domingo, noviembre 16, 2014

La Llamada del Silencio (poesía en domingo)

¡Silencio! ¡Que un mundo arde!
¡Callen por lo que más quieran!
¡Que se haga el silencio oír
en el alma del poeta!

Como lo oyó (¡un silencio a voces!)
en la exposición aquella
de un pintor (belga) surrealista
que hizo gemir a las piedras

¡La Llamada del Silencio!
¡Qué honda y fuerte (y secreta)!
La que yo oí de muy joven
semi/hundido entre quimeras

Que después supe siempre oír
en medio de la tormenta,
del vocerío, del clamor
de la actualidad rabiosa,
entrando en mí sigiloso
cuando llamaba a mi puerta

¡Silencio que el mundo gime,
se despierta y se renueva
entre dolores de parto!
(el parto de la leona)

¡Lo que me costó el oírlo
estos tres años! ¡De veras!
El entrar dentro de mí
mientras seguía la fiesta
¡Qué digo! La Gran Orgía
de anarquia y de violencia
en el mundo de una punta a otra

¡Silencio que un alma se ha muerto
que estoy de luto por ella!
Por mi juventud (la suya)
que para siempre se aleja
Que no le volví nunca a ver
y su apostura (española)
-y su estilo (el de su clase)-
se me fijó en la cabeza

¡Silencio que mi alma sueña!
Con la clase -y el estilo-
de algunos de aquella época,
que brillaría por su ausencia
en mis años (largos) fuera,
que llevo dentro en la mente
y en mi alma de poeta

¡El estilo, ese es el hombre
en la paz como en la guerra!
Porque sin estilo no hay vida
que vivir valga la pena,
y sin estilo no hay patria
ni nada que se le parezca

¡Silencio que estamos de luto!
Y es por esa mala nueva
que ochenta años después
con tanto retraso llega:
de la muerte del estilo
al cabo de la derrota

¿La mala o la buena nueva?
Porque sólo a partir de ahora
podrá resurgir de nuevo
del polvo de sus cenizas
-¿de la sangre y de la pólvora?-
el sueño que ahora se entierra

¡Que el Ideal nunca muere
y el Estilo es su bandera!


¿Dónde están, pero dónde están
aquellas nieves de antaño?
Cantó el poeta proscrito
Que acabó en el patíbulo

¡Altas nieves, blancanieves
que sellaron su destino!

Yo no sé si eres nieve,
hielo (duro) o llama ardiente.
Si me cuezo al fuego lento
o si me quemas de frío

Las dosis de fuego y no más
-el de mi amor/loco por tí-
que soporta un hombre sabio
(que reza el proverbio chino)

Un corazón en llamas
eso sólo te ofrezco, princesa
Nada más y nada menos
¡Por los siglos de los siglos!

Fuego o frío son tus armas
tuyas, de tu sexo, mujer,
como uñas, como esos rollos
de seducción ¡Femeninos!

Y yo te comprendo, mi amor,
por eso me armé de paciencia
y puse a prueba mi temple
ligando mi destino al tuyo

Me curé y rejuvenecí
con esas curas “termales”
con esas caldas de vapor
¡El de tu aliento, cariño!

¡Y aquí me tienes, cambiado!
Aquel manojo de nervios,
aquellos voltajes de pronto
¡Como malva, “cool”, tranquilo!

Pendiente de tu mirada,
mirando el calendario (el reloj)
¿Quién me lo hubiera dicho?

Riendo cuando tu ríes,
o llorando a solas, como un niño (…)

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