Del otro lado del Atlántico mola mucho por lo que se ve esta imagen (un tanto insólita) del papa Francisco, la de payaso del/altísimo. Y cómo explicar de otra forma –sino como una payasada- su reciente salida burlesca por cuenta de los atentados islamistas, donde parece querer comparar (o equiparar) estos con el puñetazo (sic) en defensa de la propia madre o de la propia honra. ¡Un poco de seriedad con las cosas serias, papa Francisco! ¡Ché, no me seáis tan piola!Donde dije digo, digo Diego. Los portavoces y apologeta y hagiógrafos por así llamarlos -como si lo tuvieran ya canonizado en vida- del papa argentino no saben muy bien a todas luces cómo salir del paso tratando de explicar sus recientes declaraciones –que tanto escándalo e incomprensión y extrañeza habrán suscitado- por cuenta del atentado contra Charle Hebdo, que han caído en algunos sectores –incluso entre católicos –propiamente como un bomba.
Nadie tiene derecho a insultar al islam, acaba de declarar urbi et orbe” el papa argentino. ¿Tiene razón, no la tiene? Ni en la biblia ni en la declaración de los derechos del hombre, como sea, tendría mucho donde agarrarse a la hora de intentar justificar su aserto (por donde habrá venido el escandalo ahora) El papa pronunciándose de esa forma, en ese sentido ecuménico no hace –se me podrá decir, es cierto- más que invocar uno de los dogmas o principios (el del ecumenismo) que entronizó el concilio vaticano segundo, que acabaría provocando la escisión de los católicos integristas que nunca lo aceptaron. En el nombre, cabe decir en su descargo, de un principio milenario (“Fuera de la Iglesia no hay salvación”, “extra ecclesia nulla salus”)
Y fue sobre todo a raíz –como aquí ya lo tengo señalado- de la reunión ecuménica de Asís, en los inicios del pontificado de Juan Pablo II cuando aquel pontífice se propuso sin duda convertir el ecumenismo militante –y a la vez de geometría variable (con los musulmanes, sí, y en cambio no con los ortodoxos o no con todos ellos) en el buque insignia de su pontificado. En teoría –en el dominio de la pura abstracción-el papa argentino tal vez tenga razón, en la práctica no obstante, hic et nunc, hay que contar ineludiblemente con el contexto especialísimo de choque de culturas al que la humanidad parece abocada desde hace décadas y más aun con la especialísima situación (y sensibilidad) creada en la opinión pública francesa y en los demás países occidentales, tras los últimos atentados a manos de islamistas en Francia, en Bélgica y en previsión sin duda de los que se avecinan (…)
En este libro -que el profesor Nolte califico de exponente emblemático de una “literatura de delación” (denunziation literatur)- de un comunista chileno refugiado en Alemania la década de los setenta –en la zona oriental primero (…)- y que parece que llego a ser alumno de Heidegger se re exhuman escritos del filósofo de alabanza a Abraham de Santa Clara celebre predicador agustino que levantó la moral de la población con ocasión del asedio de Viena por los turcos. El ecumenismo radical –pro/islamista- que predica con palabra y obra la iglesia hoy, se ve claramente desmentido por la historiaEl ministro del interior francés –Manuel Valls oriundo (hispano), socialista (y como tal fuera de toda sospecha)- acaba de declararse solemnemente, sin ambages, que Francia está en guerra (…) Una guerra que algunos tienen declarada no solo a Francia sino también a otros países occidentales, España entre ellos, el único país nota bene que el actual líder de Al Quaida nombra directamente y con todas las letras -por los demás en cambio se mita a mencionar sus capitales respectivas- en la reciente retahíla de amenazas que acaba de proferir en la prensa global en justificación de los recientes atentados. En la realidad de los hechos –y aquí entre nosotros- el Vaticano selló hace décadas, sin duda durante el pontificado del papa polaco una santa/alianza con el islam en sus variantes incluso más sectarias y extremistas.
Y eso explica que la iglesia/institución se haya convertido en vía principal de acceso y de penetración de la inmigración musulmana en los países europeos, hasta el punto que algunos no dudan en calificarla de caballo de Troya de la amenaza islámica (islamista) Y las pruebas e indicios están a la orden del día. Y a la vista de todos, en el día a día, en España sin duda como aquí en Bélgica. Esas concentraciones por ejemplo de mujeres ataviadas a lo oriental como recién llegadas de sus países de origen arrastrando cochecitos de niño haciendo cola delante de las oficinas de mutualidades y organismos asistenciales dependientes de la iglesia católica en Bélgica. Por la caridad nos vino la peste, un comentario que lei en una ocasión en una discusión de internet que no traduce menos algo profundamente arraigado en la memoria colectiva de los españoles y de los demás pueblos europeos. Y por la caridad –en latín “caritas”- nos vemos ahora como inermes y desarmados frente a la invasión silenciosa.
¿No pudo acaso decir otra cosa, esclavo de un mensaje de una doctrina y de una imagen, la que la institución que dirige arrastra de ella misma? No siempre fue así, la iglesia católica impulsó –con mayor o menor acierto- las cruzadas y siguió animando e inspirando la resistencia a la invasión en tiempos más recientes, ya en la Era Moderna como sucedió con el asedio de Viena por los turcos (1683), en el que se destacaría un célebre predicador agustino Abraham De Santa Clara que Heidegger evocaría en sus discursos de su periodo de rector de la Universidad de Friburgo (en Alemania) en los primeros tiempos del régimen nazi, como se lo echaría en cara una obra de denuncia de un comunista chileno –“Heidegger y el nazismo”- en voga los tiempos que inmediatamente precedieron a la caída del muro, como lo pude constata de primera mano mis primeros tiempos aquí en Bélgica.
¿Nadie tiene derecho a herir los sentimientos religiosos del prójimo? Es posible, pero por encima de ese derecho real o presunto esta otro más elemental ma acuciante a la legitima defensa, y si la parodia es sin duda un arma ofensiva y defensiva a la vez –por aquello sin duda que la mejor defensa e un buen ataque- de un valor incalculable en el plano de la guerra de propaganda, est claro que su uso esa m que justificado en la situación de guerra en la que a todas luces nos encontramos. Y desde luego es mucho menos desproporcionada y mucho menos violento que los atentados que el papa Francisco parece ahora justificar con sus palabra, a la manera jesuítica ya digo, donde dije digo, digo Diego.
Cartel propagandístico en favor de la teología de la liberación. Una corriente teológica que gozó del apoyo de la Compañía de Jesús (en tiempos del padre Arrupe) ¿Se le habrá visto ahora el plumero al papa jesuita con la justificación a penas velada de la violencia (islamista) que encierran sus recientes declaraciones por cuenta del atentado contra Charlie Hebdo?Jesuitas, la soga en casa del ahorcado. ¿Simple coincidencia que el primer papa jesuita de la historia se permita esos exabruptos sin precedentes en boca de los papas cuando se piensa que la teología de la liberación fue un producto esencialmente jesuita –de jesuitas hispanos, españoles o latino/chés-, una corriente teológica que defendía (claramente) la violencia en nombre de los pobres? El Vaticano le quita hierro ahora a toda prisa –por boca de su portavoz- a la palabras de Francisco (alias, Pancho el peronista), y sus partidarios o adeptos más o menos fanatizados del otro lado del charco controlados por la prensa global en su variante anglosajona –tanto en ámbito de la prensa escrita como en an la red –por ejemplo “Yahoo en español”- y en la redes sociales, cierran filas en torno a “su” papa al que se diría que ya tienen canonizado en vida como los polacos tenían a Karol Wotjyla desde el primer momento que le nombraron pontífice.
Flaco servicio le hace a los suyos, como sea, me explico, al mundo occidental del que pasa por ser faro iluminador o uno de ellos por lo menos, con esas declaraciones como con gestos y palabras suyos anteriores desde los inicios de su pontificado, la bienvenida a los emigrantes (ilegales) en la playa de Lampedusa, su gesto de besar los pies a una mujer musulmana en el vaticano durante la semana santa, o su reciente visita a Turquía en donde rezó con los pies descalzos y mirando hacia la Meca.
Siempre con ese aire –un tanto desarmante es cierto- de clown o payaso del Altísimo-, el problema es que el mundo actual –como lo acaban de mostrar trágicamente los atentados de Charlie Hebdo- no está para bromas, y que si tal vez lleva un poco razón el papa argentino que la sátira tenga no digo sus límites pero si sus riesgos y peligros, está claro que uno de los principales dirigentes espirituales del planeta no puede tomarse a broma o a ligera –saliéndose por la tangente con humoradas (o bromas de dudoso buen gusto) como parece querer hacer ahora el papa argentino- las cosas del espíritu, léase el desafío de órdago a la grande que el islamismo –y sus cómplices y aliados- plantean al Occidente y al conjunto del planeta
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