domingo, julio 26, 2015

Oda al Eterno Retorno (poesía en domingo)

Se dice pronto, suena bien
« crucé el rio del tiempo »
y cuanto más nos lo glosan,
menos saben lo que es eso

El Tiempo no da marcha atrás
no se repite, eso es cierto,
pero sabe amagar, esconderse
en el crítico momento,
sabe engañar, sabe hundirse
en el Eterno Retorno
-aunque ya nada sea igual-,
porque sabe huir de escollos
marcando el antes y el después,
y escarmentar de los otros

Por eso se deja cruzar
sólo llegado el momento
cuando roza la eternidad,
reposándose en su seno
como lo hace en Tordesillas,
al paso del río Duero.

Por eso te cruzo yo ahora
-¡oh río de mis recuerdos!-
en la barca del Destino
que me empuja tiempo adentro
en pos del instante eterno
de un abrazarse, de un beso,
apostado junto al borde,
en uno de esos rodeos
-¡qué vueltas que da la vida!-
donde el río duerme al viento,
entre vientos (que me diga)
que embisten desde muy lejos
que se cruzan, que se abrazan
en el lago hondo e inmenso

Pero lo nuestro será impar,
porque estaré en pie, al acecho
esperando el verte pasar
por donde el futuro incierto
confluye con el presente,
y el futuro mío -¡el nuestro!-
y un pasado que no miente,
por eso te espero en pie (enhiesto)
en mi pecho bien clavada
una Rosa de los Vientos
buscando el centro perdido
-¡qué travesía del desierto!-
de un siglo, de un continente,
de la Historia, de los pueblos.

¡Donde confluyamos tú y yo,
nuestras sendas, nuestros sueños!


Una y otra y otra y otra,
evocarte una y otra vez
en mi mente y en mis sueños
que no decaiga…esa sed

Sed de tí mujer -leche y miel
vino dulce (helado) y licor
dulce, fuerte y frío-
la que me diste tú (y tu amor)
y que me embriagó (en verso)
y sigue embriagándome ¿o no?

¿O acaso podría vivir
con esta alta fiebre, si no?
que se repite ¡obsesión!
Que se insinúa ¡tan dulce!
Y va vuelve al diapasón
Y me mece y me transporta
al ritmo de esa canción,

Y mi alma se pone a volar,
por los aires por los cielos
igual que un águila real
entre montes y entre valles
en donde poderse posar
Y reposar de esa fiebre
¡Harto ya de tanta sal!
Donde poder calmar, saciar
esa sed grande como el mar

Al cabo de mi jornada
(de Indias) en la puesta del Sol
que se acuesta y amanece
-cuanta luz y belleza dios!
sobre montañas y lagos
que reenciende mi corazón
vagabundo entre tinieblas
¡Y que nos reunirá a los dos!
Esa es mi fe y mi esperanza
(religión de amor y de honor)

Y amanecerá allí otra vez,
alto lugar del recuerdo
cuando yo ya en cambio no esté,
por eso me son tan caros
esos sueños, esa sed
que me hace vivir , reír
Señal –¿o no?- de madurez,
dímelo, tú, respóndeme
Niña tímida, mujer (¡Ven!)

Te lo pido con un verso,
dímelo de una pura vez
si soy ya el que buscas
si entré ya en sazón o qué

O si aun soy el niño grande
que te amó sin pensarlo (¡Belle!)

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