viernes, agosto 28, 2015

¿METER EN TU CAMA AL PEREGRINO?

¿Hacia una nueva conferencia de Munich? De izquierda a derecha en la foto, los cuatro firmantes de los acuerdos de Munich (29 de septiembre de 1938), Chamberlain, Daladier, Hitler y Mussolini (y a la izquierda de éste el conde Ciano) La conferencia de Munich –vista por cierto desde una perspectiva revisionista- fue un modelo de Realpolitik que salvaguardó la paz europea todo el tiempo que aun era posible entonces. Y que evitó sobre todo la intervención franco/inglesa al lado de los rojos en la guerra civil española. Una nueva conferencia internacional está pidiendo ahora a gritos la opinión pública internacional que ponga un término además de a la guerra en Ucrania, a la guerra en Siria –sin condiciones previas exorbitantes (como la de la renuncia de Assad) tal y como las potencias occidentales (Francia Inglaterra y USA) exigieron hasta ahora-, y a su secuela principal que es la del actual aluvión migratorio en territorio europeo. Mientras, Alemania espera un aflujo de ochocientos mil inmigrantes para este año (ochocientos mil), léase un uno por ciento de su población total. ¿Estamos aquí o en Flandes, como decían los españoles antiguos?
Dar de comer al hambriento, de beber al sediento, posada al peregrino, redimir al cautivo, visitar a los presos, cuidar a los enfermos y enterrar a los muertos. Punto. Las siete obras (siete) de misericordia que nos aprendimos de memoria y bien (hasta hoy) en el catecismo de pequeños y que ahora nos vienen a recordar o a tirarnos a la cabeza más bien algunos o algunas moralizantes y culpabilizantes queriendo obligarnos a meter en casa -o en la cama también y por qué no- ese aluvión de inmigrantes que se les ha echado de pronto encima a los países europeos. Con lo que en el fondo nos están invitando e incitando a enterrar en el pozo del olvido esas y otras jaculatorias piadosas en las que descubrimos de pronto –espantados, sin que se nos hubiera pasado nunca lo más mínimo por la cabeza- la raíz del mal que nos está matando o como dijo el vizconde De Maistre ( para dejarnos de eufemismos), el veneno oculto en los evangelios.

La mayor crisis que habrá vivido el continente europeo desde el final de la segunda guerra mundial y no exagero. O digamos, la secuela principal de la crisis que desataron las primaveras árabes en el 2011. Quisieron desestabilizar toda una zona del planeta en el nombre de la democracia –o de un islam democrático, lo mismo me da que me da los mismo-  y les habrá salido el tiro por la culata porque los objetivos de la maniobra desestabilizadora no se vieron cumplidos o sólo a medias: lo lograron (y a qué precio) en Libia y en Túnez y fallaron el tiro (estrepitosamente) en cambio en Egipto, en el Yemen y sobre todo en Siria de dónde procede ahora en su mayoría el actual éxodo de refugiados.

Un aluvión calamitoso que se ve acompañad6 de una guerra de propaganda (y de nervios) mas calamitosa todavía al calor las catástrofes humanitaria –los naufragios las descubiertas macabras- que se van sucediendo por tierra y por mar a medida que se intensifica el éxodo las horas y los minutos que corren, tan preñadas de negros presagios como la crisis de las armas químicas de hace dos años que al final no obstante no estalló contra todos los pronósticos. La mitad (y un poco mas) de los candidatos a refugiados son sirios pero la otra mitad proceden de países balcánicos y en particular de Albania y del Kosovo, dos países musulmanes candidatos a la entrada en la UE que ponen así de manifiesto su fracaso clamoroso como países independientes, el segundo sobre todo, casus belli numero uno nota bene de la tercera guerra de los Balcanes y de los bombardeos humanitarios (sic) tan sangrientos de entonces contra Belgrado y otras ciudades serbias.

Para un viaje así no necesitábamos alforjas querido Sancho. No me digan, declarar la independencia de un pequeño país –de un territorio que me diga que se le adjudicó por sorteo a un pueblo advenedizo a costa de otro (los serbios) que tenían a su favor derechos históricos y en su contra (¡ay dolor!) unos cocientes de natalidad mucho más bajos que los otros- al precio de poner a sangre y fuego toda una región del continente europeo, para veinte años después ver a sus habitantes votar con los pies de la forma que lo están haciendo. ¿Para repetir la misma historia dentro de diez o veinte años en otra zona más apetitosa –y más central y mas intrincada- del continente donde se encentren en mayoría? Ocúpate primero de los tuyos, le soltó sin ambages una habitante de Heidenau a la canciller Merkel durante su visita a esa localidad sajona que fue teatro de violentos incidentes la semana pasada.

Y de la gravedad de la crisis da idea el arreciar –el pie en el acelerador a fondo- de la guerra de propaganda en la prensa global por cuenta de la misericordia y de la caridad, léase de la democracia (lo mismo me da que me da lo mismo) como ocurrió hace dos años sacando entonces a la humanidad entera literalmente de sus goznes explotando a todo explotar su fondo de misericordia, y de miserabilismo –de limites o lindes confusos e imprecisos y cenagosos cuanto más se ahonda, entre lo uno y otro- con fotos de terrorismo psicológico –cuanto más crudas mejor, más realistas y terroríficas (¡y mas madera!)- a todas horas en los diarios hablados, en las primeros planas de la prensa impresa, en las redes sociales, a punto ya del apocalipsis, me explico, de que Obama apretase el botón fatídico lo que al final no sucedió, y la guerra espantosa de propaganda aquella en cambio se desinfló de golpe  como un castillo de naipes en cuestión de horas.

Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla, y esa historia habrá dado una acelerón en las últimas décadas por arte de magia de la revolución informática, tanto, que la actualidad viva y palpitante en lo sucesivo se ve convertida en historia vivida al cabo de unos cuantos años apenas. Y algunos estamos reviviendo de lleno ahora esa psicodrama tan atroz insoportable de la crisis de armas químicas de hace ahora dos años (casi día por día) Porque se diría que quieren repetirnos la misma jugada o parecida con las catástrofes humanitarias quee se viene sucediendo los últimos días por cuenta del aluvión inmigrante.

Misericordia sin miserabilismo,  sin compasiones selectivas de los ajenos a costa de los propios y los más próximos. La caridad bien entendida –reza el sentido común- empieza por uno mismo. Y en lo que a la crisis actual se refiere: asilo a los verdaderos refugiados de preferencia a los inmigrantes económicos, y en el caso de los refugiados sirios que son la mayoría, un asilo temporal condicionado –salvo excepciones- a la terminación del conflicto en su país, lo que incitaría a la busca de una solución a las grandes potencias y a poner fin al escándalo que no cesa de una guerra civil en estado de gangrena si se puede hablar así, de forma que los que contribuyeron a encenderla se vean así emplazados a sentarse los primeros a la mesa de negociaciones sin condiciones o exigencias draconianas abusivas y exorbitantes, como el que las potencia occidentales de entonces en particular Inglaterra y Francia hubieran exigido ya avanzada nuestra guerra civil la renuncia o destitución de Franco de premisa indispensable para firmar la paz, una firma que nunca se consumó -dicho sea de pasada y entre paréntesis- en los ochenta años transcurridos desde el inicio de nuestra guerra civil interminable.

Munich (verano del 38) Ese es el fantasma (familiar) que gravita de cerca otra vez en la crisis de ahora inmigratoria, que no es en resumidas cuentas más que una secuela de la guerra en Siria y en menor medida de otros conflictos en llamas como la guerra del Afganistán, un conflicto menor no obstante en comparación como habrá venido a serlo por razón de mayor lejanía geográfica aunque sólo sea. Modelo de Realpolitik la conferencia aquella –un año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial-, que salvó a la España nacional por más que algunos compatriotas descendientes en línea directa de los beneficiarios de aquella y de sus pactos, arrastrados de sus complejos y complejines o que se aprendieron el librito de historia (o de historia diplomática) que no era, tanto aficionan el denostarla. Primum vivere, deinde filosofare, rezaba la filosofía escolástica.

Primero sobrevivir, léase ponernos a salvo de este aluvión que amenaza la integridad colectiva –a comenzar por la de nuestras fronteras- y sólo después, poder ponernos a hacer caridades, con la cabeza fría y libre de traumatismos mediáticos o de terrorismos psicológicos, por abrupto que esto suene a los oídos de algunos. Algo elemental no obstante, de sentido común y fácil de entender, salvo si se está preso de prejuicios o de aprioris más propios de sectas obsoletas y anacrónicas que de ideas con cartas de nobleza por mínimas que sean en la historia del pensamiento.

¿Dar posada al peregrino y un sitio en nuestra cama también? ¿O acaso nos manda también meterlos en nuestro lecho el papa argentino?

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