lunes, mayo 05, 2014
Cielos de Selva Negra (poesía en domingo)
Planear, sobrevolar,
apagar o el substraerte
a lo que en redor sucede
flor lejana, de alta cumbres
fruto de sazón, o el primor
de un "tiempo de cerezas"
como por aquí le dicen
que a muy poco les es dado
recolectar (saborear):
lo que se anunció en mi vida
en medio del fregado aquél
en plena calle -via/sacra
de un paseante "cualumque"_
Para mí juego de niños
en cambio (¿de un mundo anterior?)
¡Que si lo hubieramos sabido!
¿Que el amor era eso? ¡No!
Que la madurez era aquello
sí, otro gallo habría cantado
Pero estaba en mi sino marcado
que tardase tanto en mi vida
en levantar la cabeza
por encima del tumulto
y así también la vista,
y el sabe desconectar
a tiempo, el despegar
cuando es posible todavía
en el momento justo
como el mercenario aquél:
lo que me enseñó él a mí
-lo que lei en sus ojos-
y no a otros, no sé por qué.
Suave y com mucho sigilo
a la francesa, sin ruido
sin portazos, no es preciso
como me ocurrió una vez
y otra a seguir (entre hoy y anteayer
-¿lo aprendí acaso de golpe?-
decir, saber decir adiós
tanto como el esperar
¿Rara arte de madurez?
Recio y arduo hoy como ayer
transitar, el adentrarse
por los caminos del Adiós
Que si supimos decirlo bien
Compramos la vuelta también
De una vida que da vueltas,
De tantos vuelos, tantas danzas
Tantos cruces y desfiles
Entre muertos o entre vivos
Que el que anduvo ya perdido
Por el Valle de la Muerte
Y acabó al final volviendo
Sabe también volver suave
Sin estruendo y sin estrépito
Como el "decíamos ayer"
-porque había que volver a vivir (...)-
Que rezó Martin Heidegger
cual manso osezno del boque (...)
entre ranta ruina y escombro
Y tantos sacrificados
O inmolados a destiempo
Derrota del Año Cero (...)-
Y esa fue la lección del filósofo
del poeta y del profeta
que a la Cruz prefirió las Estrellas
de puro amor a los suyos-
y el Cielo de su Selva Negra
¿Que escogio el vivir? ¡No!
Que decidió sobrevivir,
recoger la antorcha caída
y al Ser prefirió "su" Tiempo
apagar o el substraerte
a lo que en redor sucede
flor lejana, de alta cumbres
fruto de sazón, o el primor
de un "tiempo de cerezas"
como por aquí le dicen
que a muy poco les es dado
recolectar (saborear):
lo que se anunció en mi vida
en medio del fregado aquél
en plena calle -via/sacra
de un paseante "cualumque"_
Para mí juego de niños
en cambio (¿de un mundo anterior?)
¡Que si lo hubieramos sabido!
¿Que el amor era eso? ¡No!
Que la madurez era aquello
sí, otro gallo habría cantado
Pero estaba en mi sino marcado
que tardase tanto en mi vida
en levantar la cabeza
por encima del tumulto
y así también la vista,
y el sabe desconectar
a tiempo, el despegar
cuando es posible todavía
en el momento justo
como el mercenario aquél:
lo que me enseñó él a mí
-lo que lei en sus ojos-
y no a otros, no sé por qué.
Suave y com mucho sigilo
a la francesa, sin ruido
sin portazos, no es preciso
como me ocurrió una vez
y otra a seguir (entre hoy y anteayer
-¿lo aprendí acaso de golpe?-
decir, saber decir adiós
tanto como el esperar
¿Rara arte de madurez?
Recio y arduo hoy como ayer
transitar, el adentrarse
por los caminos del Adiós
Que si supimos decirlo bien
Compramos la vuelta también
De una vida que da vueltas,
De tantos vuelos, tantas danzas
Tantos cruces y desfiles
Entre muertos o entre vivos
Que el que anduvo ya perdido
Por el Valle de la Muerte
Y acabó al final volviendo
Sabe también volver suave
Sin estruendo y sin estrépito
Como el "decíamos ayer"
-porque había que volver a vivir (...)-
Que rezó Martin Heidegger
cual manso osezno del boque (...)
entre ranta ruina y escombro
Y tantos sacrificados
O inmolados a destiempo
Derrota del Año Cero (...)-
Y esa fue la lección del filósofo
del poeta y del profeta
que a la Cruz prefirió las Estrellas
de puro amor a los suyos-
y el Cielo de su Selva Negra
¿Que escogio el vivir? ¡No!
Que decidió sobrevivir,
recoger la antorcha caída
y al Ser prefirió "su" Tiempo
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