viernes, agosto 21, 2015

¿FALANGISTAS O POS MARXISTAS?

¿Hay que haber sido de izquierda para criticar a la izquierda en la España de hoy? ¿Hasta ese punto llevan algunos sus complejos? Esa parece haber sido desde luego la tónica del panorama cultural e ideológico en la España de la democracia. Y es lo que explica tal vez la atonía que se nota ante la respuesta de natura esencialmente ideológica que están pidiendo a gritos los eslóganes de Podemos y sus banderas y en particular la tricolor, la que mas enarbolan. ¿Gran padrino de Podemos, Gustavo Bueno, que les estaría sirviendo en bandeja todas sus redes de contactos e influencias en la orbita del partido en el poder y poniendo a sus servicio la pluma (o la tecla) de los colaboradores –pos marxistas y falangistas- de su revista? ¡Vivir para ver fantasmas míos!
Tsipras dimite, su partido se fracciona y el país heleno se dirige hacia elecciones anticipadas. ¿El final del sueño, el mito hecho añicos? No tan rápido. Me estoy refiriendo al señuelo indignando de Podemos por supuesto –aquí todos ya lo ha adivinado- que habrá hecho de Syriza y la crisis griega su buque insignia en política extranjera.

Es cierto que la cúpula de Podemos parece (digo bien parece) fraccionarse ella también por culpa de la crisis política griega y que una de las eurodiputadas de Podemos habrá declarado en tono de desafío que a Tsipras le tiemblan (sic) las piernas, pero la troika dirigente del partido indignado sigue apostando a, todas luces por el líder del partido griego anti-sistema. Los mitos son mitos y no se rompen ni mueren o desaparecen así como así, ni siquiera por el choque frontal con la realidad –léase con la economía de mercado-, como lo habrá ocurrió al gobierno Tsipras, a su ministro de Finanzas y a sus planes primeros de vuelta al dracma y de salida del euro tras haber llevado nota bene a su país al corralito y a la bancarrota.

No importa, se estarán diciendo muchos griegos votantes potenciales del primer ministro ahora dimisionario, y que parecen dispuestos a seguir votándole contra viento y marea, sin rupturas o escisiones que valgan. Los mitos sólo se rompen con otros mitos más fuertes o al cabo de una larga y cruel e interminable agonía como habrá ocurrido en España con el mito de José Antonio Primo de Rivera del que volví a tener que ocuparme (¡ay dolor!) en la penúltima de estas entradas.

Y está claro que el mito erigido en los medios en torno al primer ministro griego dimisionario Tsipras que habría venido a consagrar o a consolidar su triunfo en el referéndum que él mismo impulsó tiene aun -como el Maidán de Kiev- muchos días por delante suyo, en una actualidad política griega en la que él va en lo sucesivo de figura central y los nacionalistas de Amanecer Dorado en cambio (¡decepción magna!) -que le echaron un buen cable en el referéndum- de acompañamiento coreográfico o de simples comparsas.

El miedo no es buen consejero, y el focalizar la campaña electoral no ya en Podemos y en su líder que parece algo fatalmente inevitable por la fuerza de impacto de la que habrán dado muestra en los medios, sino en el daño que su llegada al gobierno puede infligir a la buena marcha de la economía española es sin duda la única forma para el partido en el poder de defenderse sin saltarse las reglas del juego, un juego en el que figuran de perdedores (natos) de entrada cmo lo fue la CEDA, como lo fueron ellos durante casi dos décadas de felipismo interminable y después, en las elecciones que siguieron a los atentados del 11 de marzo, y como corren el riesgo de serlo de nuevo en las elecciones de noviembre. Algunos desde luego ya se están preparando –se diría- para el cambio de escenario y la entrega de poderes.

Aquí ya me ocupé en la penúltima entrada de este blog de la entrevista que circula en la red con el presidente (o director) de la Fundación José Antonio, José María García de Tuñón, del que vengo a saber ahora el bagaje editorial (considerable) de libros y artículos que arrastra, y del que el último libro se ve presentado –como una foto de guerra- con una andera republicana tricolor ondeando al viento (victoriosa) en la portada. Y en su pedigrí figura con cierto realce su colaboración en la revista (digital) Catoblepas de la que me vi vetado hace años sin que se me diera motivo alguno (como en otros sitios)

El Catoblepas, según me dejé decir en su momento por amigos que conocían de cerca esas publicación, fue fundada por Gustavo Bueno que arrastra -no sin cierto donaire (y coraje intelectual) propio o de prestado (váyase a saber)- un currículo de antiguo marxista de militante comunista (pro soviético) incluso durante el régimen de Franco, y a quien José María Aznar, fascinado sin duda como tantos de su generación –que fue la mía- por la izquierda y más aun por los conversos de esa procedencia, le regaló un palacete en el centro de la capital del Principado desde donde se erigió (hasta hoy) de ideólogo de la derecha española afín al partido en el poder.

¿Un pos marxismo -con níhil óbstant- la postura emblemática de Gustavo el Bueno como lo son los fundamentalismos islámicos? Como sea, de lo que tengo leído de él -de más polémico y emblemático- podrían definirse sus posturas como las de un (neo) integrismo anti-abortista que le lleva a defender el derecho (absoluto) a la vida a partir de un determinismo biológico que huele no poco a materialismo dialéctico (e histórico)

¿Y pos marxismo también como el de Podemos o el de Gustavo Bueno, el falangismo joseantoniano (puro) de García de Tuñón que parece venir a propiciar ahora él también una vuelta al 14 de abril del 31, léase a postular un proceso constituyente que rompa con la constitución (monárquica) del 78 y de paso –como quien mata cien pájaros de un tiro o tira de la manta y se lleva de calle todo lo que había encima de ella- con todos los vestigios y sobrevivencias del régimen anterior, léase el de la victoria del Primero de Abril de 1939, so pretexto de secuestro (sic) del mensaje del fundador y de traición a su memoria y a su legado?

Como se podrá ver, el reto que nos plantea Podemos no es o no primordialmente ni mucho menos, un reto de orden económico sino algo mucho más radical e irreductible, léase una negación (radical) de ochenta años (y mas) de nuestra historia, y en la medida que la ideología radical de Syriza encarna más que otra cosa –mas que posturas anti-sistema en el plano de la política económica y financiera por radicales que sean- una recuperación (en bloque) de la memoria anti-fascista griega de la Segunda Guerra Mundial en esa medida Podemos y su guerra civilismo (marca 36) irreconciliable sigue sintonizando con ellos y con su líder, Tsipras, pese a lo que algunos consideran una desvío o una traición incluso al programa de gobierno por el que se vio elegido.

Y es lo que explica tal vez el eco y la audiencia tan enigmática (y tan desconcertante y desazonante) que vienen alcanzando en los medios bien pensantes –de derechas y demócratas de toda la vida- y en otros más o menos incorrectos (o azules) pero puestos fatalmente bajo la órbita de aquellos –como lo ilustra el ejemplo del Catoblepas- la apuesta (de poder) de Podemos y de su recua de conversos y de comparsas.

¿Hay que ser acaso medio vaca y medio cerdo como el animal mitológico aquél en la España de hoy, o haber sido marxista o neo marxista de joven para tener derecho a una tribuna o a un espacio (reconocido) en los medios, o tener que rendirles tributos de pleitesía a los marxistas o pos marxistas (“materialistas”) como parecen hacer algunos, pese a verse –o tal vez por eso- provistos de credenciales incorrectos de loas acrisolados (de lo que sabemos de ellos)?

No somos griegos, la historia griega contemporánea no nos pertenece o no de forma directa como si les pertenece a los griegos sean de la tendencia o del color ideológico que sean. Y si ellos deciden reconciliarse y enterrar el hacha de guerra sobre el campo de batalla de su historia contemporánea que asi lo sigue siendo entre españoles –como parece simbolizarlo el acercamiento (sorprendente) entre Syriza y Amanecer Dorado con ocasión del referéndum- sin duda que están en su derecho.

¿La experiencia de los meses de gobierno transcurridos no le ha enseñado nada a Alexis Tsipras? ¿No le ha enseñado nada de sus aliados y compañeros de viaje españoles en quien hasta hace bien poco parecían tener puestas todas sus esperanzas y sus complacencias? Desconfiamos desde un principio, desde que empezó a elevarse en el firmamento de los medios de la prensa global, del líder griego de la izquierda radical pero aún mas desconfiamos y lo seguimos haciendo de sus émulos españoles. Y el partido en el poder (el PP) debería aplicarse el cuento. Y en vez de atacar indirectamente, Grecia interpuesta,–y siempre con paños calientes- a los de Podemos, deberían hacerlo con coordenadas y parámetros de la política española y de nuestra historia contemporánea (en el siglo XX)

Si no, me temo que vamos camino del abismo, de vuelta a uno de los pozos más negros de nuestra historia, a saber a la efemérides (funesta) del 14 de abril del 31, que el partido en el gobierno y el régimen actual –heredero del anterior- se muestran extrañamente incapaces de hacer olvidar, léase de conjurar el hechizo que sigue ejerciendo en la conciencia colectiva de los españoles.

¿Demasiado tarde para reaccionar? A veces hay que esperar a tocar fondo para despertar de una vez por todas. Y quiero creer -tan cerca como estamos ya del fondo- que el golpe de timon sea posible todavía,

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