martes, agosto 19, 2014

¿NEOFASCISMO NACIENTE EN LOS ESTADOS UNIDOS?

En la imagen, el general Robert Lee, general en jefe de los ejércitos de la Confederación. ¿Prefascistas o precursores del fascismo los confederados sudistas de la Guerra Civil Americana? Los nazi fascismos asi los vieron, desde luego, y los reivindicaron en la memoria colectiva. En España a izquierdas como a derechas fueron siempre un tema tabú, por razón de prejuicios ideológicos o de interdictos eclesiásticos, por protestantes o por anti-liberales (a su manera) o por lo uno y lo otro todo junto y b ien revuelto. El pasado que no fue y que estuvo en un tris de ser. El general Lee por ejemplo, se negó a atacar a Cuba (bajo dominacion española) en los años que precedieron a la guerra civil. Con él, la historia de las relaciones hispano/norteamericanas hubiera sido muy distinta. Y por supuesto, no hubiera habido guerra de Cuba ni Desastre del 98 (...)
Las horas pasan y el escenario se precisa, cobrando a pasos agigantados todos los visos de “eso ya me lo conozco”, de algo ocurrido va a hacer ahora quince años y fue un caso que conmovió la opinión publica en los Estado Unidos y en el conjunto del planeta- grosso modo como esta ocurriendo ahora-, sensiblemente diferente y a la vez parecido a este por tantos y tantos conceptos.

Y me estoy refiriendo por supuesto a los sucesos de Ferguson, Missouri, y me estoy refiriendo a la vez también a un folletín dramático y de ribetes a la vez un tanto tragicómicos como fue el que montaron los medios del mundo entero (y de la prensa global) en torno al caso mundialmente célebre de Elián González, el balserito cubano (milagrosamente) rescatado de las aguas infestadas de tiburones del estrecho de Florida -tras ahogarse su madre que le llevaba en la travesía (que sacrificó así su vida por él)- en noviembre del 99, el día de acción de gracias (thanksgiving) fiesta señalada en el calendario estadounidense, y que acabó siendo entregado -por agentes federales (…)- tras arrancárselo manu militari -y a altas horas de la noche- de la custodia de los familiares (exilados) de su madre que lo habían acogido tras el naufragio, a su padre funcionario de policía del régimen castrista, venido expresamente de Cuba al cabo de una saga surcada de vicisitudes y golpes de teatro que mantuvo en vilo al planeta entero (y no exagero en absoluto)

Y la similitud de dos casos aparentemente extraños sin nada que ver uno y otro, se lo da la intervención ahora como entonces de una figura rodeada de fantasmas y tabúes en la historia contemporánea de Norteamérica y de su sistema político y judicial, y me refiero a la de fiscal general (Attorney General), que lo fue en su momento Robert Kennedy puesto que ocupaba cuando fue asesinado (el 3 de septiembre de 1964) y lo sería mas tarde cuando se dio el caso Elian la señora Reno (Janet) -que lo fue durante toda la era Clinton-, y lo es ahora un íntimo colaborador de aquella aquel entonces, que Barak Obama acaba de enviar ahora a investigar (sic) las circunstancias de la muerte del joven afro americano muerto a tiros por una gente de policía, y del que yo no sabía nada -y sigo sin saber mucho más- sino lo es el detalle nada trivial inmediatamente aireado ahora por los medios de tratarse de alguien de raza negra nacido en las islas Barbados (Indias británicas) y emigrado muy joven con su familia a los Estados Unidos
Foto aparecida en la portada de la revista Times del momento, de madrugada, que agentes de la policía federal arrebatan a Elian Gonzalez a sus familiares (maternos) que lo tenian acogido (22 de abril del 2000), antes de verse entregado a su padre, funcionario de policía del regimen castrista. El caso -por la intervencion decisiva en el caso de la Fiscal General demócrata (señora Reno)- volvió a cristalizar el resentimiento de grandes sectores de la sociedad nortemaricana contra las instancias del poder político federal en Washington y sus representantes -y en todo caso del exilio cubano en Miami-, y le costó a Al Gore la presidencia unos meses más tarde. ¿La historia se repite?
El ascenso fulgurante en influencia y prestigio de la minoría afroamericana –que me diga de una minoría dentro de esa minoría- en política, en todas las instancias de y niveles del aparato de poder político estadounidense que ya mencioné como una consecuencia en línea directa del desenlace de la Guerra del Vietnam que se selló con la derrota de los Estados Unidos (la primera de su historia) y pari passu con el triunfo de la santa/alianza -dentro y fuera de Norteamérica- entre negros y amarillos que vino a reforzar el carácter de guerra de razas que tuvo aquel conflicto por vez primera en la historia de conflictos contemporáneos contemporánea del siglo XX, se ve ilustrado en la sociedad norteamericana actual y en su vida política de actualidad por la figura de su presidente, el inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama (y su esposa) el primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos.

Y junto a él, también por la figura de su Attorney General -su hermano de raza- el primer fiscal/general negro igualmente, en la historia de los Estados Unidos. Juez y parte, a la vez, la glosa, traduciendo sin duda el reproche mudo (y que acabe tal vez por dejar de serlo), que este gesto eminentemente político del presidente norteamericano se merecerá entre amplios sectores de la sociedad norteamericana, como una pelea de negros en un túnel -y nunca mejor empleada esta expresión típica y proverbial de la lengua francesa- el pretender sacar algo en limpio tratando de elucidar en una investigación directa a cuerpo limpio, sin esperar la instrucción de un proceso como dios/manda, la verdad a secas del incidente que sirvió de detonante a los incidentes violentos que se viene sucediendo. Ni incluso la verdad judicial -y no hablemos de la verdad histórica- cabe razonablemente esperar que salga a flote en un caso tan politizado y en un sociedad y una opinión publica tan polarizadas como las que parecen emerger de la noche a la mañana de entre el conjunto de la población de Norteamérica.

La alternativa que se presenta al actual presidente y su testaferro -enviado especial el lugar teatro de los acontecimientos- es de lo más estrecha y justa de tamaño, o perder la faz o lanzarse a una huida hacia adelante en defensa de su propia comunidad racial con todos los riesgos posibles e imaginables que una decisión así comportaría. Pero está claro como sea que el primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos se encuentra en una tesitura de lo más inconfortable hasta el punto de verse amenazada de cerca o de lejos su propia presidencia.
Esa obra de Dominique Venner considerada por algunos la mejor de las suyas, evoca y reivindica la epopeya sudista de la guerra de Secesión. En la misma linea se situaría "Esparta y los Sudistas" de Maurice Bardèche que vi citada en mis años de universidad y que no consegui leer hasta muchos mas tarde. Y ya sólo el titulo me embargaba de una mezcla indefinible de sentimientos de veneración (vergonzante) y de verguenza ajena, habida cuenta del espeso tabu que los sudistas confederados arrastraron siempre entre españoles por unas razones u otras, y no digamos en la Universitaria mdrileña de mi época (!) ¡Hubieran sido capaces de quemarme vivo por ese motivo! El librito de Bardeche al final era no obstante una obra de circunstancia (y de posguerra europea) apenas, el de Dominique Venner en cambio -que aun no lei- suena a testamento espiritual e ideológico, que explica e ilustra sin duda en gran parte las razones de su gesto suicida
El problema de la delincuencia en la minoría afroamericana es algo endémico, como su situación de subdesarrollo y de marginalidad social, también, me replicarán aquí de inmediato algunos. El huevo y la gallina. Es un hecho como sea, que treinta años después de las campañas demagógicas en favor de los derechos civiles, la sociedad norteamericana -y la opinión pública del mundo entero- parecen volver al punto de partida. La situación de siniestro total de la minoría afro no es propia en exclusiva de ella sino que a favor de su peso político creciente en el aparato de poder USA desde hace unas décadas, se diría que lo van contagiando a la sociedad norteamericana todo entera, como habrá ocurrido en Detroit y en otras urbes antes prósperas y florecientes de los Estados Unidos, a partir del momento que la inmigración masiva (en aluvión) de afroamericanos procedentes de otros estados (mayormente del Sur)- les acabo dando una mayoría social y demográfica en aquella urbe, florón industrial de antiguo de la industria automovilística norteamericana, y convertida en un gigantesco gueto afroamericano los días que corren.

¿Los Estados Unidos en trance de implosión? La actual crisis saca a luz, como quiera que sea, la contradicción matricial, que esconde en sus entrañas desde los instantes mismos de su fundación la Nación americana, y me estoy refiriendo a la tensión que se habrá disparado de nuevo ahora entre las instancias federales (de la Unión) y las de los diferentes estados que la integran, algo que gravitó de antiguo sobre los capítulos más decisivos de la historia de los Estados Unidos, como lo fue la misma proclamación de Independencia y como lo fue su guerra civil dirimida grosso modo entre la Confederación de los Estados del Sur –con sus órganos e instancias de poder descentralizados- y las instancias de poder radicadas en la capital federal Washington.
El rey Leopoldo I, fundador de la dinastia belga, fue mucho más lejos en su apoyo a los sudistas confederados -gracias a una diplomacia personal indepediente de la de su gobierno- de lo que oficial u oficiosamente se admite en Bélgica. Hasta la batalla de Gettysburg por lo menos (junio de 1863) que marcó un punto de inflexion favorable a los nordistas en la marcha del conflicto. Reconoció oficiosamente a los enviados sudistas, presionó para su reconociento oficial en las cancillerias europeas, y se mostró partidario de una fuerza de intervencion europea con patrocinio francés en la guerra civil americana, algo a lo que eran resueltamente hostiles los nordistas. De hecho, la derrota de la Confederación vino a coincidir cronológicamente con su muerte (en 1865)
Venció la Unión y un siglo más tarde el poder federal acabaría convirtiéndose en una especie de Moloch o de Saturno devorando a sus propios hijos, a los ojos de grandes sectores de la sociedad americana. Y sin esa desconfianza creciente hacia la autoridad federal y sus representantes no se explican algunos de los episodios más trágicos de la historia americana en las últimas décadas como por ejemplo la matanza de Waco en Tejas (19 de abril de 1993) -por orden del propio presidente Clinton (...)-, el atentado de Atlanta (justo dos años después, en recordación, el 19 de abril de 1995), ni tampoco episodios tan emblemáticos como la aparición del Tea Party y otros fenómenos concomitantes como la proliferación de milicias en diferentes estados del Norte (Montana, Michigan, Coloradoi), durante la década de los noventa.
El general Alexander Haig, héroe de su pais en la guerra de Corea y en la II Guerra Mundial, y secretario de Estado de la adminisitración Reagan. Tras la presidencia Carter que algunos vivimos (igual que la de ahora) (...)  como una auténtica pesadilla -revolución sandinista en Nicaragua, revolucion islámica del Irán- consiguió irradiar una imagen de esperanza y de cambio en muchos. Dimitió cuatro meses después del 23-F, del que declaró en las horas que duró la intentona que era "un asunto interno entre españoles" Nunca más volvió a levantar cabeza políticamente hablando. Tan grande no fue su culpa (El 23-F y las Malvinas) (...)
Obama habrá envidado ahora a la Guardia Nacional y muchos norteamericanos sin duda se preguntan si no se repetirá ahora el mismo (sempiterno) escenario de la década de los sesenta cuando la Guardia Nacional el FBI y otras instancias federales acababan siempre cediendo al chantaje que imponía fatalmente la minoría afroamericana (insurrecta) en nombre de los “derechos civiles” Fascismo –de nuevo cuño- en América por la vía del retorno a las raíces? ¡Vivir para ver fantasmas míos!
Timohty Mc Veigh, el joven acusado del atentado de Oklahoma -antiguo combatiente en los "marines", durante la primera guerra del Golfo- llevaba en el momento de entrar en la cámara de la muerte una camiseta (en la foto) con la misma frase en el pecho -"Sic semper tyranis" ("así a todo tirano")- que pronunció, al ser detenido (el 10 de abril de 1865), John Wilkes Booth el joven sudista que acabó con la vida de Abraham Lincoln al final de la Guerra Civil Americana. Las ultimas palabras de Timothy Mc Veigh fueron el poema "Invictus" que recitó antes de morir

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