jueves, octubre 08, 2015

EL TURCO EN BRUSELAS, TRAS LOS REFUGIADOS

En esta importante obra, acompañada de una profusión de documentos gráficos a cual más sugestivo y elocuente se pinta un cuadro –no poco hospitalario- de la gran urbe turca sobre el Bósforo, la antigua Constantinopla, en la que se muestra y deja fehacientemente traslucir el innegable lazo de filiación de ésta con aquella. Como una ciudad europea y occidental, como una nostalgia incurable de Bizancio en resumidas cuentas (...) ¿Una visión minoritaria en la Turquía actual? ¿De un autor –premio Nobel de Literatura- mucho más cuestionado en su país que en el extranjero? No más que los sueños otomanos –bautizados púdicamente de alianza de civilizaciones y de culturas- de actual premier islamista Erdogan, el buen/amigo de José Luis Zapatero. Los inmigrantes turcos en Europa –doy fe de ello- no son particularmente problemáticos (salvedad hecha de su altas tasas de natalidad es cierto) Sí lo es en cambio la amenaza potencial que representan–por su carácter populoso (cuatro millones en Alemania, más de doscientos mil en Bélgica)- de punta de lanza de una memoria otomana irredenta, alimentada y patrocinada por las grandes potencias y en particular por el actual mandatario USA Barack Obama. Y más aun en el contexto actual del aluvión de refugiados que venimos sufriendo las horas que corren
Miles de personas se manifestaron de nuevo en Dresde el pasado lunes, acudiendo al llamamiento, tras varios meses de atonía, del movimiento Pégida –contra la islamización del Occidente- en el que se pudieron ver pancartas parodiando a la canciller Merkel, disfrazada de uniforme (y con la gorra puesta) y haciendo el saludo de rigor a Barak Obama- y gritos contra su política inmigratoria e incluso contra su persona. Un movimiento silencioso y pacifico, esa es la impresión no obstante que dan, sin himnos, ni desfiles militares o paramilitares, y casi sin eslóganes ni consignas, ni dotados de un liderazgo muy claro tampoco.

Expresión de una mayoría silencios más que fruto de grupos de provocadores como nos lo vienen vendiendo los medios. La crisis de los refugiados pude costarle cara a la canciller que acusa en las últimas semanas una innegable erosión de su imagen de cara a la opinión pública precisamente por culpa de aquella. La opinión pública alemana sin duda esta divida en el tema, debatiéndose entre la reacción que les inspira el sentido común y un patriotismo elemental por un lado, viendo su país invadido de esa manera, y por otro, las campañas sofocantes de los medios explotando ese poso -secular, endémico- conmiserativo, propio a un país de tradición (judeo) cristiana como lo es Alemania y buscando inocular en la opinión publica por vía de perfusión si se puede así decir toda clase de reparos y objeciones de moral –rezumantes de moralina- y de complejos y sentimientos de culpa.

Y el tono lo daba el penúltimo número del semanario Der Spiegel tribuna de pensamiento único fuera de toda sospecha con una foto montaje en su portada de la canciller abrazando a una joven refugiada –de la tendencia laica, léase sin velo islámico- y caracterizada de madre Teresa, lo que prestaba también el titulo (de “Mutter Teresa”) a la portada. Y no andaba muy descaminado ese semanario bien/pensante tan influyente, en lengua alemana. La moralina evangélica que destilan tano los medios evangélicos protestantes –de los que proviene la canciller, hija de un pastor protestante que se fue a la Alemania Oriental a predicar el evangelio en el año de gracia de 1953 (el año de la muerte de Stalin)- como los otros, católico/romanos (simbolizados en la figura iconográfica de la madre de Calcuta) amenaza dar al traste con la integridad territorial de la nación alemana, no más (ni menos) que eso.

Ochocientos mil refugiados como los que la canciller promete acoger hasta el final de año representan un uno por ciento de la población total alemana, de qué sustentar las bases demográficas de un estado (islámico o pro islámico dentro del estado actual de la RFA. Y la situación se ve considerablemente agravada si se tiene en cuenta el nutrido colectivo turco (musulmán) presente de antiguo en territorio de la república Federal, de hasta cuatro millones (cuatro) de personas (turcos de nacionalidad o de origen apenas)
¿Turquía quinta columna del avance islámico en los países occidentales?

Algo así se estaría tentado de concluir ante el espectáculo que habrá ofrecido la visita –que dura todavía si no me equivoco- del actual premier turco Erdogan (el buen amigo de José Luis Zapatero) a Bruselas la capital de la UE con motivo –o el pretexto mas bien- de la inauguración de la veinticinco edición de la exposición Europalia–Turquía dedicada efectivamente este año a aquel país, y que se habrá visto surcada de serios incidentes protagonizadas mayormente por los servicios de orden del mandatario turco acusados por las fuerzas e seguridad belgas presentes en los actos y ceremonias de la visita, de comportarse (sic) como en tierra de conquista, lo que abra degenerado en escenas de rara violencia entre ellas, la de un miembro del servicio de orden turco inmovilizado en el suelo por agentes de la policía belga.

Los turcos están un poco en casa en la capital de la UE hay que reconocerlo, y a fe mía que sé de lo que hablo (…) Todo un gueto turco que denuncié en mi blog anterior de Periodista Digital –al lado del cual viví durante un año- se extiende (de antiguo) calles y plazoletas y mas calles a pérdida de vista en un barrio (Saint-Josse) de lo más céntricos de la aglomeración de Bruselas (léase el casco urbano de la ciudad, dividido en diez y ocho “communes”, por contraposición al Gran Bruselas, léase su periferia)

Y en el conjunto de Bélgica los turcos son el segundo contingente inmigrante –de más de doscientos mil en paridad con los marroquíes-, justo detrás de la inmigración italiana la más antigua en Bélgica, y con zonas de fuerte implantación a lo largo de la geografía belga como en la zona minera del Limburgo belga (fronteriza con Holanda), de lo que sirvió de botón de muestra el mitin de Erdogan en la pasada campaña electoral hace unos meses, en Hasselt, la capital de esa provincia (flamenca) en presencia de varios miles de enfervorizados compatriotas que le jaleaban y vitoreaban en un estadio (cubierto) inmenso Y si dudas había de la (omni) presencia e influencia turca en Bruselas la visita del Erdogan habrá hecho todo por disiparlas.

Bruselas parecía estos últimos días una ciudad tomada o en estado sitio, a poco que se le antojase a alguien darse un vuelta por el centro de la Villa. Cordones policiales por todas partes, calles y calles cortadas al tráfico, banderas turcas y belgas engalanando arterias importantes, entre acusaciones de los medios belgas de que el premier turco ha venido a debutar la nueva campaña lectoral de su país, que amenaza con arrancar en cualquier instante habida cuenta de la inestabilidad resultante de las pasadas elecciones en las que el partido de Erdogan (islamista) perdió la mayoría absoluta.

¿Ha venido sólo a eso Erdogan? No por cierto. Siria es lo que le atormenta más que preocuparle, a ojos vista y está claro que se habrá aprovechado de su viaje a Bélgica para pujar al alza en el tema de los refugiados como parte de su estrategia anti-Assad, eso está más que claro, hasta el punto de prestarse a un verdadero chantaje ofreciendo a las instancias rectoras de la UE presentes en Bruselas el comprometerse a aumentar la capacidad de acogida –campamentos y demás- en el territorio turco al aflujo de refugiados sirios a cambio de la concesión –generalizada- de visados (sic) a los turcos que quieran circular por el espacio Schengen. Si eso no es un chantaje en toda regla ¿qué lo sería? Con lo que viene a confirmar (en parte) las acusaciones de Jean Marie Le Pen en su reciente “diario de a bordo” que acusaba a Turquía de encontrase (inmediatamente) detrás de la crisis de los refugiados.

Obvio es decir que el protagonismo de Erdogan, que le habrá echado no poco rostro a la visita –haciendo esperar al soberano belga mas de una hora y media (…)-, no hubiera sido posible sin la complicidad en el tema Siria, del gobierno belga y en particular de su ministro de exteriores, Reynders, que enfrió últimamente un poco su actitud beligerante en la crisis siria pero que se caracterizó desde el principio de la guerra allí por ser uno de los más ardientes detractores de Assad y el más autorizado protector y padrino de la rebelión armada (“moderada”)

El Turco en Bruselas, detrás de los refugiados sirios. ¡Lagarto, lagarto!

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