martes, enero 20, 2015

MARINE LE PEN VOTA A SYRIZA ¡APAGA Y VÁMONOS!

El mayo francés dividió a la extrema derecha en Francia (y en España también a los falangistas) Unos –los menos- en vísperas del desenlace de la crisis se reunieron, de noche, en el Bosque de Boulogne, a las afueras de París ante la inminencia de la toma del poder por la izquierda (socialista comunista) y los rumores de una intervención militar igual de inminente, otros en cambio –como Jean Marie le Pen (sin duda por resentimiento explicable contra el general De Gaulle)- siguieron desde el principio los acontecimientos por la tele, y en familia (...) La foto es del 30 de mayo de 1968. Una riada humana –más de dos millones- descolgándose por la avenida de los Campos Elíseos tras la histórica alocución del general De Gaulle unas horas antes –de vuelta de su encuentro con el general Massu, jefe de las tropas francesas en Alemania-, que no pensaba dimitir y que no cedería ante la amenaza de la dictadura (sic) del comunismo totalitario. Han pasado casi cincuenta años y todavía se me llenan los ojos de lágrimas de emoción rememorando aquellos instantes que seguí desde España en solitario y sin desahogarme prácticamente con nadie (porque no me hubiera sido posible, ni siquiera con mis más afines), como si me fuera la vida en ello y que se piense de mí lo que se quiera. Mayo del 68, indignados del 15-M (y epígonos y comparsas, en Grecia o en España), la historia se repite
Golpe de efecto, lance imprevisto (“coup de théâtre” en francés), a cinco días de las elecciones griegas. Marine Le Pen referente primerísimo para muchos en Francia y fuera de ella acaba de hacer votos por el triunfo de la izquierda radical de Syriza en Grecia apelando a lo que les une -el euroescepticismo- y dejando de lado lo (mucho) que les separa. Y a fe mía que dan ganas de meterse debajo de la cama. Aquí todos ya habrán sido testigos del apoyo crítico por veces pero no menos sincero y convencido que me mereció hasta hoy la dirigente del Frente Nacional, negándome por principio a zanjar (hasta hoy) en las dispuestas intestinas que la oponían o comparaban a su padre, Jean Marie Le Pen, ni a hacer mías las criticas persistentes que se le dirigían “desde dentro” por más que no estuviera siempre completamente en desacuerdo con todas ellas.

En sus declaraciones reproducidas con el mayor realce por el diario Le Monde la presidenta del Frente Nacional parece curarse en salud de inmediato –consciente del efecto (demoledor) que sus palabras pueden tener en un país vecino como España-, puntualizando que su posición preferencial por Syriza no es algo que deba ser generalizado, y haciendo votos por que un sector (sic) del partido polar (el PP) se acaba distanciando del sostén incondicional que mostro hasta ahora a la construcción europea.

Con José María Aznar no obstante –de justicia es el recordarlo- ese sostén no fue incondicional como lo ilustra su polémica memorable –en el contexto, es cierto, de la crisis desatada por la guerra del Irak- con el entonces presidente francés Jacques Chirac, en torno a los acuerdos de Niza, que daban ciertas ventajas a países emergentes (entonces) en el seno de la UE como España o como Polonia. ¿Como interpretar pues este guiño de Marine Le Pen en dirección de los indignados (y perro flautas) griegos?
Coronel Giorgios Padapoulos, convidado de piedra en la encrucijada –surcada de amenazas y de peligros- por la que atraviesa Grecia las horas que corren. Fue jefe de la junta militar durante el régimen de los coroneles y accedió a la jefatura del estado tras la abolición de la monarquía. Murió en prisión tras veintiséis años de encarcelamiento –a seguir al colapso de su régimen- sin derecho al perdón democrático, en gran parte por la inquina que le reservó la derecha conservadora. Y es lo que explica sin duda la actitud intransigente de Amanecer Dorado, que hace presagiar un bloqueo del sistema político griego caso de confirmarse las predicciones que les hacen árbitros de la situación tras las elecciones del domingo. Jean Marie Le Pen nota bene fue siempre uno de sus más fieles aliados, antes y después de la caida de su régimen (en el seno del grupo Derechas Europeas del Parlamento Europeo (…)
A mi juicio no de otra forma sino igual que el dilema (irresoluble en apariencia) que las primaveras árabes y la erupción del movimiento indignado en los países del Sur de Europa –España, Portugal y Grecia- plantearon a todos los grupos y partidos y movimientos comprendidos en el área ideológica de la extrema derecha (para entendernos) en España y fuera de ella como ocurrió grosso modo con la extrema derecha francesa y el Mayo Francés (que Mean Marie Le Pen nota bene siguió con los suyos por televisión, como lo contaría él mismo)-, de lo que se podrían alegar pruebas y señales innúmeras.

Y en lo que se refiere al Frente Nacional francés y a su presidenta no se me escapó su tentativa -frustrada por la negativa de los propios destinatarios- de acercamiento a los indignados neoyorkinos de “Occupy Wall Street” con ocasión de uno de los viajes de la político francesa, en el 2011, del otro lado del Atlántico coincidente con la movida aquella de protesta callejera gemela de la de los indignados españoles del 15-M.

España no es Grecia, tampoco es Francia. Pero es cierto que en un punto o elemento comparativo de tipo histórico estamos o podemos sentirnos más cerca los españoles de los griegos que de los franceses. Y es en lo que se podría llamar el prisma o enfoque guerracivilista. Los griegos –ya lo tengo aquí sobradamente recordado- tuvieron una guerra civil extremadamente cruenta (de 1945 1948) que en muchos aspectos, aunque solo fuera por el protagonismo indiscutible en ella del comunismo soviético, ofrece sorprendentes semejanzas y paralelismos con la guerra civil española del 36 como no habrán dejado de subrayarlo algunos historiadores (entre ellos Ricardo de la Cierva)

Los franceses en cambio vivieron una ocupación alemana y “pari passu” episodios de la misma de signo opuesto como lo fueron la colaboración y la resistencia, y si es cierto que la (llamada) liberación en el 45 revistió –por la amplitud de la represión (de la que se avanzan hasta cien mil víctimas)- trazos de una auténtica guerra civil no es comparable ni de lejos ni a la guerra civil griega ni a la guerra civil española del 36, como lo ilustra el que la pacificación de los espíritus sea hoy por hoy –y desde hace décadas- mucho más completa en Francia en relación con ese pasado conflictivo de lo que pueda serlo –y a las pruebas me remito- en Grecia o en España.
Escena de un campo de internamiento de rojos españoles en el Sur de Francia al final de la guerra, en 1939. Todos aquellos gendarmes y funcionarios franceses que les custodiaban –de los que tan amargamente se quejarían muchos de los que por allí pasaron- eran (o en su mayoría) de izquierdas y de ideas progres para la mentalidad de hoy y sobre todo cien por cien republicanos como los rojo/españoles aquellos (“rouges espagnols”) y sin embargo no podían menos de sentir una aversión visceral e irreprimible por todo aquel rojerío desastrado (y desalmados como era el caso en tantos de ellos) La verdad histórica es que la izquierda francesa escarmentó en cabeza ajena –hasta hoy- con la guerra civil española, aunque algunos franceses –como Marine le Pen- parezca que todavía no se hayan dado cuenta
Marine Le Pen además -algo de notoriedad pública- es de ascendencia griega por la vía materna, por su abuelo materno en concreto, griego instalado en Francia. Y siempre me pregunté si ese no sea un factor determinante en la actitud un tanto sorprendente de distanciamiento y de rechazo que mantuvo hasta hoy en relación con Amanecer Dorado, desde la irrupción fulgurante de esta formación en la palestra de la política griega (y a escala europea) Un detalle no obstante todo menos trivial que parece invalidar así a primera vista mi hipótesis lo es la actitud inequívoca que mantuvo siempre Jean Marie Le Pen a favor del régimen de los coroneles.

¿Qué pensar pues? “Cuando se habla en francés -escribió hace dos siglos Joseph de Maistre- Europa entera escucha y comprende” Y dos siglos después de aquel aserto la irradiación y la proyección de Francia y de su cultura tal vez sigan siendo tan grandes, no sabría negarlo ni afirmarlo, una imagen etno/céntrica de Francia -y de los demás países europeos girando alrededor suyo- pareceinseparable, como sea, de esta toma de posición por lo menos frívola y de consecuencias que podrían revelarse catastróficas de la presidenta del Frente National francés. Y sin duda que haya que comprenderla (un poco, ma non troppo)

No es óbice que el auge (amenazante) de Podemos en España un partido que mantiene lazos estrechos con la formación de izquierda radical griega, nos veta veleidades “francesas” del tipo que sea a los españoles. El auge del partido indignado en España divide no obstante por dentro se diría al Frente Nacional francés, como se deduce de las recientes declaraciones de su número dos (en teoría al menos) Florian Philippot, en las que juzgó ser un fenómeno interesante (sic) la irrupción de la formación de Pablo Iglesias. Lo que parece como una ilustración de las palabras de Marine Le Pen en sus declaraciones recientes que aquí estamos comentando, que en los países del Sur de Europa donde no existe una formación comparable a la del Frente Nacional sus posturas se ven asumidas (sic) por la extrema izquierda.
François Duprat, fundador de “Occident” y más tarde miembro del comité central del Frente Nacional hasta su muerte en un atentado aun hoy por esclarecer (1978) Gran erudito de la historia de la Falange española y autor de un librito (apasionante) -"Les journées de mai 68"- que me devoré viviendo ya aquí en Bélgica. Duprat defiende –e ilustra- en esa obra la tesis de la gran manipulación de ciertos servicios extranjeros –en particular los de la Alemania del Este (de entonces)- en la génesis y eclosión de la crisis de mayo del 68. Fue uno de los exponentes de la fracción de extrema derecha que hizo frente a la revuelta estudiantil frente a la inhibición de una mayoría de franceses nacionalistas (Jean Marie Le Pen entre ellos)
¿De verdad Marine Le Pen? En el tema que sirve de faro o de buque insignia de su programa político –la emigración- no parece no obstante que ese sea el caso. No importa, nuestra apuesta se mantiene, contra Syriza, y en favor de Amanecer Dorado, cuyo portavoz acaba de denunciar la mordaza –de las de verdad y no como las que denuncian los Podemos en España- de la que el partido se ve víctima en la actual campaña electoral para las elecciones el domingo. Con todos sus dirigentes (o casi) en la cárcel, el partido que se perfila para el tercer puesto se ve impedido de participar en la campaña, y vetados de acceso a los medios televisivos, por paradójico (y escandaloso) que parezca. Aposté contra Syriza en una entrada anterior, e implícitamente pues por el partido del gobierno Nueva Democracia.

No me retracto ni una jota. Me faltaban no obstante elementos imprescindibles en mi análisis, y en particular de cuál sería la actitud de Amanecer Dorado en una eventual posición de árbitro. Su portavoz (en libertad) acaba de aclararlo: ni con los unos ni con los otros, que (asegura) no conseguirán formar gobierno. Lo que nos reafirma y tranquiliza a algunos.

Y eso les hace merecedores de nuestra confianza y de nuestra apuesta. Una apuesta esencialmente anti-Syriza en Grecia y anti-Podemos en España como todos aquí ya saben o lo adivinan. Y lo siento, de verdad, por Marine Le Pen. Que como hubiera dicho Umbral, somos afrancesados o francófilos (y a mucha honra)…pero no tanto

2 comentarios:

Rodericus dijo...

Esto ya se sabía de mucho antes, Juan. La consigna de apoyar a Syriza viene de Rusia. Antes de que Amanecer Dorado pegase el pelotazo en Grecia, Dugin ya hacía propaganda de Syriza.

Por cierto, hace unas semanas el representante del FN también habló maravillas de Podemos. Repito: es la consigna que viene de Rusia y de Irán. Por la razón que sea, apoyan a los partidos que creen que mejor pueden dinamitar la Unión Europea, sin importar el signo político.

Juan Fernandez Krohn dijo...

Real Politiek. Aparte de mí ese cáliz. También es cierto que debe ser frustrante en extremo para una formación en alza desde hace décadas en Francia como el Frente Nacional el conseguir no encontrar un interlocutor y aliado que esté (mininamente) a la altura en los medios de lo que se puede llamar la extrema derecha en política española sobre los que parecen haber hecho cruz y raya a todas luces. Un dato que empaña a si a primera vista un poco tu análisis es el sostén incondicional de Amanecer Dorado a los pro rusos en el conflicto de Ucrania, en el que los de Syriza en cambio o no se pronuncian o lo hacen tan en voz baja que no se les ve ni se les oye, ni desde Bélgica (por lo menos) ni desde España.

Philippot el número do del Frene nacional que elogio a Podemos –no sé si es el mismo al que tú te refieres- al que conocí en la conferencia de prensa de Marine Le Pen en la sede del Frente Nacional en Nanterre, a la que asistí en abril del 2012 –de pie los dos, a unos pasos de mí durante el tiempo que duró el acto (y que fue pues testigo directo de mi intervención en la que denuncié la impronta francesa de la ley española de la ley Memoria histórica, algo en lo que Marine Le Pen en pareció darme la razón)- es reconocidamente homosexual (gay) y procede de la izquierda, lo que sin duda se hizo perdonar por su brillante carrera académica y profesional –de alto funcionario del estado-, y los medos en Francia ofrecen de él la imagen de un intruso mal visto por un sector considerable de militantes del partido, y abiertamente enfrentado a una corriente influyente al interior del mismo, liderada por la sobrina de Marine Le Pen y nieta del fundador, Marion Maréchal-Le Pen. Hasta ahí llego en mi conocimientos del Frente nacional y de sus laberintos.

Significativo no obstante lo es el silencio de Jean Marie Le Pen siempre tan locuaz, en este tema. Como sea es un dato a tener en cuenta, a partir de ahora. Marine Le Pen no conoce a realdad española -aunque veranee en Alicante- ni su pasado aún en ascuas más menos reciente, y piensa tal vez que un partido de las características del suyo podría rastrillar con facilidad votos de la izquierda y de la extrema izquierda –como el Frente Nacional viene haciendo de antiguo en Francia- con posicionamientos poco coherentes como el suyo de ahora, en lo que se equivoca. “Verdad de este lado de los Pirineos, error del de mas allá” ya lo decía Pascal”

La izquierda española –por su guerracivilismo recalcitrante e irreconciliable es “typical spanish”, sólo la izquierda griega le sea tal vez comparable en ese punto, aunque lo dudo. Saludos