La Normandía, que conozco un poco –por haber vivido allí, hace ya mucho (en Ruan) y haber vuelto después repetidas veces-, es una de las regiones que pueden caer bajo control del Frente Nacional en las elecciones regionales de mañana domingo (con segunda vuelta dentro de quince días) Una región feudo tradicional de la izquierda francesa –socialista y comunista- desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Y mientras escribo estas líneas, leo en la red que un editorial del diario Le Monde pone en guardia contra el Frente Nacional, como nunca antes lo habían hecho de una forma tan clara. Precedido dos días antes del influyente semanario (de izquierdas) Le Nouvel Observateur. Lo que da idea de lo crítico de la situación que enfrena la clase política francesa (“republicana”) las horas que corren. ¿Ningun efecto de un eventual seísmo (FN) en Francia sobre las elecciones del día 20? Ese desinterés olímpico tan "nuestro" y tan generalizado en política internacional parece una consigna de los medios en ese tema las horas que correnLas encuesta y otros muchos indicios hacen presagiar –de resultas mayormente de los atentados de Paris (del pasado 13 de Noviembre- un auténtico seísmo político en las elecciones regionales francesas que tienen mañana domingo su primera vuelta y la segunda dentro de dos semanas, y en la que la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen parte de clara favorita para la presidencia de una (gran) región del norte del Hexágono –Norte-Calais-Picardía (con la ciudad de Lille de capital)-, mientras que Marion Le Pen, sobrina de aquella, y nieta del fundador del Frente Nacional lo es en la región Provenza-Alpes-Costa Azul (con capital en Marsella) Unas elecciones que como no creo que a ninguno de mis electores se le escape podrían tener considerable incidencia en las elecciones generales del próximo 20 de noviembre, a modo de efecto disuasorio aunque solo fuera.
Justo antes de ponerme a darle a la tecla en estas líneas, me habré visionado del principio al fin el video del último diario de a bordo de Jean Marie Le Pen, en el que repetidamente, desde un principio y también al final de programa hae un llamamiento aquél a votar por el Frente Nacional, lo que no me sorprende sobremanera aunque si me sorprendió un poco (lo confieso) el cese de hostilidades que se produjo de golpe- entre padre e hija con ocasión del la celebración del congreso de los jóvenes del Frente Nacional en Marsella a principios del pasado mes de Septiembre, tras varios meses de ruptura y rifirrafe en los medios que no dejé de seguir puntualmente y con detalle aquí en atención de mis lectores.
Una riña familiar a la francesa, la glosa que se merece –a ojos de un español al menos- este episodio o sucesión de los mismos que me diga, de la disputa –tan acerba y enconada por momentos- entre el fundador del Frente Nacional y la actual presidente, -y un poco en segundo plano, también entre el abuelo y su nieta-, que amenazaba con ir más allá incluso de los tribunales, de los tribunales civiles me refiero, y que iba revistiéndose in crescendo de aires de tragedia griega.
Al final, la sangre no habrá llegado al río, deo gratias, y el que no se consumase la tragedia familiar entre los Le Pen lo habrá evitado (por los pelos) sin duda la sucesión de acontecimientos que se h bran sucedido en las últimas semanas, jalonados por la crisis e los refugiados sirios, y por la serie de atentados de marca islamista en suelo francés que habrán culminado en las matanzas de Paris de hace dos semanas, perfectamente comparables con los atentados de Madrid, del 1 de marzo, in no por el numero de víctimas (inferior a los de la capital madrileña) sí por la honda conmoción social y la onda de terror –de mayor amplitud incluso que la que produjo la matanza de Atocha- que habrán desatado en la opinión pública francesa (y en países colindantes, como Bélgica) Unos acontecimientos que habrán tenido como consecuencia visible la radicalización –en lo que reviste todos los visos de una vuelta a los orígenes- de las tesis y del lenguaje de la presidenta del Frente Nacional que se había visto acusada por su progenitor de concesiones –mayormente a favor de la izquierda- en el terreno ideológico, y de estar bajo la influencia del número dos del partido al que el presidente del Frente Nacional –otra particularidad de la riña familiar francesa, por lo que se ve- sigue acusando en público, y en el que no deja de seguir viendo una marioneta de Ministerio del Interior francés en el seno del partido con vistas a controlarlo por dentro (o a dividirlo)
Y por paradójico que parecer pueda Jean Marie Le Pen no se recata ahora –en su diario de abordo- de aconsejar el voto a favor del Frente Nacional, incluso en la región Este (Alsacia-Lorena-Champaña-Ardenas) donde el actual delfín de Marine Le Pen, Philippot -con probabilidades de éxito también aunque inferiores a las dos otras regiones anteriormente mencionadas- presenta su candidatura. Sea como fuere, cualquiera que sea la glosa o el análisis que se merezcan esas disensiones internas del Frente Nacional lo que llama la atención de entrada a observadores de fuera es el viento de pánico que la perspectiva de un triunfo del Frente Nacional habrá desatado en la calse política francesa, como lo ilustran los llamamientos de un dramatismo extremo del jefe de gobierno, el oriundo Manuel Valls, a hacer frente al enemigo común -léase los “fachas” del Frente Nacional (en el lenguaje cifrado y guerra civilista más que previsible de un oriundo, hijo de emigrante guerra civilista en Francia)
¿Cuáles pueden ser las consecuencias de un seísmo político de ese cariz en las elecciones regionales francesas que tendrán su segunda vuelta el próximo día 13, a una semana sólo de las elecciones generales españolas? Sean las que sean, cae decir de entrada que no dejarán de hacerse sentir en España en la jornada crucial del próximo día veinte, aunque cabe conjeturar también que los medios españoles -por esa insensibilidad hispana tan proverbial a todo o que sucede de puertas afuera- les presten poca importancia o ninguna.
Favorables a la izquierda clásica no creo que lo sean, desde luego, en la medida que el damnificado más directo a creer a los sondeos- lo sería el partido socialista. A Podemos? Es cierto que el numero dos del Frente Nacional Philippot dejó escapar su satisfacción (sic) por los resultaos de Podemos en ls elecciones españolas del pasado mes de mayo, como la había expresado por el triunfo de Syriza en las elecciones griegas. Desde entonces se habrá encerrado en un claro mutismo en el tema, y no parece tampoco que su entusiasmo por el líder de la coleta y por el partido que éste dirige se vea compartida por la presidenta del Frente Nacional ni por las instancias mayoritarias de su partido. Como lo ilustran las declaraciones en simultaneo con las del nuero dos del secretario general del Frente nacional, sarcásticas, y de cariz opuesto (contra Podemos)
¿Podrá favorecer en cambio a Ciudadanos? Digamos que un triunfo –y más si dfuera acompañado de un cambio sísmico en la política francesa- del Frente Nacional en las elecciones regionales que debutan mañana, podría dar pie al líder de la formación mencionada del que son notorias la versatilidad en los pactos y la ambigüedad en sus posturas y tomas de posición sobre temas de fondo-, a posicionarse a favor del viento que una victoria del Frente Nacional no dejaría fatalmente sobre la política española. En su defecto, cabe conjeturar ue el gran beneficiarlo del triunfo el Frente Nacional podría serlo Don Tancredo, que vería premiada así su proverbial norma de conducta proverbial de esperar y ver.
Otro país donde un triunfo electoral –y si se produjera de forma arrolladora- podría tener hondas consecuencias, lo es Bélgica, donde el tabú ue rodea a la extrema derecha –inexistente por definición o claramente expulsada más que marginada del juego político- es aún mayor que el existente en España, en el marco de un paisaje político belga que se vio configurado (sin grandes cambios hasta hoy) tras el desenlace de la llamada cuestión monárquica (question royale) que llevó a la dimisión del rey Leopoldo III (1950) y que sello una hegemonía de la izquierda belga, con ningún parangón en os demás países occidentales en décadas de posguerra
1 comentario:
ya que hablamos de elecciones... es interesante leer una entrevista con uno de los filósofos (vivo) más importantes de España y quizás del mundo: Don GUSTAVO BUENO, de 92 años, cuya fundación --dicen-- está siendo boycoteada por el gobierno de la Comunidad de Asturias y por el Ayuntamiento de Oviedo:
PUEDE LEERSE AQUI:
https://yrania.wordpress.com/2015/12/08/el-problema-es-la-estupidez/
El filósofo Gustavo Bueno, a los 92 años, mantiene intacta la capacidad de pensar más allá de los manuales y de incordiar más allá de cualquier cortesía. Es uno de los grandes intelectuales del presente, capaz de pisar todos los barros con un argumentario de erudición abundante y de salir sin mácula de las batallas dialécticas en las que entra.
...
¿Cuál es el problema más grave que tiene hoy España?
La estupidez.
¿Cataluña tiene un proyecto formal o se mueve por imprevisión según los acontecimientos?
La posición de los secesionistas, y sobre todo de Mas, es operar en lo que llamamos pensamiento aureolar. Es decir: como si todo aquello que dijesen estuviese revestido con la aureola de la verdad. Este hombre habla como si ya existiera una Cataluña independiente, aunque exactamente sea eso lo que se discute.
¿Mas sabe lo que hace o vive políticamente de prestado?
No tiene idea de lo que lleva entre manos. Está arrastrado por unas ficciones confusas que le han dejado el cerebro hecho cisco.
¿Cuál puede ser el siguiente paso del independentismo en Cataluña después de la anulación de la declaración soberanista por parte del Tribunal Constitucional?
No sé qué será lo próximo, pero tengo claro que el Ejecutivo debe intervenir de una vez. Ahora todo se está reduciendo al Poder Judicial, pero si el proceso sigue entraremos en el territorio de la ficción. Así que hay que aplicar el artículo 155 de la Constitución. Llevar más Policía o lo que haga falta. Rajoy tenía que haber intervenido hace tres o cuatro años, pero entiendo su prudencia pese a la demora. No ha sido inacción, sino excesiva responsabilidad.
¿Votará el 20-D?
Sí. Y además a Rajoy, pese a todo.
¿Por?
Porque es el único en el que confío para mantener algo más de tiempo la unidad de España.
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