viernes, agosto 14, 2015

CHILE Y LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA INTERMINABLE

General Hernán Ramírez Rurange, jefe de los servicios secretos del ejército chileno durante el régimen militar. Puso ayer fin a su vida de un tiro en la sien tras verse condenado por un tribunal chileno después de que se viera puesto en la picota por ciertos medios y organismos de defensa de los derechos/humanos. Con su gesto –honroso y honorable- es muy posible que haya pagado por todos, por el conjunto de sus compañeros de armas, y por el honor del ejército chileno –y también por el buen nombre del general Contreras, antiguo jefe de los servicios de inteligencia del régimen militar (DINA), muerto (excarcelado) la semana pasada- que no fueron derrotados hasta hoy (como si lo fue en cambio el ejército argentino) y que se ven arrastrados en el fango por la actual presidenta que sigue queriendo vengar a su papá como José Luis Zapatero quiso vengar a su abuelo –teniente de carabineros- muerto al iniciarse la guerra civil española (interminable)
Los últimos acontecimientos en Chile directamente relacionados con su institución castrense encienden de nuevo el capítulo chileno –que eso fue en realidad- de la guerra civil española interminable. El general Manuel Contreras Sepúlveda, director de la DINA –la policía secreta del régimen militar- falleció hace unos días en el hospital donde se encontraba en el Sur del país-, tras su excarcelación del penal en el que cumplía condena por los horrores de los que se le acusaba (sin prueba), unos cargos casi tan graves e irreversibles e imperdonables como el de la crucifixión y muerte de nuestro señor en el monte/calvario. Y las circunstancias de su muerte habrán obligado a pronunciarse (y a justificarse) a la actual cúpula militar puesta contra las cuerdas por la case política –y el gobierno de la presidenta Bachelet- y por los medios.

Su muerte se vería seguida poco días después del suicidio de otro militar de alta graduación tras verse condenado por un tribunal chileno después de haberse visto imputado y puesto en la picota en los medios él junto con otros once de sus compañeros de armas. Siempre defendí el alzamiento militar (y cívico) chileno del 11 de septiembre de 1973. Y lo sigo haciendo. ¿Golpe de la CIA? ¿Como lo fue el de los coroneles griegos derrotados junto unos meses después de que el general Pinochet ascendiera al poder y como dicen que lo fue el 23-F? Y no lo fue acaso la revolución portuguesa del 25 de abril?

“Realpolitik” Los americanos son los gendarmes del mundo surgido de la segunda guerra mundial y de la caída del muro (casi) cuarenta y cinco años después, y la American conexión habrá estado por vía de consecuencia omnipresente en todos los cambio políticos de gran calibre en el panorama de la actualidad mundial los ultimo setenta años (en el hemisfero occidenal al menos) De la evolución de los acontecimientos en las tres últimas décadas se desprende en cambio una moraleja no muy honrosa para la mayor potencia de la tierra, y es la de un imperio que al contrario del Imperio romano traiciona fatalmente, por sistema, a sus aliados, y reniega de sus alianzas. Como lo hizo en el Vietnam, y como lo haría con todos los régimen militares anti-comunistas en la América (ex) hispana a los que dio alas y sostuvo hasta dejarlos caer cuando la coyuntura dejó de serles propicia.

Comparaciones odiosas, no es obice que Chile no es Argentina. En Chile al contrario que en Argentina no hubo ruptura (democrática o como fuera) Hubo una transición en su lugar con todas las virtudes y los defectos de la transición española. Y una de sus virtudes lo fue la relativa amnesia que pactaron tras el final del régimen militar ganadores y perdedores de aquellos años. Con el despertar de la memoria de los vencidos a la que asisten los chilenos –bajo la actual presidenta que sigue empeñada en querer vengar a su papa (militar de alta graduación fusilado por el régimen militar) como José Luis Zapatero quería vengar a su abuelo- mutatis mutandis comparable a la que se nos viene infligiendo a los españoles habrá sonado la hora de la venganza represiva. Gigante silencioso –el gran mudo se dice en francés- sin duda el ejército chileno como la mayor parte de los ejércitos en el mundo (democrático) que vivimos.

Con una salvedad todo menos trivial no obstante si se le compara con el ejército español. Y es que el ejército español –"coloso triste" le llamó Umbral- victorioso el primero de Abril, seria victima principal de la rendición del régimen de Franco a las potencias aliadas vencedoras en el 45 y del proceso de desfascistización que lo fue mayormente de desmilitarización- que se seguiría. El ejército español en la posguerra seria un estamento puesto bajo alta supervisión de las grande potencias y la tutela de los directamente comisionados en ese proceso de desfascistización, de los que cabe destacar la iglesia católica y sus ministros, al socaire de al confesionalidad del estado español, una reliquia del pasado con escasísimos parangones en el mundo de la posguerra si se exceptúa el caso polaco –que aquí ya tengo explicado y analizado- de Portugal y de algunos países (ex) hispanos.

Crecí en el seno del estamento castrense rodeado de muchos fantasmas sin rostros –gravitando por entre vecinos, allegados, conocidos, personas y familias mas o menos próximas- que llevaban por título o por etiqueta (mayormente) la del Opus Dei, como otros llevan la de Anonymous hoy día. Con la iglesia nos topamos querido Sancho. No era no obstante un mero accidente ni un fenómeno más o menos anecdótico o “typical spanish” sino una secuela fatal del desenlace de la Segunda Guerra mundial y de la rendición del ejército español que se seguiría.

Con un jefe de estado rendido a los aliados anglosajones por mediación del Vaticano y del papa de Roma y un estamento castrense paralizado y fiscalizado y supervisado por los organigramas semi/invisibles y tentaculares del aparato eclesiástico (católico romano) está claro que el ejército español había pasado a ser (políticamente) un cero a la izquierda en la posguerra. Y los militares españoles a su vez, miembros sufridos y disciplinados de una institución a la defensiva y en una situación de indefensión manifiesta. Lo que explica esa tristeza institucional –que se reflejaba (doy fe de ello) en la melancolía proverbial de tantos y tantos militares españoles bajo el régimen anterior- a la que refería Umbral con esa expresión de "coloso triste" que hace figurar en el último de sus libros (“Amado siglo XX”) Podían haber pasado del cero al cero coma cero, cero, cero, uno (o algo) así caso de haber triunfado el 23-F, pero solo en apariencia, en la práctica se hubieran visto mas supeditados aún al gigante norteamericano, como le ocurriría al ejército chileno tras el triunfo del golpe de estado.

En contraste claro no obstante con el ejército español, el ejército chileno no participó ni directa ni indirectamente en la Segunda Guerra mundial (o si lo hizo, fue de forma anecdótica apenas, como otros países de la América ex hispana) Y tampoco se vio derrotado después como lo fue el ejército argentino en las Malvinas. No es un ejército vencido pues el que hace ahora frente a la vindicta persecutoria de los tribunales chilenos (democráticos) como sí ocurrió en la Argentina. Chile es además hy por hoy país puntero en la América (ex-) hispana, y lo es gracias a los diez y siete años de erigen militar, que sacó al país andino del atraso, de la miseria y del subdesarrollo (y del tercer mundo)

Algo que en el fondo deben reconocerle todos los chilenos –y sin duda lo hacen en voz baja aunque solo sea-, cualesquiera que sea su filiación política. La noticia de la muerte del general Contreras se habrá visto acogida por un nuevo desate de la histeria anti-Pinochet ed los medios españoles incluso en aquellos como el diario ABC que aplaudió (alborozadamente) en su momento el triunfo del golpe de estado, que todos tenemos memoria. En Chile según se puede leer por la red, unas cincuenta personas (cincuenta) se reunieron en el centro de la capital para celebrar con champaña la muerte del general Contreras.

Lo que hace más sonoro y ruidoso si cabe el silencio de una mayoría de chilenos, o si se prefiere la atonía (tan estruendosa) del conjunto de la opinión pública en el país andino. El suicidio del general Ramírez Rurange –antiguo jefes de los servicios secretos del ejército chileno- no presagia nada bueno para el actual régimen democrático chileno ni para su presidenta. Por aquello aunque solo sea que en la historia de los hombres desde los tiempos primitivos hasta la época actual –en democracia o en dictadura- suelen pagar uno por todos.

Y si faltas y errores arrastraba el ejército chileno de su actuación –tan heroica en su conjunto, y tan decisiva- desde los tiempos del alzamiento cívico militar, el gesto del militar suicidado les redime ante la historia y sin duda también ante una mayoría de chilenos. No sé a fe mía en cambio si acierta a redimirlo entre españoles, ni en otros países europeos como Bélgica donde tantos chilenos partidarios de la Unidad Popular gozaron de asilo político, terroristas confesos algunos de ellos como los miembros de un comando del "Frente Patriótico (de ideología comunista) Manuel Rodríguez" que atentó (sin éxito) contra el general Pinochet, que llegaron aquí –y vinieron como por casualidad a caer muy cerca de donde yo vivía- en la década de los noventa, aclamados y jaleados por los medios belgas.

En primera línea de frente Bélgica, hoy como ayer, de la guerra de propaganda  (y logística) de la guerra civil española interminable, y de sus capítulos o episodios colaterales, como el que nos ocupa

3 comentarios:

restituto dijo...

Sobre el capitan Juan Rodriguez Lozano (abuelo paterno de zapatero). No era teniente de carabineros, al iniciarse la guerra civil, sino capitán de Infantería -afiliado a la masonería-(Regimiento de Burgos, de guarnición en León). Ayudante del coronel Vicente Lafuente Baleztena (el que se sublevó el 20 de julio en León y trató "de echar un capote" -sin éxito- a su subordinado).En tal condición intervino en los sucesos de Octubre, aunque sin tener, como su unidad, un papel destacado en los sucesos, pese a lo que se ha dicho desde órganos de prensa de los "orgullosos de ser derechas". Formó parte con su unidad en la columna del general Bosch, copada en Pola de Lena, y con unidades desperdigadas sobre el terreno, rehuyendo el contacto con el enemigo. Bosch se escudó en la cobardía de sus jefes subordinados, que no cumplían sus órdenes. Al final se quitó a Bosch el mando de la columna, siendo sustituído por el general Amado Balmes.
Saludos

Juan Fernandez Krohn dijo...

No me pasas una, Restituto. Tomo nota de tus precisiones no obstante. Sufrí un lapsus (miserere domine!), y fue de escribir carabineros en lugar de guardias de asalto, un cuerpo creado por la república con el que el capitán Lozano tuvo contactos tras verse condenado y apartado del servicio tras la revolución de octubre, a partir del triunfo del frente popular en las elecciones de febrero del 36, más tal vez -por su condición de republicano convicto y confeso- de lo que dan a entender las noticias biográficas que sobre él circulan en la red.

Me alegro de tu corrección no obstante, que me habrá obligado a prestar un poco más de atención al personaje del que estaba convencido sin duda por obra y gracia de la guerra de propaganda que se n os habrá venido infligido sobre ese tema, que figuro como desparecido, y así muchos lo dieron a entender. Recuerdo incluso las declaraciones de una mujer joven relacionadas con una noticia de actualidad sobre memoria histórica que se vieron publicadas con gran realce en la prensa que así lo afirmaba.

“El pobre -decía refiriéndose a Zapatero- arrastra el drama de su abuelo desaparecido (sic) Por eso está así” Gracias pues por la observación. Saludos

Juan Fernandez Krohn dijo...

ADDENDA Caí en la cuenta justo después de colgar el anterior comentario y después no he tenido tiempo de hacerlo, pero quería añadir que el capitán Lozano pidió el ingreso en el cuerpo de guardias de asalto tras el triunfo del frente popular en las elecciones de febrero, lo que el gobierno sometió a estudio, con lo que es fácil suponer que a partir de entonces estuvo a disposición de aquel cuerpo (republicano) y de sus camaradas republicanos o socialistas que engrosaban aquél en mayoria, y por vía de consecuencia tampoco es aventurado conjeturar que participase de lleno en los incidentes sangrientos que se sucedieron en Madrid y en otras ciudades a partir de la primavera del 36 -como ocurrió con el capitan Condés de la Guardia Civil, uno de los asesinos de Calvo Sotelo e íntimo del teniente Castillo, guardia de asalto- en los que los de asalto tuvieron tan destacado protagonismo. Saludos

ADDENDA (bis) Es cierto que no hay que generalizar porque Muñoz Grandes también fue guardia de asalto