Khedira (de padre magrebí), o el complejo de culpa alemana. ¿Tendremos que vernos tildados forzosamente de racismo por ponernos a subrayar la distancia abisal entre la exigencia de igualdad y de ausencia de discriminación de las legislaciones en vigor en nuestros países de la UE, entre nacionales y extranjeros residentes y la realidad flagrante del éxito, asegurado de antemano se diría, -y claramente discriminatorio- que se merecen los nacionales alemanes de padre extranjero/musulmán y de madre alemana (y no viceversa)? Un fenómeno que se da también aunque en menor medida en otros países de la Unión EuroepaConfieso que las declaraciones de José Mourinho a la prensa inglesa sobre España y los españoles me han sorprendido (desagradablemente) un poco, no me las esperaba, pensé que su paso de tres años por el fútbol español en las filas del Real Madrid se soldaba de una forma contrastada entre lo positivo y lo negativo, pero perfectamente honrosa y sin agravios mayores por ninguna de los dos partes.
Como así parecían dejarlo a entender declaraciones del que fue su mentor y padrino en el club blanco, Florentino Pérez, poco después de su marcha. Un portugués en el Real Madrid tratándose además de una figura tan emblemática y de aristas tan marcadas como el ex-tenico portugués madridista que no dejaba nunca a nadie indiferente a favor o en contra, era un episodio nada trivial en la historia del fútbol español y traducía a la vez un fenómeno de sociedad que habrá marcado no poco la vida española en su día a día -los fines de semana sobre todo- en los últimos años.
No me dejó indiferente la llegada de Mourinho a mí tampoco de entrada, y me pusieron en guardia -para que lo iria a negar aquí- declaraciones suyas tras el anuncio de su fichaje por el club madridista en las que profesaba abiertamente sentimientos de veneración por la figura del papa Juan Pablo II, uno de los personajes más grandes (si no el que más) para él, del siglo XX. Lagarto, lagarto, me dije ya de entrada (y no me lo tomen a mal aquí algunos) Hubo no obstante un punto de inflexión en mi actitud hacia él -en la que no siendo forofo (aún siendo madridista de nacimiento casi) del futbol actual, predominaban más bien sentimientos de indiferencia- y fue el gesto de humor no poco genial que tuvo en el terreno del juego y al final de uno de los encuentros al que asistió (desde el banquillo) metiendo o haciendo ademán de meter el dedo en el ojo al técnico azulgrana Pep Guardiola.
Franco (gallego) y Salazar, portugués norteño (de Santa Comba Dâo) se entendían bien. Entre portugueses y españoles las cosas fueron mejor de antiguo a nivel de las élites que del pueblo llano. Habia peleas y disturbios en los partidos de fútbol entre pueblos limitrofes fronterizos (como se quejó Mocardó a Hitler en el búnker durante la segunda guerra mundial), pero en la buena sociedad todo discurría como la seda de un lado y otro de la frontera. El problema Mourinho -y no un problema hispano/portugués cualquiera- es un tanto atípico, como lo confirman las palabras de Cristiano Ronaldo que se siente bien entre españoles y que acaba de desmarcarse de las declaraciones de su antiguo entrenador en el MadridPara un portugués -y no me lo tomen tampoco a mal los portugueses que me estén aquí leyendo- el rasgo de humor no está nada mal, me dije para mis adentros comparándolo instintivamente a mi experiencia de los tres años y medio vividos en Portugal (preso) en los que a fe mía que descubrí pocos rasgos de humor en torno mío como si el humor en lengua portuguesa se hubiera escapado hacía mas de un siglo del otro lado del Atlántico tal y como pareció confirmármelo el pequeño botón de muestra de una serie de telenovelas brasileñas que nos ofrecían por la pequeña pantalla en los ratos (cortos) de recreo al final de la jornada en el establecimiento de máxima seguridad de Vale de Judeus, que provocaban la hilaridad entre paréntesis de mis compañeros de reclusión portugueses la mayoría (y también en el que esto escribe desde luego) Como si el brasilero guasón (de preferencia carioca) y el portugués lacrimógeno y tristón formaron la dos caras de la moneda de la idiosincrasia lusa o luisiada o lusitana a escala del planeta.
Mourinho me hizo reír pues, pero ahora se me habrá atragantado fatalmente la risa con unas declaraciones suyas -a la prensa inglesa además- que vienen a despertar o a soliviantar todos los viejos fantasmas que rodean o gravitan de antiguo en las relaciones entre los dos países ibéricos. Inglaterra y Portugal, la alianza más vieja de Europa, así lo oí celebrar en los medios y a mi alrededor cuando la visita de la reina de Inglaterra a Portugal en el 84 estando yo allí aún preso. Y la cosa viene -a titulo de recordación o de apunte histórico- de la guerra de los Cien Años y de su desenlace, o sea que ya viene de lejos y que no se limita a un simple "accidente" como opinaba Serrano Súñer en sus tiempos de de gloria desde las altas esferas del régimen de Franco en la guerra y en la inmediata posguerra. ¿Si en vez de ser aragonés de ascendencia hubiera sido gallego o proveniente de la España del Noroeste se hubiera expresado de la misma forma el Cuñadisimo? Cabe preguntárselo.
El desgaje de Portugal iniciado con el ascenso al trono de la monarquía castellana de los Trastamara y confirmado siglos más tarde en tiempos de Felipe IV y en el contexto de la guerra (europea)- de los Treinta Años fue sin duda un accidente histórico, y fue no obstante a la vez también un fracaso recíproco en la aspiración a la unidad que prosiguieron durante toda la reconquista los reinos cristianos de la Península. Y la herida ahí sigue a no dudar por muy cicatrizada que parezca y cuando se toca duele, como habrá ocurrido ahora en el episodio Mourinho y con ocasión de sus declaraciones tan anglófilas y también -hay que reconocerlo- un pelín anti-españolas.
Mourinho dice ahora que en España -debe hablar sobre todo por lo que courre en los terrenos de juego- se respira odio al portugués, y es, a creerle, a tenor de los insultos (frecuentes por lo que cuenta) que le llovieron y llegaron a sus oídos durante su estancia entre españoles. Es posible, pero cabe apostillar de inmediato que de existir o de responder a una realidad el reproche que Mourinho nos hace, no deja de ser recíproco, porque el que esto escribe podría permitirse todo un libro recogiendo y narrando sus experiencias bajo ese prisma los años que me deparo la suerte de tener que cohabitar -en unas circunstancias especialísimas y completamente atípicas lo reconozco- entre portugueses. Aunque en lo que me atañe puedo decir no obstante que la sangre no llegó nunca (o casi nunca) al río.
No me entró a mí nunca ese golpe de cabeza, lo confieso, ni tampoco -estoy seguro- a muchos españoles. Problema Zidane: de sus orígenes franco/argelinos -el que les plantea a muchos franceses-, de sus opciones políticas de izquierdas, anti-fascistas, de su esposa oriunda, de Almería, (él habló sin rebozos de "la mar de Al-Andalus de su esposa española") y de los nombres italianos de sus hijos. ¿Por qué italianos? ¿Acaso para ocultar en la calle, fuera de casa, otros nombres musulmanes (autenticos y no de pega)?¿Racismo anti-portugués entre españoles, para expresar en claro y crudo lo que parece querer decir en sus declaraciones recientes José Mourinho? A la medida del racismo anti-español que pueda existir entre españoles y que caso de existir no harían más que alimentarse recíprocamente el uno y el otro. Como sea, el racismo mas o menos latente o subliminal no deja de gravitar en la actualidad futbolística en la medida que el deporte de masas y el fútbol tal vez más que en ninguna otra rama deportiva no deja de ser escenario privilegiado donde se repercuten y reflejan todas las tensiones del mundo actual en sus facetas o episodios más problemáticos o conflictivos (y explosivos) como lo es la invasión silenciosa del continente europeo por una inmigración (particularmente) de confesión musulmana en el contexto de un choque de culturas entre el Islam y la civilización occidental y europea.
Tal y como lo ilustran la presencia y proliferación de jugadores de origen musulmán inmigrante en los grandes equipos europeoa. Zhidane, Ozül, Khedira son sólo un pequeño muestrario de nombres que me viene de improviso a la mente de lo que decir estoy queriendo. Y no sólo ellos sino otros europeos de origen, y que no dejan de verse asociados fatalmente a ese fenómeno como el francés Ribery -de un físico inconfundible por las quemaduras que surcan su rostro- converso al Islam y no de lo mas discretos desapercibidos en la medida que pareció hacer siempre de ello una tarjeta de visita, o a mí así me lo pareció siemre al menos.
Khedira, alemán de nacionalidad de padre tunecino y de madre alemana, y capitán de la selección (como buen ahijado de mamá Merkel) -¡si el Innombrabe levantase la cabeza!- declara ahora, tras las declaraciones de Mourinho, sentirse chivo expiatorio en el Madrid tras la marcha del técnico portugués del que se confiesa discípulo. Al contrario de lo que acaba de declarar el igualmente português Cristiano Ronaldo. Mourinho anti-español o la fatalidad española -lo quieran o no- de algunos portugueses (y de sus discípulos extranjeros)
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