Sepelio de Juan Ignacio Gonzalez Ramirez, jefe nacional del Frente de la Juventud, asesinado en el portal de su casa el 12 de diciembre de 1980. Un crimen político y el único muerto aún por esclarecer de los años de la transición política. Me pilló fuera todo aquello, en Francia en un casa/convento de Monseñor Lefebvre y antes, desde noviembre del 74, en el seminario de Ecône en Suiza (mirando a las estrellas) Asumo no obstante aquel pasado (de fracaso y de derrota) en la estricta medida que debo y puedo. ¿Eso excusa acaso de ciertas formas de autocritica por liviana que sean a los que vivieron todo aquello de forma más directa?No tenía yo una opinión formada -y a fe mía que sigo sin tenerla- del ministro Arias Cañete, pero confieso que me ha hecho reír de lo lindo esa salida suya tras el debate televisivo de ayer con su contrincante femenina (del PSOE) "El debate con una mujer es complicado" (...) Y que lo diga, tan complicado como que a veces entran ganas de salir corriendo (campo a través), y de darse por vencidos. Con una frase así desde luego, el político del PP ha subido es cierto enteros en mi estima que no era muy alta, lo confieso, por ser ministro y no por ser quien es, que a ciencia cierta no lo sé (del todo), ya digo.
Por mostrarse aunque solo sea alguien con sentido del humor que es algo muy importante en política y tal vez en España más -y más urgente- que en algunos sitios, no porque no tengamos sentido del humor sino porque esa calidad -que la tenemos en mi opinión, y en grado sumo- degenera a fuer de mordaz en agresiva (y guerracivilista) a toda prisa Y más necesaria en las horas que corren, ya digo, a la vista de los niveles de crispación que viene cobrando la campaña electoral empañada nada más comenzar por el crimen de León que habrá puesto al partido en el poder (el PP) en la mirilla de troles y no troles que circulan o navegan por las redes sociales.
Que conste que tengo mi cuenta "twitter" y otra "facebook" como todo hijo de su tiempo que se precie, pero como rezaba un comentario certero aparecido anteayer en la prensa papel, las redes habrán mostrado "su peor rostro" con motivo del asesinato de Isabel Carrasco. Y tal vez que sea providencial (un decir) que es bueno que sea así, como una forma de arrojar al rostro a todos y a cada uno de sus usuarios en particular una imagen colectiva del medio de comunicación en el que intervienen (por activa o por pasiva) y del que de una manera u otra se puede decir que forman parte.
Lo más parecido al PP en la historia de España en el siglo XX lo fue sin duda la CEDA de Gil Robles. El mismo complejo centrista (de raíz clerical) en unos como en otros. "Se creen que son el centro de la república", dejó Azaña escrito en sus memorias. "¡Ilusos! El centro lo soy yo" Y tenía razón. Y Stalin así lo comprendió. La revisión histórica obliga fatalmente a concluir no obstante, que si José Antonio se hubiera fiado más en ellos, en vez de fiar la suerte de la Falange -y más tarde la suya propia- a Azaña y a los socialistas, otro gallo le hubiera cantadoLas redes sociales viene desempeñando un protagonismo del mayor destaque sin duda ninguna en la política española desde hace años y puestos a ponerle fecha de inicio a ese fenómeno, yo diría desde el 11 de marzo y la jornada de reflexión que se siguió, o mejor dicho, el numerito de acoso y de tentativas de asalto incluso- que se montó ese día con ayuda de las redes sociales ante las sedes del PP, lo que activistas del 15-M han amenazado repetir esta vez, en la próxima jornada de reflexión electoral, con ocasión de su tercer cumpleaños (lagarto, lagarto!)
Del mayor destaque, y a la vez siempre o casi siempre de un mismo signo tendencioso, anti-PP por supuesto. No he vivido en España -me curo en salud de inmediato- no habré participado en la política activa tampoco (ni en España ni en el extranjero), aunque de unos años a esta parte la haya seguido día a día y la haya venido comentando cada vez de forma más asidua y más incisiva entrando al trapo de todos los grandes debates y cogiendo el toro por los cuernos en todo tipo de asuntos, y de entre todos los temas de la actualidad en ascuas, los más polémicos, los de más alto riesgo (de salir quemado, y socarrado) Lo que ya es, se me reconocerá, una forma de hacer política.
La política partidista y electoral me habrá faltado no obstante, en cierta medida al menos, con lo que quiero venir a decir que el sentimiento me acomete a veces de estar subestimando el grado de frustración de algunos que sí que habrán vivido en España tomando parte en un momento u otro todos estos años en la política activa y bajando incluso de forma más o menos esporádica al ruedo de la liza electoral, en relación con los grandes partidos de la alternancia bipartidista (en la práctica) que nos gobierna. O en la acción directa (callejera), como ocurrió en particular los años que precedieron al 23-F, y algunos aquí sin duda ya saben o adivinan a qué y a quienes me estoy en particular refiriendo.
No participé directamente en aquello y no tengo pues por qué asumir directamente fracasos y derrotas (de más) aunque siempre traté de comprender -y asumir en cierto modo a la vez- los motivos y razones de los que fueron de vencidos de la Transición desde entonces, sin dejar en cierto modo de contarme yo mismo entre ellos. Lo que no comprendo ya tan bien es el partidismo o el sesgo tan tendencioso tan flagrante y tan frecuente en sesos sectores, reservando (por sistema) lo más amargo de su bilis y los más venenosos de su venablos a populares en provecho de socialistas.
No me caso con nadie, no les debo nada ni a los unos ni a los otros, en ningún plano, ni siquiera, para comenzar, en el terreno de los hechos contantes y sonantes que suele serlo el financiero de preferencia. Le pedí en la segunda mitad de los noventa (ingenuo de mí) al entonces delegado del PP para el Benelux -un amigo de la adolescencia y compañero de colegio (que me encontré de improviso aquí en Bruselas) una modesta ayuda -que en términos de francos belgas de entonces no debían superar los cincuenta o cien francos- para continuar y ampliar la edición de una hoja volante anti-ETA que yo sacaba por aquel entonces y solía distribuir en las concentraciones de homenaje a las víctimas que se sucedían (unas tras otras) -con asistencia de euro funcionarios españoles- en el barrio de la instituciones europeas, en Bruselas. "Eso no es dinero", no hacía más que repetir en la breve conversación que tuvimos, "eso no es dinero" Y por cierto que no lo era -y para él y para ellos, mucho menos-, pero al final no me lo dieron, por lo que fuera (...)
Algo parecido me ocurrió hace ahora dos años con el pedido de ayuda (una miseria) para poder promover una candidatura independiente en la provincia de Jaén que cursé al ayuntamiento socialista de Mancha Real y tampoco me lo concedieron. Punto. Ni de izquierdas ni derechas pues, y por una vez no deja de ser un mera frase, tan manida y tan mal interpretada. Lo cual no excluye que me sienta en el derecho de adoptar posturas "de izquierdas" en ciertos temas o terrenos y "de derechas" en otros.
Y que por vía de consecuencia me sienta más cercano al PP en materias de orden público y de violencia callejera -escraches, y acampadas y algaradas y demás (como lo vengo sosteniendo públicamente en mi blog y en otros sitios y portales de internet- y más cercano en cambio a las izquierdas en materia de bioética y otros temas de lo que lo politólogos suelen denominar debate de los valores. Al contrario (¿ay dolor!) de lo que suele ser la regla -al pan, pan y al vino, vino- en los medios que se conviene en llamar de "extrema derecha" mi familia política de origen (para entendernos)
"Vox está a favor del aborto cero", acaba de declarar, por ejemplo, uno de los portavoces de este partido, y la rotundidad de la frase no deja de esconder gato encerrado a mi juicio, por contrastar simplemente con afirmaciones divergentes (lo menos que se puede" decir) de otros portavoces de la misma información en la materia. ¿Casta -o castuza- los unos como los otros? Sin duda, y también otros nota bene -aunque solo sea en un rol de subalternos- que no dejan de tener esas palabras en la boca. Y en la medida además que tanto unos como otros son protagonistas o albaceas de nuestra derrota histórica -previa rendición pactada- consumada en el 45.
En la medida en cambio que los unos lo son a título de pertenecientes o de descendientes o legatarios del bando de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y los otros en cambio -lo asuman y reconozcan o no los propios interesado- del de los vencidos de entonces, a la hora de verme en el brete de tener que optar por el menor mal, un deber o imperativo ineludible de memoria histórica me impone el escoger fatalmente el bando de los vencidos del 45, lo que no es más que una forma de asumir la Derrota. De paso previo e indispensable en el camino hacia la Victoria. Y a buen entendedor pocas palabras sobran
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