miércoles, octubre 07, 2015

¿ESPAÑOLES MAS HUMANOS QUE LOS ALEMANES?

¿Comparaciones odiosas ? La llamada matanza de Babi Yar a las afueras de Kiev (finales de Septiembre del 41) que el papa Wojtyla no dejaría de rememorar repetidas veces (sin parar) durante su pontificado y en la que veía un símbolo del mal indecible, léase del pozo sin fondo de la perversidad nazi (y alemana), no deja de ser comparable (mutatis mutandis) a la de Paracuellos del Jarama durante la guerra civil española -con un marca de odio fratricida (nota bene) en este segundo caso del que carecía en aquél-, algo por lo que el santo/papa/polaco no tuvo nunca la menor palabra ni el menor gesto, aún tratándose de católicos bautizados -y practicantes- la totalidad (o casi) de sus víctimas. Las monstruosidades y abominaciones achacadas a los grupos de intervención (Einsatzgruppen) del ejército alemán nos imponen a los españoles de entrada un mínimo de circunspección y de reserva, en la medida que arrastramos desde hace tres siglos un fardo de acusaciones–injustas y mendaces tantas de ellas- idénticas o parecidas. Desde las guerras de Flandes, lo que nos pesa aún más si cabe en Bélgica. En Babi Yar, el pensamiento único ve un paradigma del holocausto por balas (sic) –una distinción no poco reciente-, por oposición al holocausto stricto sensu, el de las cámaras y de los crematorios, del gas, del jabón y qué sé yo. ¡Que crudo (de comprensión, y de acatamiento) que nos lo ponen!
Alegría de la División Azul. Esa es la glosa que viene a a la mente de inmediato del reportaje publicado en la edición de hoy del diario el País por cuenta de un libro de aparición reciente en Rusia de autor ruso –historiador y profesor de la Universidad de Novgorod- sobre los divisionarios españoles. El titular del diario de Prysa carga no obstante las tintas como no cabía menos. “Violentos y ladrones pero más humanos que los nazis”

Lo que viene a confortar y reforzar no poco lo que aquí ya denominamos –tras las huellas de un trabajo universitario que circula en internet- memoria acomodada (sic) de la División Azul en la posguerra. Lo de ladrones no obstante se escamotea en la portada del reportaje del País (por o que sea) Y si pasamos a examinar los cargos en detalle que se recogen en el reportaje, todo queda en agua de borrajas, no me digan ¿Ladrones, porque trataban de sobrevivir al hambre y al frio?

Y lo ilustran las conclusiones del trabajo del historiador ruso, que solo se atreve a calificar de criminales de guerra a dos divisionarios (dos) –a Muñoz Grandes, “por razones formales” y a un tal Basco (¿Blasco?) de nombre)- de los más de veinte mil que engrosaron la célebre unidad de voluntarios españoles.

¿Más humanos los divisionarios que los nazis? La afirmación que se repite en el reportaje y que viene a confortar el clisé tan manido en vigor desde hace décadas entre españoles, se presta a matizaciones indispensables (e incluso urgentes) La cercanía del enemigo hace perder la cabeza, reza un aforismo antiguo que leí porvez primera en francés aquí en Bélgica y existente sin duda en muchas otras lenguas (y culturas)

Los eslavos eran –por razón de la declaración de guerra alemana a la Unión Soviética- los enemigos próximos, en cierto modo íntimos, de los alemanes. Casi tan próximos –en la óptica de la guerra civil europea, conforme fue definida la Segunda Guerra Mundial- como lo fueron rojos y nacionales durante la guerra civil española (…) Y por eso la violencia implacable e incontrolada que se dio –sin duda en mucha mayor proporción en zona roja- contra la población civil (desafecta) no tenía razón de ser -para españoles me refiero- en una guerra a tantos miles de kilómetros de la Península.

Los divisionarios españoles eran beligerantes pero en cierto modos invitados –que no intrusos- “en una guerra ajena” como bien reza el título del libro que en el reportaje del País se comenta. Y eso de que los españoles seamos por natura o hayamos sido a lo largo de la Historia más humanos y compasivos que los alemanes y otros pueblos del Norte de Europa, es un mito/fundador como tantos que surgieron tras la terminación de la Segunda Guerra Mundial en el 45.

Y a fe mía que no hablo de oídas precisamente, tras treinta años de estancia en Bélgica siempre con un clisé –de infamia (colectiva)- a rastras, análogo al que tan alegre y gratuitamente muchos españoles –incluso de los del bando vencedor de la guerra civil- les colgaron a los alemanes tras el 45. Y me viene a la mente una anécdota jocosa de la que fui testigo y parte a la vez, en mis primeros tiempos en Bélgica charlando –por razón del oficio de abogado que durante breve tiempo ejercí aquí- con un belga francófono, persona de un cierto nivel cultural e intelectual incluso, pero con antecedentes penales (por delitos menores) “Los españoles en Tournay -me dijo de prontodurante una conversación de lo más trivial que tuvimos entonces (¿pensando en mí?)- exterminaron al ochenta por ciento de la población” Se detuvo en seco con la mirada perdida y prosiguió al punto como si se desahogase “¡Tenían que haberse cargado a todos!”, con lo que me hizo (harto) reír, lo confieso (…)

Ley de guerra. Como lo fue la actuación alemana durante la Segunda Guerra Mundial en el frente del Este. ¿Los alemanes se excedieron? Con creces lo pagarían, mucho más si cabe a manos de la población civil de los territorios que habían ocupado anteriormente –en Polonia por ejemplo- que de las propias tropas soviéticas (o aliadas) ¿Deshumanizó la guerra a los alemanes? Un lugar común que lo dice todo y a la vez no dice nada de nada.

¿La guerra humaniza o deshumaniza? ¿Es más humano, más capaz de compasión (auténtica) el civil que el militar? La polémica esta servida desde los albores de la Humanidad, como lo del huevo y la gallina. ¿Fusilaban en masa las unidades de intervención (Einsatzgruppen) de la Wehrmacht y de las Waffen-SS? ¿Los de en frente acaso no lo hacían? ¿No lo hicieron en Katyn? ¿No dejaron hacerlo –sin duda bajo sus órdenes- en Paracuellos?

Los alemanes al menos no arrastran esa clisé particularmente deshonorante e infamante –e injusto y mendaz y cruelmente oprobioso- que arrastramos los españoles (semi) enterrado en la memoria colectiva por estas tierras de los países bajos. No reza en la historia –versión occidental me refiero- desde luego que los alemanes se degradasen con los sectores más indefensos de la población civil, ancianos, mujeres y niños, un clisé que si arrastrarían en cambio hasta hoy los vencedores, todos ellos y no solo las tropas soviéticas, en territorio alemán –y en los territorios del Este- al final de la guerra. Una cosa resalta con fuerza no obstante de la obra de autor ruso que aquí se comenta y lo es la visión condescendiente, benévola y congraciada en definitiva con los divisionarios españoles de la población civil rusa en los territorios que estuvieron bajo control de aquellos, que en aquella se refleja.

Lo que concuerda con el comentario que me hizo un ruso de la emigración -ruso blanca (zarista) repatriado tras la caída del Muro- con el que coincidí hace ahora un año en Paris en la fiesta familiar de un amigo de la adolescencia -ruso (blanco/zarista) también como aquél-, quien me aseguró que la División Azul no había dejado mal recuerdo (sic) en Rusia. Prenda de reconciliación entre europeos, entre rusos y alemanes por intermedio precisamente de los españoles? ¡Vivir para ver fantasmas míos!

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