lunes, octubre 05, 2015

¿REVANCHA DEL AFGANISTÁN EN SIRIA?

Icono emblemático de la intervención rusa en Siria contra las posiciones del Estado Islámico las horas que corren. El caza bombardero Sukhoi (SU-34), primor de la industria armamentística de la Rusia de Vladimir Putin. Van acompañados de helicópteros de combate y de transporte –y a la vez lanzamisiles- que hicieron (convincentemente) sus pruebas en la guerra del Afganistán, en particular el helicóptero de combate Mil Mi-24 que los guerrilleros anti-comunistas islámicos llamaban “el carro del diablo” ¿La revancha del Afganistán lo que estamos presenciando, aprovechándose por cierto Vladimir Putin del vacío (flagrante) creado por la falta de liderazgo internacional del actual presidente USA? La Rusia actual se lo merece. Y nos lo merecemos también todos los países occidentales, amenazados por la crecida islamista
La guerra en Siria acaba de entrar en una fase de lo mas espectacular con la intervención directa de la aviación rusa en contra de las posiciones del estado Islmico (EI) Un contingente de unos cincuenta caza bombarderos Sukhoy (SU-34) -autentico primor de la aviación rusa-, asistidos de helicópteros de combate Mil-Mi (24)y de transporte (lanza misiles) Mil-Mi (8) también usados por el jerecito de los Estados Unidos, autenticas re velaciones de la tecnología rusa remontándose a la época soviética, el primero de los nombrados sobre todo ue los guerrilleros islamistas en Afganistán denominaron “el carro de diablo” y que otros llaman “cocodrilo” e referencia a sus (vistosos) diseños de camuflaje. Y los resultados no se han hecho esperar, al contrario de la (supuesta) intervención norteamericana en contra del EI que lleva ya un año renqueando sin resultados tangibles, los que sean.

Libertad Digital en un artículo de su edición de hoy –de unos enfoques estratégicos que despiden (ya a distancia) un tufo pro norteamericano y pro israelí indiscutible- alerta contra lo que les parece el inicio de la Tercera Guerra Mundial. Menos lobo. Es cierto que los retos son de órdago a la grande. El primero y principal el resigo de derrumbe o de implosión del régimen sirio de Bachar-el-Assad que por efecto de la expansión territorial del Estado Islámico se ve desde la primavera pasada espectacularmente reducido –acorde a las mapas militares que no dejan de servirnos y meternos por los ojos los medios occidentales- (casi) a una tercera parte del territorio de la Siria actual.

 Lo que se da en llamar la Siria viable, que prescinde de las zonas desérticas y de la zona norte controlada por la minoría kurda aliada del régimen desde que empezó la guerra civil en el país. Con el derrumbe del régimen sirio peligraría la base naval de Tartús la única que poseen los rusos en el Mar Mediterráneo, por lo que se especula con que estén construyendo -o ya terminada  a tenor de los últimos acontecimientos (...)-  una nueva al Sur de Lattakia en la costa siria. Pero es toda la geo estrategia rusa en el Oriente próximo lo que en Siria está en juego las horas que corren.

La apuesta pro chií que los rusos persiguen invariablemente desde mucho antes del estallido de la primaveras árabes, prácticamente desde el estallido de la revolución iraní que si en un principio fue apoyada y financiada por los occidentales, entro rápidamente en conflicto con ellos –de Gran Satán se verían estampillados en las arengas y soflamas (incendiarias) del Imán Jomeini (que había gozado nota bene de plácido refugio en Francia antes de la caída del Sha)- no deja de ser sumamente arriesgada en la medida que el chiismo –o xiísmo en la forma léxica castellana antigua- representa una (flagrante) minoría en el seno del mundo islámico, no llegan al veinte por ciento, y que el gran enemigo del Iran xií, la Arabia saudí sigue detentando se quiera o no se quiera el liderato espiritual indiscutible de la gran mayoría suní del mundo musulmán, lo que acabaría marcando sus límites y fronteras a la revolución islámica en Irán que hizo eclosión con claros designios de extenderse las cuatro esquinas del planeta.

La intervención rusa pues a la que estamos asistiendo en Siria es a todas luces una maniobra de los más altos vuelos que responde a unos planes geoestratégicos al más largo plazo. En la que se puede ver una respuesta lentamente incubada y planificada y elaborada –con frialdad típicamente eslava- a las llamadas primaveras árabes, que vieron a concretizar los planes de expansión de la democracia USA desde la vuelta al poder de una administración demócrata con la presidencia Obama. Sin trampa ni cartón.

Aquí ya todos conocen el posicionamiento al respecto del autor de estas líneas. Casi desde el inicio de las llamadas primaveras árabes y desde el mismo inicio de la guerra civil siria. Lo que nos sitúa automáticamente en el campo de los críticos o detractores de la presencia de España en la Alianza Atlántica. En una reunión acabada de celebrar -hoy lunes en Bruselas- de las instancias dirigentes de la OTAN se advierte a Rusia de las consecuencias de su intención en Siria a la que cusan de soslayar las posiciones del EI y de concentrar sus ataques contra  las posiciones de los rebeldes/moderados –un eufemismo, se entiende- anti-Assad apoyados y financiados por los Estados Unidos, y de otros islamistas anti-EI sostenidos por los saudíes y las monarquías -y emiratos- del Golfo.

Digamos que para el régimen sirio las prioridades son distintas que para la Rusia de Putin. El EI habrá sido desde su nacimiento acusado de hacer el juego (en el fondo) al régimen de Assad, por sus designios prioritarios, la creación de un estado islámico de amplia base territorial pero mayormente en territorio del Irak, mientras que su expansión espectacular desde hace un año ilustrada en últimos meses sobre todo por la toma de Palmira –con las destrucciones consiguientes que vienen operando en esa ciudadela antigua catalogada patrimonio de la Humanidad- ponen en juego la rivalidad ruso americana y el equilibrio de bloques o digamos la emergencia de un mundo multi polar que anuncian tantos signos convergentes, desde el inicio del conflicto sirio precisamente.

A la paz de Yalta sucedió tras la caída del muro la Pax Americana, en ninguna de ellas España y el mundo hispano tuvieron la menor baza de poder recuperar o aspirar a recuperar la hegemonía (o una parte de ella) perdida hace tres siglos como consecuencia de la paz de Westfalia y del desenlace de la Guerra de los Treinta Años. Qué de más lógico pues que de aspirar a un cambio de la situación internacional y pari passu a un cambio de orientación de nuestra política exterior.

Ese sí que sería un verdadero cambio –palabra talismán en la propaganda de los indignados- que como todos los cambios verdaderos solo serian posibles dentro de un orden nuevo (en gestación me refiero)

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