jueves, agosto 20, 2015

JEAN MARIE LE PEN Y LA TÉCNICA DEL GOLPE DE ESTADO

En este clásico de literatura política, puesto bajo caución en la posguerra europea por la personalidad de su autor -una figura de gran relieve de la Italia fascista-, que debí leerme de un tirón de muy joven, Malaparte achacaba al respeto de la legalidad el fracaso de la Dictadura de Primo de Rivera, precisamente lo contrario de aquello de lo que le acusarían (a toro pasado) las izquierdas, de violación de la legalidad constitucional, una acusación que acabaría ensombreciendo la propia figura del monarca y echando abajo a la monarquía. Una mera coartada pues –e instrumento de presión y de chantaje- la legalidad constitucional en nuestra historia española contemporánea. Golpismo, golpe de estado ¿cuestión de conciencia (cristiana y democrática)? Más bien -hoy como ayer- simple cuestion técnica, y táctica
Me pongo a teclear esta entrada con la noticia a punto de caer tal vez del desenlace de la reunión del comité de disciplina del Frente Nacional francés que debía oír hoy jueves al fundador del partido Jean Marie le Pen y sobre el que pesa una amenaza de expulsión del partido temporal o definitiva incluso. Y a la vista de la composición del dicho comité que integran –salvedad hecha de la actual presidenta Marine Le Pen y su número dos, Philippot, ausentes de la reunión por voluntad propia- mayoritariamente figuras del Frente Nacional que se habrán destacado anteriormente por su postura crítica o su oposición abierta al fundador caben pocas dudas que éste saldrá sancionado de la reunión, lo que le abriría de nuevo la vía del recurso ante los tribunales tras haber ganado los tres anteriores, y lo que realimentaría las especulaciones de cara al congreso de los jóvenes del partido a principios del próximo mes de septiembre en el que Jean Marie Le Pen cualquiera que sea el resultado de la reunión de hoy, tiene pensado el participar.

¿Hacia una muerte política –a un plazo mas o menos fijo o anunciado- de Jean Marie Le Pen, el desenlace al que asistimos, o a una fractura del partido que acabaría haciendo abortar la maniobra de altos vuelos que acarician sin duda algunos de fuera del Frente Nacional de ver convertido ese partido de “malditos” en un antídoto contra los mismos, el más eficaz precisamente por provenir de dentro del organismo “patógeno” como todas las vacunas y los antídotos?

Las apuestas se admiten. El diario Le Figaro dedica a la reunión del comité disciplinario del Frente Nacional un artículo en su edición de hoy con el que parece que su autor pretende hacer ver en la dinámica electoral de un Frente Nacional desembarazado del lastre (electoral) de su fundador la salida o vía de escape más probable a la crisis en la que se debate las horas que corren ese partido francés nacionalista. La democracia como sistema salvada in extremis por la democracia como método y como práctica electoral o electoralista. Una petición de principio o círculo cartesiano todo lo francés que se quiera pero que no deja menos intacta y en pie la critica ideológica –y filosófica- anti-democrática que arrastra una vieja tradición –desde los tiempos de la revolución francesa- y de la que Jean Marie Le Pen habrá sabido hacerse invariablemente a lo largo de su carrera política heraldo y mensajero y a la vez portavoz y propagandista.

Para los enemigos de la libertad no hay libertad que valga (“pas de liberté pour les ennemis de la liberté”) declaró Saint-Just, brazo derecho de Robespierre en los momentos más álgido del Terror durante la Revolución Francesa, una frase que le oí repetir a menudo y con gusto de su parte a Monseñor Lefebvre particularmente en las conferencias que dio durante su viaje a España en la primavera del 77, y que ilustraba la carga o el bagaje ideológico que arrastraba el arzobispo disidente francés –y no solo puramente litúrgico o de tradición religiosa- de un signo (maurrasiano) bien preciso, heredada en parte por conducto familiar y en particular de su propio padre militante de la Acción Francesa en el periodo de entreguerras.

El que esto escribe en una ocasión incluso, le vio de sus propios ojos escribir de su puño y letra ,–con pluma estilográfica y letra manuscrita un poco a la antigua- la frase de “la democratie c’est le mal”, citando a Charles Maurras en una dedicatoria a un libro que le presentaron delante mía. ¿El mal indecible, la democracia o una forma de gobierno como otra cualquiera, ese es el dilema irreductible que no supieron resolver en España las fuerzas hostiles a la república y al 14 de abril de otra forma que no fuera la incubación y el estallido de la guerra civil como al final así ocurriría.

Y como lo ilustra la actuación y la trayectoria de la Falange desde su fundación hasta el momento de producirse el Alzamiento, y en particular la actuación y el protagonismo destacados de José Antonio su fundador en el plano parlamentario durante los años de la república. José Antonio no creía en la democracia –o por lo menos fue así como se expresó invariablemente sobre el tema casi hasta el final de su vida- pero se veía en el brete –por aquello sin duda arraigado tan hondo en la tradición castrense española de “se acata pero no se cumple”- de tener que practicarla bajo pretexto de servirse de ella, como harían siempre antes y después de la Segunda Guerra Mundial todos o casi todos los partidos antidemocráticos en los distintos países europeos, entre los cuales cabe sin duda incluir el Frente Nacional.

Jugaban así –tratando de explotarlas- con las contradicciones escondidas en la célebre trilogía republicana –liberté, égalité et fraternité- especie de nuevo dogma de la Santa Trinidad y que venía a ejercer un papel rector análogo al que aquel jugó en la alianza del Trono y del Altar del Antiguo Régimen. Como la que se deja traslucir en la frase de Saint-Just recogida más arriba.

Y ese callejón sin salida –en francés “impasse”- al que acaban fatalmente abocados los partidos democráticos que participan en el juego electoral y parlamentario de los países democráticos es lo que viene precisamente a ilustrar ahora la crisis del Frente Nacional francés desatada por el enfrentamiento entre un padre fundador que no cree a todas luces en la democracia –como no creía José Antonio- o lo que es lo mismo, que no se interesa lo mas mínimo –como habrán venido reprochándoselo su críticos al interior y al exterior de su partido (y tal y como se habrá visto ampliamente propagado en los medios- y que siempre se desinteresó (de antiguo) de la toma de poder (léase por la vía electoral o parlamentaria)

Sin duda por parecerle algo inalcanzable en las tesituras por la que habrá atravesado el mundo occidental y en particular la política francesa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y que por vía de consecuencia descarta de un revés por ilusorias la estrategias electoralistas en las que su hija en cambio –aleccionada por su numero dos funcionario (en situación de excedencia) del ministerio francés del interior y especialista en técnicas de sondeos e institutos de opinión pública- tiene a todas luces puestas todas su esperanzas (y complacencias) y que la habrán llevado a exacerbar el enfrentamiento con sus propio padre hasta los extremos a los que estamos asistiendo las horas que corren.

¿Fuera de la democracia no hay (acaso) salvación? ¿Como no lo existía fuera de la iglesia (católico/romana) en los tiempos antiguos (de antes de la Revolución)? ¿Nada más que la muerte y el caos cuando se traspasan las fronteras y la barreras del sistema (del régimen) democráticos, léase de lo político e históricamente correcto? Algunos como Maurras –un caso un tanto típico y excepcional en la historia del pensamiento anti-democrático y entre las principales figuras de esa corriente en el periodo de entreguerras- tuvieron el coraje y la honestidad intelectual de abordar en un plano teórico ese problema, pasando en revista todas sus posibles soluciones (teóricas)

En particular en un opúsculo que escribió bajo el titulo de si “el golpe de estado (coup de forcé) era posible” En donde barajó ejemplos de involución por llamarlo así que ofrece la historia europea desde los tiempos de la revolución inglesa que bajo muchos conceptos fue la madre de la revolución francesa. El de la restauración católica en Inglaterra, por ejemplo, y el protagonismo que le cupo en ella al general (almirante) inglés Monck del que Maurras hacia una especie de jóker o comodín (arquetípico) en escenarios posibles de derrocamiento del régimen democrático léase la III República francesa en la que discurrió mayormente su andadura política.

Y me llamó la atención en una ocasión, ejerciendo ministerio (sacerdotal) en el marco de la fraternidad San Pio X en la región de París –por vuelta de 1980 y 1981- y de visita en casa de una señora católica tradicionalista de la buena sociedad local a la que creí más o menos domesticada o hecha ya –¡qué rémedio!- al régimen democrático la reacción que fue la suya –se me antoja ue comentando los acontecimientos en torno al 23-F entonces reciente- done v,ino a poner de manifiesto su fé anti-democrática en la virtud salvadora (y providencial) de los golpes anti-democráticos que ella distinguían cuidadosamente de intentonas más o menos aventureras o irresponsables.

"Eso es otra cosa. El golpe (le coup de force), esas son palabras mayores", vino a decirme –a mi sorpresa y mi admiración (y mi regocijo interno)-, lo que vino a agrandar de golpe el halo de respetabilidad y de convicción que la rodeaba a mis ojos, que su edad y toda su persona me inspiraban, parafraseando de aquella forma a Maurras maestro indiscutible, el suyo como de toda sus generación. El golpe providencial quirúrgico salvador es la panacea y la solución a todos los males, eso es lo que llevamos anclado en lo más hondo y recóndito de nuestros sueños y nuestras esperanzas muchos, y el que diga que no muy probablemente engaña o se engaña.

El golpe de estado como sea, sigue siendo las horas que corren la panacea permitida por las grandes potencias en los países del Tercer Mundo, en el Oriente Próximo -como en Egipto- o en el Oriente Asiático –como en Tailandia- incluso en esa zona de Europa en la línea bisagra o divisoria entre el Este y el Oeste como ocurrió el pasado año en Ucrania, en lo que fue –y en eso hay que reconocer que Vladimir Putin tenía razón- un golpe de estado patrocinado y instigado por las grandes potencias (occidentales)

¿Hacia el golpe de estado rectificador –me curo en salud de inmediato- en España en desenlace y rectificación de la situación en Cataluña? ¿Hacia situaciones de crisis en los distintos países europeos que acabarán saldándose y traduciéndose por golpes más o menos blandos o más o menos encubiertos de resultas de la formidable conmoción que trae consigo la presión migratoria? Esa es la esperanza secreta de Jean Marie Le Pen, apuesto lo que sea, que compartimos, y que nos lleva a seguir apostando por él pese a su edad y a la situación políticamente desesperada por la que se atraviesa

ADDENDA Nada mas concluida esta entrada se daba a conocer la noticia de la expulsión del Frente Nacional, decidida a última hora de hoy, de Jean Marie Le Pen, a la que el fundador del partido habrá reaccionado « indignado » -hay indignaciones legitimas (a veces) dicho sea entre paréntesis- anunciando el ir a interponer nuevo recurso y su presencia en la universidad de verano del Frente Nacional los días 6 y 7 de Septiembre próximo en Marsella. Salvo la muerte nada parece que pueda detener al octogenario fundador del Front National del que se ve ahora excluido por decisión de su propia hija, con lo que el caso cobra cada vez más tintes de tragedia griega. Renacimiento de la tragedia, habría que decir parafraseando a Nietzsche

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