La garra hispanica que resucitó Ramiro era un símbolo anterior al cristianismo y su revindicacion en los tiempos modernos -o pos/modernos- cobra fatalmente pues un simbolismo pos/cristiano y anti-cristiano al mismo tiempoA finales de octubre de cada año se ponen a soplar vientos de nostalgia entre algunos españoles -muchos, pocos- por cuenta de nuestra historia. Tiempo de memoria y de recordación y de nostalgia de lo que fue y también de lo que estuvo en un tris de ser y al final no fue, los meses de otoño (ya mediados) que atravesamos. La fundación de la Falange, el asesinato de Ramiro Ledesma Ramos y el de José Antonio más tarde y la muerte de Franco -en la misma fecha- vienen jalonando ese itinerario de la memoria con actos publicos cada vez menos concurridos e inciativas recordatorias del signo que sea, desde hace décadas.
Me acabo de embutir (mentalmente) ahora un video sobre la División Azul dentro de esa temperatura ambiental evocadora de la que me dejo embargar o contagiar cada año un poco como tantos otros, que me da hueso duro de roer (de nuevo) por los comentarios de los que intervienen en el reportaje, contrastados y nítidamente marcados al mismo tiempo de un espíritu claramente revisionista, surcado como pude ver de testimonios dispares que no dejaban de dar una sensación un tanto cacofónica entre los antiguos divisionarios que intervienen en el programa, de nombre ilustre algunos de ellos.
Los españoles fueron allí a pagar una deuda de guerra, a impedir la entrada de España en la segunda guerra mundial, fueron en un principio -lo que sólo en parte se fue remediando con el tiempo- bastante mal acogidos por sus aliados alemanes, congeniaban mucho más con los rusos prisioneros o de los territorios ocupados que con aquellos en definitiva y el reportaje y la retahila de comentarios se salda al final con una imagen un tanto agridulce de conjunto y el regusto amargo o mal sabor de boca de no saber (bien) responder a la pregunta de a qué fuimos (que me diga de a qué fueron)
Los muertos no hablan no obstante, y habría que empezar por preguntárlo, para poder responder de una forma clara, a los muchos que cayeron allí heroicamente y de forma absolutamente desinteresada. Está claro no obstante que la División Azul representa en la memoria colectiva de los españoles el cordón umbilical con una memoria de vencidos de la segunda guerra mundial que hace que recordemos algunos aquella como una memoria amiga, sin el menor complejo de culpa, de esos al menos que es capaz de barrer por completo una muerte heroicamente consentida.
En el centro de la foto, Von Richtofen, comandante en jefe de la Legión Cóndor, en suelo español durante nuestra guerra civil. Fue jefe supremo de la División Azul -al principio por lo menos, en la medida que el alto mando alemán retrasó varios meses la llegada de Muñoz Grandes al frente de combate- y rindió homenaje de admiración a la Escuadrilla Azul, de la que había conocido y tratado en España muchos de sus miembros. Murió en el 45, preso de ls tropas norteamericanasEstuve en Montjuich luciendo ex professo, a caso hecho, una cruz de hierro en la solapa de preferencia a otros simbolos o insignias evocadores de nuestra historia o memoria propiamente (y exclusivamente) españolas. Por qué lo hice y sobre todo por qué me sentía también portándola, es algo a lo que no sabría responder de forma exacta. ¿Mi atavismo genealógico, el de mi apellido alemán? De eso tal vez un poco. ¿O ese poso ideológico que observó alguien de mis allegados en mí que ma habría acompañado a sol y sombra desde mi primera juventud (y adolescencia) de esos que nos dictan querencias y convicciones profundas y también simpatías y preferencias por muy superficiales o baladíes o versátiles en apariencia que ellas sean?
¿Fue acaso el fascismo un nueva fe? Como sea, acabó por morir, que lo que no muere primero -como reza el pasaje bíblico (del grano de mostaza)- no pudede renacer y dar fruto. Y lo que nace o parece estar naciendo ahora es o se puede llamar en un cierto sentido post-fascismo -¿o acaso sólo tienen derecho a un puesto en la pos/modernidad los ex-marxistas ? (...)- en un sentido cronológico aunque sólo fuera, pero está claro que será a la vez igual y completamente diferente de aquello, aunque sólo sea por esa ley primordial que la historia nunca se repite del todo, o no lo hace nunca de la misma forma.
¿Una nueva fe, revolucionaria por propia definición o una nueva fe en la Revolución conforme a slogans que habré escuchado y leído confrecuencia en estas últimas semanas? El concepto de "revolución" me plantea serias objeciones de antiguo -como me imagino que se lo plantearía a no pocos exponentes y defensores de la (retroactivamente así llamada)à Revolución Conservadora (y aristocrática) en la Alemania del período de entreguerras (de justo antes de la ascensión del nazismo) pero puestos a radicalizarnos -a la altura de los tiempos (difíciles) que vivimos- y a ir hasta las últimas consecuencias de nuestras intuiciones -mas que de nuestros postulados- mejor hacerlo en el terreno donde pisamos más firme, en mi caso el de las crencias religiosas que viven o permanecen en nosotros como algo vivo o como algo muerto y enterrado si no, y a la vez fuertemente anclado en nuestra memoria.
Y como algo entrañablemente nuestro en defintiva, precisamente por eso, porque creímos de forma absoluta e incondicional en ellas antes de darles entierro piadoso como a los sueños que alumbrarian por su presencia. ¿Soy (aún) catolico? No lo sé, me sería preciso una exploracion semantica a fondo en la historia y pre-historia del concepto de catolicismo en la historia de los dogmas y en la historia a secas.
Lo que sí está claro para mí es que dejé hace mucho-pongamos que hace ya más de treinta años- de ser cristiano, en el sentido judeo/cristiano (del cristianismo paulino)- al menos que heredamos de nuestros mayores y de nuestra ecducación religiosa, y que fui adoptando progresivamente consciente una postura anti, que es la que asumo por completo en lo sucesivo y que estoy encondiciones de proclamar o confesar en publico -en este blog- a partir de ahora.
Como si el acicate de mi baja (impuesta por la dirección del portal) de Periodista Digitlal me hubiera dado la fuerza y el coraje interior necesario, que el otro nunca me faltó (creo) y que además se me supone como a todo buen soldado, aunque sea un soldado riñendo apenas (hoy por hoy) batallas ideológicas.
Juan Aparicio -a decir de Umbral- explotaba en su atuendo esa impronta mussoliniana tan visible en su rostro y apariencia física. Doy fe de ello que me lo crucé varias veces -él del brazo de su esposa, y siempre de aire apacible y despreocupado- a finales de los sesenta por la madrileña calle de Alberto Aguilera. Amigo y colaborador desde los incios de Ramiro Ledesma, fue uno de los grandes perdedores de la crisis de régimen del 56. Umbral que le trató de cerca da a entender en su novela de clave autobiografica "Madrid 1940" que Aparicio le captó (de muy joven) para los servicios de información de Secretaría General (Alcalá 44)Ramiro Ledesma es sin duda una figura heroica y a la vez no poco iconográfica de nuestra historia contemporánea. La faceta revolucionaria en el sentido de anti-cristiana más que otra cosa de ssu figura salta a la la vista evocándole, hoy como ayer, pese a los esfuerzos denodados de hagiógrafos interesados y de la Vulgata que nos ha bran venido sirviendo (y vendiendo) por cuenta de su vida y de su muerte a través de los años. Ramiro Ledesma fue revolucionario en un sentido profundo en la medida que acabo superando de muy joven la educacion cristiana que habia recibido en su infancia, por la vía de la superacion, sin sentirse obligado a renegar de nadie ni de nada.
Y esa llama de una fe ancestral anterior al cristianismo -que simbolizaba ese emblema reivindicado por él de la garra hispanica- es lo que perdura del culto a su memoria, que revive con sorprendente actualidad los días que corren
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