viernes, julio 10, 2015

MARINE LE PEN Y LA MUJER EN POLÍTICA

Fréderic Joachim, el abogado de Jean Marie Le Pen, que acaba de obtener dos decisiones cruciales de la justicia francesa favorables al fundador y presidente honorario del Frente Nacional en Francia. Un frente de batalla que la actual presidenta –un poco por demás obsesionada (igual que su número dos) con los sondeos electorales- habrá desatendido más de la cuenta. Está claro a partir de ahora como sea, que la resistencia que está ofreciendo Jean Marie Le Pen a las tentativas de evicción (y jubilación forzosa y completa) de la que se ve objeto, rebasan lo puramente episódico. Una larga batalla de desgaste en su lugar, es lo que parece pronosticar la prensa francesa. Que no conocería su desenlace antes del próximo mes de septiembre. ¿A tiempo de influir en las elecciones españolas?¡Vivir para ver fantasmas míos!
El diario Le Figaro en su edición de hoy publica un artículo dedicado a la crisis interna del Frente Nacional bajo un título -"El Vietnam de Frente Nacional"- significativo e ilustrativo en extremo. Una batalla de desgaste –más que el Vietnam, una nueva batalla del Ebro- es lo que presagia el autor del artículo frente a la operación relámpago "blitzkrieg" que Marine Le Pen y sus adjuntos y consejeros habían sin duda previsto e ideado con vistas a la evicción de su propia progenitor de la dirección (honorífica) del partido que el mismo fundo.

La guerra relámpago fracasó, eso está claro. Y Marine Le Pen acusa ahora el golpe de la crisis interna de su partido por una baja sensible en los sondeos –de cara a las próximas elecciones regionales del próximo mes de noviembre-, y Jean Marie Le Pen en cambio sigue ocupando el centro de la escena en la prensa francesa, al día siguiente de una semana crucial que le ha brindado dos triunfos rotundos si no decisivos, y es por parte de la justicia francesa que le ha dado sucesivamente razón, rehabilitándole primero en su cargo de presidente honorario del Frente Nacional y ordenando justo después la suspensión del referéndum por correo destinado a confirmar la evicción de la que se veía objeto. De la más rabiosa actualidad se reviste a fe mía la crisis interna del Frente Nacional francés, y es en el marco de la ofensiva de la indignación callejera –en el plano electoral- qe estamos soportando los españoles de cara a las elecciones generales de próximo mes de noviembre.
Los medios españole no se privan de asociarlos in crescendo de un tiempo a esta parte, y está claro que Marine Le Pen y el Coletas van (se diría) de compañeros de viaje, para bien o para mal, y hasta que la muerte les separe (y como dios manda) en lo sucesivo. Una autentica maravilla no me digan, esa puesta al destape de una memoria griega guerra civilista –pro Syriza, y hereditaria- en Marine le Pen que la hace erigirse ahora en adalid del NO de los griegos, de forma más radical aún que el líder de la izquierda radical (y actual jefe de gobierno) Tsipras. Nietzsche lo habría tal vez calificado –como la muerte de Dios- de la noticia la más extraordinaria y más terrible a la vez de nuestra época.

Está claro como sea, que la orientación nueva que habrá impuesto su actual presidenta al partido que dirige está en flagrante contradicción con la seguida por el Frente Nacional décadas durante tras su fundación, y que sea razonable suponer –como lo hace Jean Marie Le Pen- que su postura de disidencia actual encarna e interprete –liberándola a la vez como lo pronostica el artículo del Figaro al que más arriba aludo- la voz (o la palabra) de la mayoría silenciosa del partido ahogada y reducida hasta ahora al silencio por la nueva orientación impuesta por la actual presidenta y en particular por su número dos, Philippot, con ayuda de la legión de favoritos (en francés "mignons") –asalariados- que les secundan.

El diario digital español El Manifiesto, en línea –o siempre así lo pensé- con los sectores de la derecha francesa (a la derecha de la deerrecha) en los que gravitaba Dominique Venner, se posicionaba recientemente (me entero ahora) en favor de la nueva línea ”marinista” Que no decaiga, quiero decir que sigan los posicionamientos en la (llamada) extrema derecha española, y las cosas así se clarifiquen de cara a la gran encrucijada (de todos los peligros) que se avecina, y me refiero a las elecciones del próximo mes de noviembre y a todo lo que se sucederá en caso de confirmarse las previsiones más agoreras, a saber, el relevo en la Moncloa del actual gobierno y del partido que representa por una nueva coalición con la marca impresa en la frente de Podemos y de sus compañeros de viaje (y de fatigas) españoles y extranjeros.

La crisis interna del Frente Nacional francés ofrece también un aspecto o perfil que merece nuestra atención por más que se vea rodeada de interdictos y de tabúes, y es el perfil feminista que cobra fatalmente el conflicto entre el padre y la hija por la dirección del partido, con tantos trazos del orden personal e íntimo como habrá venido destapando, que se ven agravados además por el protagonismo creciente en la crisis de Marion, la nieta de Jean Marie Le Pen, su nieta preferida por la imagen que ofrecían hasta estallar la crisis, y que después acabaría tomando partido descaradamente a favor de su tía Marine, y ganándose a si la desconfianza creciente -y no sé si la inquina- de su abuelo.

Dos mujeres jóvenes –una de ellas muy joven – contra un viejo octogenario, que nunca guardo en secreto sus posiciones y sus posturas en contra del lobby homosexual y del homosexualismo (como lo llama Pío Moa) El tema, el contencioso, nos parece zanjado de entrada desde luego. Y es de cara a ese colectivo que acaba de celebrar su fiesta (gay) en Madrid, mas desafiantes y arrolladores (y arrogantes) que nunca por el apoyo que habrán encontrado este año en el nuevo equipo que dirige en lo sucesivo la alcaldía madrileña. Nunca transigí –ni un ápice (ni un pelo)- con ese colectivo, aquí todos lo saben.

De ahí no obstante a ver en la iglesia católica (institución) el principal obstáculo o adversario de esos grupos de presión como lo pretende Pío Moa en un reciente artículo suyo, va un trecho y es que no se ajusta a la realidad de los hechos de la historia reciente. Al contrario, todo el magisterio de la iglesia y sus tomas de posición en materia buenas costumbres se ve fatalmente condicionado desde hace una veintena (o treintena) de años por el estallido del escándalo de los abusos menores al interior la institución eclesiástica y a escala del planeta.

Cortinas de humo o subterfugios los actos tanto del magisterio eclesiástico como de la jurisdicción y del gobierno eclesiástico que se seguirían en tromba a partir de entonces destinados a acallar o aplacar o apagar el escandalo magno como sea. Eso es lo que pienso en el fondo, aquí todos lo saben. Y es algo aplicable tanto al tema del aborto como al de la homosexualidad (o del homosexualismo)

Y es lo que explica a mi juicio la poca eficacia por no decir nula de las campañas eclesiásticas en esos terrenos y sus posturas ambiguas en cambio ante ciertas campañas espontáneas nacidas en la sociedad civil como ocurrió hace ahora dos años con la (llamada) primavera francesa, en contra del matrimonio homosexual y en el tema parejo de la filiación adoptiva –a cargo de parejas homo ou heterosexuales sin distinción, y equiparada a la filiación sanguínea en la nueva legislación francesa (ley Taubira) en la materia- donde la iglesia francesa se puso de perfil bastante escandalosamente, la verdad sea dicha.

No más de perfil no obstante que el del Frente Nacional bajo la dirección de Marine Le Pen, lo que muchos achacaron (en parte) a la personalidad del número dos del partido, Philippot, del que acabarían revelando la homosexualidad los medios de lengua francesa. En esas circunstancias, ¿qué desenlace cabe augurar a la crisis que sacude ese partido francés en el que muchos –dentro y fuera de Francia- tenían hasta ahora puestas todas tus esperanzas? El diario Le Figaro en el artículo de su edición de hoy al que más arriba aludo da por descartada la victoria de la actual presidente del partido a medio plazo.

En el escenario de un congreso de asistencia en propia carne –“physique” (y no sólo por correo) precedido tal vez por asambleas regionales con nombramiento de delegados- al que parecía dirigirse el Frente Nacional tras los fallos de la justicia francesa de estos últimos días, caben todas las alternativas, desde la dimisión del actual número dos y el reconocimiento de una corriente aparte dentro del partido como lo reclama Jean Marie Le Pen, pasando por la dimisión del número dos del partido, hasta la implosión de mismo.

Las apuestas se admiten. Jean Marie le Pen acusa a su hija de haber transgredido (sic) una ley universal, que la sentencia y condena (políticamente) a sus ojos a más o menos corto plazo. Y de lo que ve un reflejo en el descenso de aquella en las encuestas desde que estalló el conflicto entre ambos.

Palabras mayores, que denotan la fuerza de convicción y la firmeza en la resolución que mueven a su autor (octogenario) Una ley no menos universal que la que presidió la unión heterosexual a través de siglos y milenos de la historia de la civilización. ¿En esas condiciones qué otra podría ser nuestra apuesta?

Está clará, y está claro también que lo es por la vocación privilegiada que se sigue viendo reservado en la acción política –en la Historia y a la vez en el Destino- el sexo masculino. Marine Le Pen y la mujer en política. ¡Fuera complejos e interdictos y tabúes!

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