hoy como ayer,
como lo fui, en la penumbra,
aunque no lo sintiese tanto,
anegado de amargura,
y aunque me sienta más joven,
que ayer -¡Juventud perdida!-,
soñando en secreto contigo
y amándote con locura
Tú, mi refugio (y sagrado)
do curé mis calenturas
y le tomé a mi vida el pulso,
pulso y temperatura
Flor de altas cumbres, de Año Mil,
mi pasión por ti ¡Alturas!
¡Rock alemán de los ochenta
más mucho más que música!
¿Por qué me emocionó tanto
por qué de esas quemaduras?
Porque era memoria escondida,
con aires de tragedia griega
y sabor a muerte/heroica,
la que me viene a la mente ahora
en este poema a escondidas
que titubea entre versos,
entre tu vida y la mía
-y entre Dionisio y Apolo-
del “miedo” de lo que digan
y de un rigor de invierno (mental)
que nos hunde y nos asfixia
¡Poesía grande, poesía pura,
Blanca Flor de Maravilla!
La que te ofrezco, princesa,
antes de que se me haga tarde,
que todo se me haga niebla,
y antes que los paisajes muden
en otro mundo (y otro planeta)
ajenos a mi amor por ti,
y a nuestro Universo, Reina!
Hoy como ayer, tigresa,
Lagrimas caldas (“chaudes”)
en mis tripas y en mi ojos
al son de la melodía
de una danza de malditos
que querría bailar contigo
solos tú y yo entre ruinas
¡Solos en la Tierra Baldía!
Que vio (y no soñó) el poeta
y cantó como a la fuerza
para vivir y sobrevivir
en la Era Posmoderna
Tú y yo solos sin terceros
¡Dancen mil duendes en redor!
¡Que tendré a raya, por mi amor,
Tigresa, te lo prometo!
Me lo prometo a mí (¡que hay dios!):
nadie sabrá hacerme sombra
junto a tí bajo los cielos
y lo sabes, pitonisa,
vidente de mis secretos,
de mis fuerzas y flaquezas
¡De mis fiebres, y mis sueños!
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