sábado, julio 30, 2016

¡NO A LA EXHUMACION DE LAS DOS ESPAÑAS!

El Valle de los Caídos fue a todas luces una imposición del Vaticano a Franco y a su régimen en nombre de una reconciliación (sic) que venía (piadosamente) a camuflar la rendición a los aliados -por mediación vaticana- de Franco y de su régimen al final de la Segunda Guerra Mundial en el 45. Recuerdo el comentario de un sacerdote tradicionalista francés (pied-noir de Argelia) que conocí en el seminario de Ecône -a donde aquél solía ir de visita- al que parecía escandalosa la idea de enterrar juntos a los hijos de los buenos -léase los nacionales- con los rojos (los malos por una razón de tipo confesional para aquel eclesiástico integrista) como había ocurrido en el Valle de los Caídos. Y si en la erección de la basílica hubo una glorificación inevitable de la figura de Franco y de su régimen, la idea central no obstante del proyecto -de enterrar juntos a unos y otros- era de hechura e inspiración eclesiástica, pontificia y vaticana sin lugar a dudas. Y sin duda que sea esa la razón última del silencio en extremo enojoso y embarazoso -y escandaloso- de la iglesia española en esta polémica tan odiosa y tan engorrosa por cuenta del derecho a una digna sepultura (sic) que tanto viene crispando y  encismando y encizañado a la sociedad española, desde la promulgación de la ley funesta (e incluso antes) Por no hablar de los riesgos de resucitar las dos Españas de la guerra civil que el proseguir con las exhumaciones trae fatalmente consigo. No quieren olvidar ni perdonar, eso es todo. Peras al olmo no obstante -hay que reconocer-, en la situación de guerra civil interminable que nos sigue enfrentando a los españoles. ¿Hasta cuándo?
La decisión del juez prevaricador de San Lorenzo del Escorial de la que ya me ocupé el pasado mes de mayo en una de mis entradas, como así cabía esperar trae cola. Ahora -mientras la crisis política no deja nota bene de agudizarse- nos llega la noticia difundida a bombo y platillo en los medios que le nieta de uno de los dos hermanos enterrados en el Valle -que el juez José Manuel Velasco ordenó exhumar (léase desenterrar) por cuenta del derecho (sic) a un sepultura digna-, se ha hartado de que las piquetas no estén funcionando ya en el Valle y acaba de interponer un recurso ante el Tribunal Supremo contra lo que considera un dar largas por parte del Patrimonio Nacional responsable de la gestión de Valle y de la cripta de la basílica a la ejecución de una sentencia firme (sic) de los tribunales.

Aquí en este blog ya denunciamos ayer el chantaje inadmisible tanto al rey y al ordenamiento institucional vigente como al conjunto de la sociedad española que vienen lanzando la izquierda española y sus compañeros de viaje por el bloqueo institucional que nos vienen imponiendo en la crisis política por la que España atraviesa desde el pasado mes de diciembre. Nuestra denuncia seria no obstante incompleta si no se hiciera extensiva a la complicidad de un sector considerable del sector judicial en ese reto -de órdago a la grande- tan insufrible e inadmisible. Como se viene poniendo de manifiesto -por fases- en la operación de acosos y derribo contra el actual jefe de gobierno, sabiamente orquestado por ciertos magistrados y convenientemente azuzada y jaleada en ciertos medios, y también por su responsabilidad manifiesta en las tentativas de aplicación de una ley de aplicación imposible como aquí ya lo tenemos harto denunciado y razonado.
Y el caso del juez Velasco, émulo (guerra civilista) del juez Garzón, venga a ser al respecto un caso aún más flagrante tal vez que el del ex-juez estrella, que vuelve ahora a la carga también en el tema. El mandamiento judicial de aquel de exhumar dos de los cadáveres (dos) enterrados en la cripta del Valle le hace reo de prevaricador en verdad, y además por partida doble. Por la imposibilidad manifiesta, primo, de poner aquél a ejecución de manera razonable y proporcionada al fin que se persigue, léase la exhumación previo reconocimiento de dos de los cadáveres allí enterrados -y con ella el riesgo de contribuir seriamente nota bene- a agravar el bloqueo constitucional al que asistimos- y en segundo lugar, la improcedencia manifiesta del motivo -el derecho a una digna sepultura (sic)- que el juez mencionado invoca en su sentencia. Improcedente e injurioso y por ende guerra civilista. La decisión del juez prevaricador da en efecto por sentado que el lugar donde ahora se encuentran aquellos enterrados no es (sic) una digna sepultura lo que supone un afrenta injuriosa a la memoria de todos los demás allí enterrados y al honor -individual y colectivo- de sus descendientes.

Y si se ahonda un poco más en el argumento invocado tal y como sale fatalmente a traslucir en las posturas que esgrimen los partidarios mas recalcitrantes de las exhumaciones y de una aplicación sin reservas ni condicionamientos ninguno de la ley de la memoria, su guerra civilismo latente se pone aun mas crudamente al descubierto. No admiten (alegan ellos) que las victimas se encuentren enterradas con los verdugos (sic), lo que hace alusión sin duda no sólo a Franco -y a José Antonio también cabe suponer (que fue victima él también de la guerra civil)- sino a los caídos del bando nacional que se encuentren también allí enterrados. ¿Qué mayor prueba de una evidencia que algunos se empeñan obstinadamente en negar, a saber que las exhumaciones resucitan fatalmente las Dos Españas enfrentadas en la guerra civil.

Ante eso ¿no tienen acaso nada que decir los ministros (o profesionales) de la reconciliación (sic) de la iglesia española y del Vaticano? Se pueden objetar ciertos aspectos del franquismo e incluso poner en entredicho o entre paréntesis -o en suspenso- una parte más o menos importante y considerable de la historia del régimen anterior y de la trayectoria del propio Franco como aquí lo venimos haciendo, es un hecho innegable no obstante que la decisión del anterior jefe de estado de erigir una basílica y un monumento en el Valle de los Caídos en recuerdo de los que cayeron en la guerra civil contó con inspiración eclesiástica -léase pontificia- amén de todos los beneplácitos (y níhil óbstat) habidos e imaginables en las mas altas instancias de la iglesia española y del Vaticano. En nombre precisamente de esa reconciliación (sic) con la que el guerra civilismo más insidioso viene tanto encismando y crispando la convivencia entre españoles.

¿No tuvieron causa formada los dos (anarquistas de la CNT) que ahora se pretende exhumar? ¿La tuvieron acaso los miles de muertos de Paracuellos -una gran parte de ellos aún por identificar- o incluso muchos de los enterrados en el Valle (sin duda de uno como del otro bando)? Semilla de cizaña y guerra civil la ley funesta, por los sueños y esperanzas calamitosos sobre todo que habrá hecho nacer en algunos por cuenta de la memoria de los vencidos de la guerra civil interminable. El verdadero ejemplo de dignidad lo darían esos familiares -uno de ellos ya (nota bene) de noventa y dos años de edad- decidiéndose a olvidar y a perdonar, pero eso sea tal vez pedir peras al olmo -a unos como otros en los dos bandos en liza- mientras la guerra (civil) continúa.

Lástima porque sería sin duda la condición sine qua non para que otros empiecen a perdonarles a ellos también -a ellos y a esos antepasados suyos-, y me refiero a los descendientes de aquellos que -por los motivos que fuera, y en una situación de guerra civil no se olvide- llevaron a sus prójimos a la tumba. Que algún motivo tendrían (...)

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