viernes, enero 23, 2015

¿POR QUÉ SYRIZA NO OBTENDRÁ MAYORÍA ABSOLUTA?

Sello postal griego del régimen del 4 de agosto, como se llamó al implantado por el general Metaxas en aquella efemérides (de 1936) –dos semanas después apenas del estallido de la guerra civil española (…)- y que daría su nombre al único movimiento operante durante el régimen de los coroneles al que perteneció de muy joven (con diez y seis años) el fundador de Amanecer Dorado. Los griegos escaparon al fenómeno de mayo del 68 gracias al régimen de la junta militar, o digamos que éste le obligó a destapar su verdadero rostro –violento, anarquista, asocial y subversivo- unos años mas tarde (en 1973) con la revuelta de la Escuela Politécnica de Atenas
Se acerca el día D, no del desembarco de Normandía pero si de las elecciones griegas que para algunos en España por lo que se ve vienen a ser más o menos lo mismo. Esta claro digan lo que digan los medios españoles que la izquierda radical anti-sistema no va conseguir formar gobierno al dia siguiente de las elecciones, falta de mayoría absoluta algo que la mayoría de los medios cubren de un tupido velo y que algunos dan como inevitable –los medios italianos por ejemplo-, y es por culpa de la incógnita del tercer/ladrón en liza (como los franceses dicen), y del voto oculto que arrastra de ordinario (sic) la extrema derecha como se le conoce púdicamente algunos reportajes en directo que vienen sucediéndose en internet y en la prensa escrita.

Ni siquiera con la presencia –en plan de estrellato- de Pablo Iglesias, en el mitin de ayer en el mitin de Siryza al aire libre, en el centro de Atenas. No estaba solo, le acompañaba tío Cayo y la señora Nicolau lo que ilustra que Pablo Iglesias y Podemos no son los únicos en el corazón del líder de Syriza, aunque su amor primero no deje de mostrarlo por ese saludo puño en alto que ostenta a cada momento y que a fe mía que algunos pensábamos que iría a esconder prudentemente o meter debajo de la mesa en la recta final de la campaña –y en su caza del voto indeciso (y decisivo) por lo menos, pero ni por esas. Un antídoto para muchos despistados e indecisos aunque sin duda no lo sufrientemente eficaz para quitarles los escama de los ojos a muchos admiradores de Podemos –el partido amigo en la política española- que parecen estar surgiendo como hongos y hasta en los medios más insospechados.
En este librito (“Las jornadas de Mayo del 68. Los entresijos de una revolución”) con prólogo de Maurice Bardèche -destacada figura de la Colaboración, cuñado de Robert Brasillach-, su autor, François Duprat, con la ayuda de un reportaje visual como filmado o fotográfico de acontecimientos que él vivió de primera mano, desenmascaraba el mayo francés, lo que pagaría caro diez años después víctima de un atentado aun por esclarecer hoy día. El prólogo de Maurice Bardèche en cambio era –así me lo pareció- como el precio de peaje a pagar para la publicación del libro -o del vallasaje de los vencidos del 45 y sus descendientes-, y es que era un concentrado de tópicos –mayormente del orden sociológico- en boga en los años sesenta (el consumismo la universidad de masas etcétera, etcétera) con un tufo que tiraba para atrás a pos concilio (vaticano/segundo) Era Duprat no obstante el que daba en el clavo. Mayo del 68 fue un resurgir de la guerra civil europea (Nolte) que tuvo en la guerra del catorce y en la que le siguió sus capítulos fundamentales pero no exclusivos. Como el 15-M fue un resurgir –mutatis mutandis- de la guerra civil española del 36 o de fenómenos y acontecimientos que inmediatamente la precedieron. Y como la revuelta de los indignados griegos del 2011 –de la plaza Sintagma de Atenas- fue un rebrotar de la guerra civil griega (del 45 al 48)
¡Hasta la muerte, venceremos!, gritó puño en alto de rigor –como un bolivariano cualquiera- el líder de Podemos ayer en el mitin de Atenas. Una repetición o resurgimiento del mito del Che Guevara –tan devastador en, la juventud de mi época-, ese es el diagnóstico de algunos especialistas o expertos en materia de ciencias de la comunicación, que ven ahora en la irrupción de Podemos y de su líder un fenómeno de marketing…arrollador e irreversible. Como una nueva fatalidad española. No hay más ciego que el que no quiere ver, ni mentira más grande que la que a toda costa nos queremos tragar o creer.

Y Pablo Iglesias, a todas luces, les habrá robado el corazón a algunos sesentones de mi generación –u octogenarios y nonagenarios incluso que les precedieron- que parecen ver ahora en aquél la (re) encarnación perfecta de los sueños de su juventud (ya un poco lejana) a los que de una manera u otra acabarían renunciando con el paso del tiempo, por el peso de las realidades adversa sin duda alguna o tal vez porque había algo en esos sueños que les hacia particularmente caducos (en potencia) y perecederos lo que explicaría en parte al menos el fenómeno de refracción o de espejismo que parecen sufrir -¿de nuevo?- ahora.

Aquí ya evoqué en recientes entradas el fenómeno de mayo del 68 que de una manera u otra por activa o por pasiva, de forma directa o tangencial o colateral apenas marco a toda mi generación (universitaria) Con excepciones, diez/y/siete si se quiere, tanto en España y fuera de ella, y en particular en el país que vio nacer (fundamentalmente) el fenómeno, o si se prefiriere, en el país que lo incubo –la República federal alemana- y y en aquel otro (Francia) donde haría eclosión completa y alcanzaría su máximo apogeo. Excepciones contadas con los dedos de la mano si se quiere, pero suficientes para dar cuenta (proféticamente) de lo artificial de aquel fenómeno de masas, y para desenmascararlo o ponerlo al destape en resumida cuentas. Y entre ellos cabe mencionar dos nombres que ya habré evocado en más de una ocasión en estas entradas.
Paradojas de la izquierda griega. Los indignados de la plaza Sintagma de Atenas que surgieron en paralelo con el 15-M (más que en su órbita) no tenían empacho ninguno en esgrimir una bandera como la rojigualda que no aborrecían meno sus aliados españoles, como la aborrece (a todas luces) Pablo Iglesias. España no es Grecia, los recortes allí fueron mucho mas drásticos a la medida del estado de gangrena de su sector público tras cuarenta años de hegemonía socialista (y comunista)
Uno de ellos, el profesor Ernest Nolte, referencia suprema –doy fe de ello- en los tiempos que precedieron e inmediatamente siguieron al mayo francés en materia de historia del fascismo, del nazismo (y asimilados) En la facultad de Políticas y Económicas de la Complutense todos lo tenían en permanencia en la boca, hasta que ocurrió algo que sin duda le abrió los ojos o le aclaró las ideas de una vez por todas –y rompió el sortilegio que le mantenía en la órbita de aquel fenómeno de adoctrinamiento de masas (tan radioactivo)- cuando se vio víctima de agresión por los estudiantes enrabiados alemanes –una variante particularmente violenta, no es difícil imaginarlo- en al Universidad Libre de Berlín (Oeste) donde impartía docencia, y desde entonces todos los enrabiados europeos y sus sucesores y herederos ideológicos hicieron a todas luces cruz y raya sobre él y sobre su obra, cada vez más interesante -y profética- a partir de entonces dicho sea de pasada (…)

El otro lo fue un militante de la extrema derecha francesa autor de una obrita -que ya mencioné en entrada anterior- en el tiempo que inmediatamente sucedió a los acontecimientos aquellos que es como un reportaje fotográfico o filmado de alguien que como en su caso vio y vivió los aconteciendo en primera fila o de primera mano. Y me refiero a François Duprat, fundador del movimiento Occidente –detonante (a modo de reacción) de la explosión revolucionaria de Nanterre y de la Sorbonne-, más tarde miembro del comité central del Frente Nacional hasta su muerte, y exponente del sector (mayoritario o minoritario, a ciencia cierta no sabría decirlo- de la (llamada) extrema derecha francesa que se opuso resueltamente a la revuelta estudiantil y no se inhibieron como lo hicieron muchos otros, el fundador del Frente Nacional entre ellos (…)

La acusación que arrastrarían él y otros muchos como él integrantes de esa corriente era la de colaboración con los servicios secretos (y con la policía) lo que sin duda respondería a unan realidad en el grado de caos y de anarquía que se había alcanzado en Francia al cabo de semanas de crisis revolucionaria, aquellos meses de marzo abril y mayo interminables. El librito de Duprat llevaba un prólogo de Maurice Bardèche que a fe mía que no había otra forma de interpretar sino como un bemol o un contrapunto si ni una réplica a penas velada –o el precio de peaje de su publicación tal vez- al propio libro que presentaba, y era en la medida que daba una visión neofascista de izquierdas por así decir del fenómeno visto desde dentro, a base de una exposición de causas y de análisis y explicaciones del orden fundamentalmente sociológica del fenómeno aquel y de la generación que lo protagonizaría que que venía grosso modo a justificarlo sino a canonizarlo y a coincidir pari passu con una visión progre clerical conciliar o posconciliar que fue la que con más éxito se vendió entre la juventud española universitaria de mi época.

Era Duprat sin embargo el que veía justo, y lo probaba e ilustraba a base de hechos y datos que se sucedían en su librito como un reportaje cinematográfico, y no de elucubraciones o planteamientos preconcebidos, o a priori. Una continuación o una resurgir de la segunda guerra mundial –de la confrontación entre el comunismo soviético y sus aliados sobrevivientes -si no muertos y resucitados-, que el profesor Nolte llamo significativamente “guerra civil europea” En la realidad de los hechos no obstante Mayo del 68 fue un rotundo fracaso, tanto en Francia –donde no consiguieron su blanco u objetivo primordial, a saber la renuncia del general De Gaulle- como en España donde el régimen de franco acabó controlando la situación.

Y en parte también en Grecia, donde en cambio acabaron provocando con efecto retardado la caída del régimen de los coroneles unos años más tarde, pero a costa de una metamorfosis violenta de lo más flagrante, con la que venían a quitarse la mascara de pacifismo que había sido grosso modo la suya en el resto de Europa. Los de Amanecer Dorado son grosso modo los heredero (o legatarios y descendientes ideológicos y espirituales del régimen de los coroneles, los de Syriza en cambio del movimiento insurreccional de la Escuela Politécnica de Atenas.

Una fractura de orden histórico remontándose la guerra civil griega (1945-1948) que explica el por qué Syriza y su líder no pueden soñar –contra lo que nos viene vendiendo los medios las hora que corren- con un mayoría absoluta (…) Y lo siento por Pablo Iglesias, y sobre todo por sus devotos sexagenarios

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