jueves, julio 30, 2015

GARCÍA ALBIOL Y LOS GITANOS

Javier García Albiol (un respeto) mide más de dos metros. Y eso ya de entrada, esa talla física tan fuera de lo común permite -por aquello de mens sana in corpore sano- adjudicarle una talla humana igual o comparable. Como lo habrá demostrado hasta ahora. Comparaciones odiosas pero no puedo remediar el que me venga a la mente evocándole otra figura del PP catalán, José o Josep Piqué que era ministro de Exteriores y acompañaba al rey Juan Carlos cuando me detuvieron a mí en el 2000 delante del Palacio Real de Bruselas (…) Una figura perfectamente homologable (sic) –se sobreentiende con separatistas y catalanistas- como le recuerda el País en su edición de hoy, comparándole (odiosamente) con el ex –alcalde de Badalona. Y cual quiera que sea el juicio que nos merezca Mariano Rajoy, hay que reconocer que parece estar queriendo enmendar ahora los yerros de Aznar en Cataluña. Esperamos –y ardientemente deseamos- que no demasiado tarde
Conozco personalmente a Javier García Albiol. Coincidimos a unos metros de distancia uno de otro en la concentración de la Plaza de Cataluña del doce de octubre del 2012 a la que asistí, en el espacio reservado a la prensa al que tuve acceso junto a la tribuna de oradores.

Fue la última vez, al año siguiente preferí estar presente en la “otra” concentración, de Montjuich, y al año siguiente -el año pasado quiero decir-, cortando por lo sano me quedé en casa, por aquello (inconscientemente) tal vez de “ni de izquierdas ni de derechas” que como algunos lo tienen ya demostrado fue una fórmula que adolecía –en el caso en concreto de la Falange- de una fuerte asimetría (del lado derecho) y que al que esto escribe le recuerda sin querer ese chascarillo –de origen sin duda andaluz- que oí alguna vez entre los míos de “ni frio ni calor, cero grados” (…)

Cuando conocí al hoy ex alcalde de Badalona no alcancé a calibrar -sin duda por encontrarse rodeado de gente, él y con él otros dirigentes políticos, entre ellos Rivera y la Camacho- la talla física gigantesca (más de dos metros) que es la suya, propia del jugador de baloncesto que fue (del Juventud) Y lo comento aquí porque se me antoja un detalle todo menos trivial de su persona.

Mens sana in corpore sano, rezaban los antiguos, y a alguien tan alto y tan atlético de cuerpo como él le cae bien una mente vigorosa y libre de prejuicios como la que da muestras abundantes de tener. A pesar de ser del PP (...) No me caso con ningún partido, lo dije y lo mantengo. Ni me siento aludido en los reproches que circulan por mi cuenta en la red, que me endosan un punto friki (sic) por brindar mi apoyo a veces desde este blog –y no solo- a figuras (individuales) del PP, en la tesitura sobre todo tan delicada y tan erizada de amenazas y de peligros por la que atravesamos los españoles las horas que corren, de cara a los meses calientes que se avecinan.

No sabía lo que era eso de friki, mi palabra, me lo tuvo que explicar un amigo “digital”, lo que da idea del grado de expatriación que llegué a alcanzar. Friki –en el lenguaje en uso en la red y según me explicó mi amigo- es el que se pasa todo el día pegado al ordenador y juzga y sigue (en consecuencia) la actualidad (exclusivamente) por la red, única manera para él (se sobrentiende) de captar una realidad que por propia definición desconoce, por friki o por niño pijo de derechas (o niño de papa o burgués o qué sé yo)

Como quiera que sea, si soy un friki o no, está claro en cambio que no lo es o no del todo García Albiol, hijo de un inmigrante procedente de Almería, y de madre catalana y de profesión peluquera (que lo fue), por lo que leo ahora (sobre la marcha) en su currículum. Mi apoyo pues a la candidatura de García Albiol con reservas (mínimas) pero sin dejar de brindarle mi apoyo sincero a pesar de esas reservas, las que me merece mayormente su actitud –un tanto de perfil- en el tema en ascuas de la inmersión lingüística en Cataluña y a pesar también de la equis que le presta con gusto a su nombre de pila de Javier, pero me entra mejor –o menos mal- esa equis, ya digo que el líder de Ciudadanos, Rivera, de su nombre (catalán) Albert.

Ser alcalde de Badalona, la tercera urbe de Cataluña y guardar el tipo como García Albiol habrá conseguido hacerlo durante año afrontando (con éxito) incluso un proceso por racismo –que hay sin duda que vivir en propia carne para calibrar en su justa medida lo que es eso en el mundo de hoy- le otorga ya de entrada unas credenciales, de credibilidad y de solvencia política que le reconocemos con gusto algunos, en la tesitura tan delicada por la que atravesamos, ya digo, los españoles.

Ni de izquierdas ni de derechas ahora como hace cuarenta años pero hoy como ayer a-simétricamente también, que es la forma que revistió, en España en la historia y la política española del pasado siglo ese eslogan. Asimétricamente pues –entre los que defienden la unidad de España en Cataluña me refiero por supuesto que los demás no cuentan-, en función de las encrucijadas surcadas de amenazas y de peligros que se avecinan.

En claro y en crudo, más cerca del PP catalán que lidera a partir de ahora García Albiol que de Ciudadanos y de su líder que no consigo imaginar por mucho que me esfuerzo –de perfil, de derechas, de izquierdas vestido o sin vestir, solo o en compañía- a la altura de las circunstancias y del reto –de órdago a la grande- que está cociéndonos el catalanismo, no me los imagino –más que de puros comparsas- ya digo, en el caso de un escenario insurreccional como el que algunos están ya anunciándonos para la jornada electoral del próximo 27 de septiembre en Cataluña, a imagen y semejanza de lo que fue el 14 e abril (del 31) en Barcelona y en resto de Cataluña y conforme a las instrucciones de uso que se aprendieron sin duda el Maidán de Kiev, como aquí en este blog y también en mi reciente libro lo tenga ampliamente expuesto y explicado.

Porque en Cataluña no hubo ninguna individualidad a la altura de las circunstancias, la situación se salió de madre como lo hizo en octubre del 34, sin duda el modelo del plan/b que también se tienen ya preparado. ¿García Albiol será acaso capaz de lo que otros se muestran manifiestamente incapaces? Pienso que se merece como sea un voto de confianza y el beneficio de la duda.

Alguien que supo decir –y hacerse así oír- lo que pensaba de los gitanos rumanos de su localidad sin temor a que el cielo se le viniese encima mientras hablaba es obvio que se merece un mínimo de atención y escucha y de confianza. Por las muestras que ofrece aunque solo sea de independencia de criterios y de no dejarse llevar ni dejarse impresionar por ciertos tabúes e interdictos, como los que rodean –al pan, pan y al vino, vino- a los gitanos en España.

Sin duda como en el resto en Europa, pero que en el caso de España se complica por nuestra particular idiosincrasia, a saber el particular arraigo de los gitanos españoles en la Península que -como los gitanos rumanos en el país del que proceden- habrán alcanzado grados y niveles considerables de simbiosis cultural con la población autóctona particularmente en Andalucía, y también por ese fenómeno colateral que acompaña fatalmente la realidad de lo gitano en España y lo es la delincuencia (y criminalidad) del tipo quinqui o merchera, a la que ya habré dedicado algunas entradas en este blog y en otro sitios, en particular en mi libro sobre Umbral que conocía blen esas realidades de marginalidad social, asocial que me diga (desde niño)

¿Lenguaje de odio el de García Albiol como le reprochan los de Podemos y sus compañeros de viaje? Mil veces preferible como sea el estado de ánimo que revelan sus posturas tan claras por polémicas que sean, al odio guerra civilista que rezuman las posturas y el lenguaje de los indignados y sus compañeros de viaje (separatistas) Más odioso e hiriente si cabe por lo hipocritas e insidiosos.

¿Ni de izquierdas ni de derechas Podemos? Es posible como así quieren hacernos creer sus adeptos entusiastas –los del genero conversos-, pero no deja de ser una fórmula asimétrica en su caso también. Como lo habrán puesto al descubierto en Badalona, dando la alcaldía a un independentista.

Y es ese a mi juicio el mayor mérito de García Albiol. De haberles desenmascarado

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