sábado, julio 30, 2016

TURQUÍA Y ERDOGAN TRAS EL GOLPE

Bajo el signo de Attaturk. En la foto, el presidente turco Erdogan en su primera alocución en publico, desde el aeropuerto internacional de Estambul, de regreso a su país tras el fracaso del golpe. Un guiño sin duda alguna a la cúpula militar -heredera del legado laico (y por ende anti-islamista) de Kemal- que se habrá mantenido estrictamente al margen de un golpe instigado y ejecutado por una minoría al interior del estamento castrense (de tendencia islamista disidente), la cual, por vía de consecuencia, sale reforzada del trance. Los lazos con la Rusia de Putin también se ven de pronto estrechadas de resultas del fracaso del golpe de estado, como lo ilustra el cambio visible las últimas semanas de la postura turca en relación con la guerra en Siria. Erdogan ¿reforzado o debilitado tras el fracaso del putsch? Digámosle, sobreviviente
En una de las entradas que dediqué a Turquía a raíz del fracaso del golpe de estado, días pasados, me preguntaba si el presidente Erdogan salia del trance reforzado o debilitado y dejaba yo al transcurrir de un plazo (prudencial) de tiempo y al discurrir (pari passu) de los acontecimientos la tarea de dar con la respuesta , y a fe mía que indicios que no engañan parecen indicar que el Sultán -como se le habrá llamado en los medios occidentales a raíz del fracaso del golpe y de la gigantesca purga que se le habrá seguido- no parece que vaya en camino -pese al alcance y a la magnitud de la represión- de convertirse en un nuevo autócrata de la Turquía actual como él tal vez hubiera querido, y como hasta ahora a todas luces lo venía persiguiendo.

En el plano interior, voces se habrán levantado inmediatamente a seguir al fracaso de la la tentativa de putsch advirtiendo que Erdogan estaba aserrando la rama en que su poder se habrá venido asentando, a saber un islamismo de carácter fundamentalista y a la vez conservador (de signo suní) que habrá puesto ahora al destape sus divisiones intestinas profundas con ocasión del golpe. Como lo deja a entender el que la purga de militares no se haya visto dirigida contra la vieja nomenclatura militar laica y anti-musulmana heredera del legado de Attakurk y victimas de sucesivas purgas en los primeros tiempos de la era Erdogan, cuyos herederos, bien al contrario, se habrán mantenido escrupulosamente al margen de la tentativa de golpe de estado.

Y así, por vía de consecuencia, estos últimos no pueden más que salir reforzados del fracaso -a sus espaldas- de un golpe de estado ejecutado a todas luces por una nueva cúpula emergente en los años de gobierno de Erdogan, en el que no se contaba con aquellos y que sin duda iba también (el putsch) dirigido (en parte) contra ellos. Y detalles nada triviales parecen apuntar en ese sentido como el retrato gigante que se dejaba ver por detrás de la efigie Erdogan -como guardándole las espaldas- en una de sus primeras alocuciones en público tras el fracaso del golpe, y era de Kemal Attaturk, caído progresivamente en desgracia bajo el gobierno islamita, viéndose acusado por las instancias religiosas de apóstata y de renegado, y de perro infiel en definitiva.
 Otro detalle que no engaña a mi juicio lo es la fisonomía -cuidadosamente afeitado, a la occidental- del jefe del alto estado mayor del ejército turco que los militares golpistas detuvieron desde los primeros del inicio del golpe, apareciendo ahora en publico en uniforme del lado del jefe de estado, como su fiel guarda espaldas. Nada de bigotes otomanos ni de barba islámica o islamista en las fotos que circulan del que sigue siendo hombre fuerte del ejercito turco y que sale a todas luces -él mas que ningún otro sin duda alguna- reforzado del fracaso del golpe.

Los cambio más que visibles en la política extranjera turca parecen ofrecer no obstante los mayores indicios de un cambio drástico de orientación del régimen llamado a granjearle fatalmente pérdida de apoyos substanciales en la palestra de la política internacional -en particular entre occidentales- y en contrapartida nuevos aliados que antes no lo eran, como lo es la Rusia de Putín, y me refiero en particular a la postura turca en relación con la guerra en Siria. Y un detalle al respecto en extremo revelador y poco divulgado no obstante en los medios de la prensa global antes y después del fracaso del golpe lo es que poco días antes del producirse aquel se había producido un cambio de la mayor envergadura en la política exterior turca tras el relevo del anterior jefe de gobierno partidario incondicional de la ayuda a los rebeldes (“moderados”) islamitas en contra del régimen de Assad, el nuevo titular en cambio se habría manifestado desde los primeros momentos de su nombramiento reacio a proseguir la política seguida hasta ahora en relación con la guerra en Siria, un conflicto (sic) carente de sentido.

Y asÍ todo concuerda si se tienen en cuenta informaciones de los medios en Rusia que dan cuenta que el mandatario ruso habría prevenido a su homologo turco de lo que se preparaba, apenas horas antes de producirse el golpe, y otros informaciones también que prestaban a los putschistas anti-Erdogan la intención de intensificar los lazos con la alianza atlántica y de intensificar la intervención turca en el conflicto sirio. Un signo revelador aún mas elocuente e infalible de lo realmente sucedido en Turquía y que pilla particularmente de cerca al autor de estas líneas lo es sin duda la brecha ostensible que el fracasado golpe de estado habrá abierto en el seno de la comunidad inmigrante de ese origen presente en Bélgica, como sin duda venga a ser el caso también en otro países europeos -como Alemania- con fuertes contingentes de inmigración turca en su seno.

La vieja casa en trance de demolición cobraba vida de pronto a través de las rendijas de luz que se colaban por sus muros, escribí (y me cito de memoria) en un poema hace ya cinco años, y no es que yo pretenda que Turquía se encuentre ni como estado ni como sociedad organizada en vías de desguace -como el viejo edificio aquél que tanto me inspiró- sí es cierto en cambio que la luz a ráfagas que fatalmente se cuelan -desde fuera- por entre las divisiones que el fracaso del golpe de estado habrá traído consigo entre la emigración turca en Bélgica que me pareció hasta ahora un bloque monolítico opaco y como tal no poco inhóspito e intimidante, se diría que la hace un poco más cercana a ojos de extraños como el que esto escribe.

Como si en aquellas viniese a reflejarse ademas esa división o extrañamiento si se prefiere -de un innegable signo guerra civilista-, del todo o de una parte considerable de la corriente migratoria española en Bélgica que ya renuncié repetidamente y que sufrí en propia carne co quien dice los años ya largos que aquí llevo residiendo. España, Turquía ¿comparaciones odiosas? Yo no diría tanto

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